Artes & Letras
Blancura de un monodiálogo
Clara Janés responde en verso a los poemas del sueco Gunnar Ekelöf en su libro «La blanca forma de la fuga»
![Clara Janés](https://s2.abcstatics.com/media/espana/2016/03/29/clara-janes--620x349.jpg)
Se cumplen ahora diez años desde la aparición en España de Non serviam, la antología del poeta sueco Gunnar Ekelöf, en traducción de Francisco J. Uriz. Ya desde los años 80, Uriz -cuya labor de introducir en nuestro país la poesía escandinava nunca estará suficientemente reconocida- ha ido regalándonos entregas de la obra de este excelente escritor, contemporáneo del vallisoletano Francisco Pino y con evidentes parecidos. Clara Janés -ganadora precisamente en 2010 de la primera edición del Premio Francisco Pino de Poesía Experimental y gran conocedora de la obra de Gunnar Ekelöf- ha recogido como nadie el testigo vanguardista del sueco para llevarlo más lejos: allí donde Ekelöf, por distintas razones, no formula una respuesta o síntesis que reconcilie la vida del hombre con los sinsentidos de su existencia y sus problemas de comunicación, Janés construye una poética con una decidida tendencia al equilibrio, en la que la poesía es la única expresión que anula las contradicciones vitales y que puede dar sentido a los espacios en blanco del pensamiento y del lenguaje.
Sobre estos espacios se asientan las líneas maestras de La blanca forma de la fuga, número 13 de la Colección Maravillas Concretas, publicada por la Diputación de Valladolid y la Fundación Jorge Guillén. En este libro, la imaginación poética de la autora establece un continuo y fructífero diálogo -«monodiálogo» lo denomina ella en la breve introducción que lo acompaña- con los versos de Ekelöf. Tomando como punto de partida la antología de Uriz, Clara Janés selecciona una serie de citas textuales -situadas en el libro en página par- a las que ella responde o perfecciona con un poema -en página impar.
Cada texto disecciona, profundiza y supera las imágenes propuestas, obedeciendo a ese deseo de «saber lo que uno no sabe»
Cada texto de Clara Janés disecciona, profundiza y supera las imágenes propuestas, obedeciendo a ese deseo de «saber lo que uno no sabe» que es una constante en toda su obra: una indagación a sabiendas -como siempre, en su caso- de que la razón poética, al contrario que la filosofía, no es lógica sino que es, como la gracia, un don. Así, a los versos del sueco «El arte es profunda inseguridad. / La religión profunda incertidumbre», ella contesta «ni eternidad cerrada / ni oscura / interminabilidad / distancia remansada / en la blanca forma / de la fuga / hacia la inapelable incertidumbre / y dar el salto / sobre su íntimo confín / aunque nada se alcance».
La blanca forma de la fuga renueva la milenaria tradición de la glosa, pero no en su vertiente estrictamente poética -mera sucesión de variantes formales de una estrofa-, sino en la de la teología bíblica y el derecho. En estas materias, el texto anotado al margen es de esencial importancia y, en suma, más verdadero que el original, pues lo somete -además de al tamiz del tiempo- a las duras pruebas de la réplica, la reflexión y la reescritura. Clara Janés consigue, por tanto, con este «monodiálogo», que una antigua tradición sea rescatada no ya desde la vanguardia, sino desde esa mirada integradora y universal que suele ser virtud de los grandes creadores como ella.