Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos
Se busca niño
«Y todos los años en los pueblos, cuando pasa agosto, se buscan niños como si los niños se buscaran -como los gamusinos- más que hacerse»
Del colegio de mi infancia recuerdo más las caras del personal que lo que estudié. Quizá porque nosotros ya no memorizábamos en primaria la lista de los reyes godos y no hay «traumas» infantiles por ley desde que gobernó Zapatero. Para lo único que sirvió aprenderse el nombre de los afluentes de todos los ríos de España es para saber que están en crisis por la sequía. Yo recuerdo de los inicios de curso el olor al forro de los libros y las buenas intenciones de llevarlo todo al día. A junio llegaba siempre sin ninguna de las dos.
Aunque el inicio de curso no es siempre la promesa de algo bueno. Septiembre llega a muchos pueblos con decisiones ásperas como un sayal de penitente. Las escuelas ponen carteles de «se busca». En este caso niño para no cerrar la escuela. En Deza, Soria, se busca un cuarto niño para mantener abierta la escuela un curso más. Las escuelas de los pueblos son el reducto de lo irremediable. Una lucha anual por soplarle algo de vida a un medio rural que hay quien dice que se muere y sin niños mucho no vive.
En septiembre se abre otro mercado de fichajes en el que no hay ofertas millonarias y que consiste más bien en esperar hilvanando las cuentas de un rosario con las yemas de los dedos. Un cuarto niño, como si fuera aquello un disparate. Y puede serlo. Y todos los años en los pueblos, cuando pasa agosto, se buscan niños como si los niños se buscaran -como los gamusinos- más que hacerse. Pero claro, tampoco hay quien los haga.
Ahora me pregunto cómo habría sido ir a la escuela en La Mudarra. De la escuela de mi pueblo salieron dos niños poetas. Ser poeta hoy no debería quedar mal para un informe PISA. Aunque ser poeta no es una habilidad, tampoco un oficio, bien visto ni siquiera en un informe. Tal vez yo escribo versos malos porque fui a un colegio de ciudad.