Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos
La burbuja electoral
«Hoy hemos despertado y la ciudad ya no es la misma. Estamos en campaña, que viene a ser lo mismo que estar en guerra»
A Rajoy, ayer, le salían al paso los salmantinos en tropel e incluso algunas señoras al grito de: «¡Guapo!». «Mira que no habrá otros piropos porque guapo, lo que es guapo…», decía una chica a mi lado. Después tuvo que volverse a Madrid porque anoche le requerían allí los suyos para el inicio de campaña y para asegurarse de que Levy defendía bien lo suyo en el debate. Pegar carteles es la tradición y los populares en Madrid abrieron la campaña en el Templo de Debod dispuestos a empapelar todo el monumento egipcio si era necesario. En esta tierra Herrera y Tudanca lo hacían los dos en Burgos para disputarse cara a cara a los burgaleses. Por suerte no hay noticias de que haya amanecido envuelta en carteles la catedral.
Recuerdo una ocasión en la que me fui a pegar carteles de una actividad que organizábamos en la universidad y en cada pared a la que me acercaba aparecía rotulado un mensaje que rezaba: «Prohibido pegar carteles. Responsable la empresa anunciante». Y como no encontré más que dos huecos, que empapelé de arriba abajo, me puse a repartir los que sobraban como si fueran octavillas a la gente que pasaba. En esas estaba hasta que apareció un municipal que me quiso multar y explicarme a la vez que en aquella calle no se podía repartir publicidad, captar socios y no sé cuántas cosas más. ¡Es que ya no se puede hacer nada!
También ocurre con los carteles que les pegan mal y en los rostros de los candidatos acaban saliendo burbujas de aire como si de acné electoral por el estrés se tratara.
Ayer nos levantamos y era jueves, hacía sol y junio y todo había amanecido con normalidad. Hoy hemos despertado y la ciudad ya no es la misma. Estamos en campaña, que viene a ser lo mismo que estar en guerra, y uno debe de ir buscando por la calle trincheras donde refugiarse a respirar cuando le asedian con propaganda partidista.