El bibliobús, medio siglo de antídoto contra la soledad
En España hay 77 bibliobuses, 30 de los cuales circulan por los pueblos de la Comunidad
1938. En plena guerra civil, a la Generalitat de Cataluña se le ocurrió fletar un autobús con cajones de libros para elevar el ánimo de los soldados de la zona y de paso espantar el aburrimiento en los momentos sin lucha. Era la primera vez que en España se ponía en práctica un servicio móvil de biblioteca , recuerda en un artículo publicado en los Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil sobre la historia de estos vehículos el presidente de la Asociación de Profesionales de Bibliotecas Móviles (Aclebim) en España, Roberto Soto . Pero el servicio, igual que nació, también concluyó en la propia contienda. La última ruta se utilizó para facilitar la huida de relevantes intelectuales catalanes y sus familias hacia el exilio en Francia.
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El rastro de aquel vehículo se perdió en Perpiñán , pero su espíritu se recuperó con Joaquín Ruiz-Giménez al frente del Ministerio de Educación Nacional. Fue en 1953 cuando se inauguró en Madrid el primer bibliobús , aunque hasta la década de los 70 no se extendió por toda la geografía española. En este contexto se puso también en marcha el servicio en Castilla y León. El primer bibliobús comenzó a operar en la provincia de Palencia en 1971. Hoy, casi medio siglo más tarde, 77 bibliotecas móviles recorren las carreteras de nuestro país, 30 de ellos por la Comunidad, casi el 40 por ciento del total , según fuentes de la Consejería de Cultura y Turismo. En concreto, 1.338 municipios castellano y leoneses , cuya población no supera en la mayoría de los casos los mil habitantes, es el destino de estas bibliotecas sobre ruedas, el 56% de la población con servicios bibliotecarios. La provincia leonesa es la que dispone de una mayor flota, con seis vehículos que operan desde León y Ponferrada. En cuanto al resto de provincias, Ávila dispone de 1; Burgos, de 4; Palencia, Salamanca y Segovia, de 3 cada una; Soria, de 2, y Valladolid y Zamora, de 4 respectivamente. Los 30 bibliobuses son de titularidad de las diputaciones.
Avances tecnológicos
Una de las personas que más sabe de este tema en España es precisamente Roberto Soto , que además del presidente de Aclebim, es el jefe de sección de la coordinación de bibliotecas de la Diputación de León. Este bibliotecario trabajó, además, durante más de una década sobre ruedas. Nos cuenta que el servicio ha cambiando «fundamentalmente en dos sentidos»: por un lado, en cuestión tecnológica, «ahora estamos con toda la gestión informatizada e incluidos en el Sistema de Bibliotecas de Castilla y León , compartiendo un catálogo único y el mismo carné de usuario». Por otro, «hemos conseguido al fin que nos consideren bibliotecas públicas como tales» , añade este responsable, quien defiende que «la inversión que hay que hacer para inaugurar y mantener una biblioteca móvil es idéntica que en una fija, aunque los rendimientos son mucho mayores porque abarca a mayor cantidad de gente».
En una comunidad principalmente rural y con la despoblación como mal endémico, Soto Arranz defiende el servicio de los bibliobuses como «clave»: «El hecho de tener una biblioteca en un pueblo fideliza población. Somos más que un ente cultural, un verdadero recurso que integra la Comunidad y dinamizador de actividades sociales».
Contra la despoblación
De ello es testigo Fernando Freire , bibliotecario también y coordinador del servicio de bibliobuses de la Diputación de Valladolid , con quien hablamos mientras atiende a los alumnos del CRA El Páramo , en Villanubla , en cuyo patio tiene parada el bibliobús. «Cuando comencé en esto el cien por cien de los pueblos tenían escuela, ahora desgraciadamente han cerrado muchas y este servicio se torna indispensable», señala mientras echa un vistazo al cómic de Asterix y Obélix y la película de «El capitán Calzoncillos» escogidos por «Nico» , uno de los alumnos del colegio: «Nunca les dejo que se lleven sólo un documento audiovisual, al menos tienen que coger un libro», señala este bibliotecario al que se nota su entusiasmo por los chavales: «Estoy enamorado de mi trabajo porque humanamente me aporta mucho», sostiene recordando que muchos de sus usuarios de hoy son hijos de los primeros lectores que tuvo. «Fernando está muy pendiente de lo que cogen los niños», agradece Marga Hernández , jefa de Estudios de El Páramo. Aunque este colegio sí que dispone de una actualizada biblioteca, no todos los centros educativos corren esa suerte y por ello esta profesora considera este servicio «extraordinario».
Fernando tiene grabado a fuego la fecha en que la Diputación de Valladolid puso en marcha esta biblioteca móvil, precisamente de su mano: el 30 de abril de 1986 : «Entonces no había conductor así que nos tocaba hacer de chófer, bibliotecario... ¡E incluso de señor de la limpieza!», ríe. Comenzaron con un fondo fundacional de 20.000 libros. En la actualidad, los usuarios de los bibliobuses responden a dos perfiles: por un lado, niños en edad escolar; y por otro, población anciana, «jubilados», explica Soto Arranz. Para ellos, apunta, « el bibliotecario es una especie de confesor , un amigo que les escucha y que dentro de sus posibilidades les aconseja, anima y consuela; somos un buen antídoto contra la soledad». Y añade: «De alguna manera les regalamos un espacio caliente y adecuado para charlar, sobre todo en estos meses largos y fríos en estos pueblos nuestros bastante despoblados». En términos generales, los más solicitados en este tipo de servicio son los libros de autoayuda y de ficción histórica, así como los best sellers, sobre todo de ficción : «Influyen mucho las campañas publicitarias y listas de más vendidos. Hubo un tiempo en el que el rey de la lectura era ‘El código Da Vinci’ y toda la literatura que surgió a su alrededor; después fue desbancado por ‘Las 50 sombras de Grey’ y la novela pseudoerótica y ahora volvemos a retomar la literatura histórica», detalla el presidente de Aclebim. También tienen gran demanda los libros de temas locales, ya sean regionales de Castilla y León, como provinciales, comarcales o del propio municipio.
Precisamente un libro de su pueblo es el último que ha leído Herminia , una de las usuarias más veteranas de la ruta 3, en la provincia vallisoletana. A sus más de 80 años se confiesa lectora voraz : «Cada vez que viene un libro nuevo yo pienso en Herminia», detalla Fernando, destacando lo ágil que es para la lectura. Para esta octogenaria amante de las nuevas tecnologías -admite estar un poco enganchada al WhatsApp- el bibliobús es fundamental para mantener activa su mente. También ve clave estas bibliotecas rodantes para el medio rural Fátima, que vive en Melgar de Arriba . «Para una zona como la de los Melgares es un soplo de aire fresco. ¡La única forma de que muchos de sus vecinos no pierdan el contacto con la cultura!», sostiene esta vecina, algo más joven que Herminia y que destaca el vínculo que nació entre sus hijos y Fernando, el bibliotecario: «Ahora viven fuera, pero me siguen preguntando por él».
Una de las «peculiaridades» de estas bibliotecas sobre ruedas que no tienen las físicas es que en ellas son objeto de préstamo todos sus fondos, incluidas las revistas, algo que agradecen los usuarios más mayores. «A mí me encantaba cuando antes actualizaban cada poco las revistas de labores» , confiesa Herminia. Otra de sus particularidades es lo que llaman préstamos de aula, que realizan para actividades curriculares en clase.
Pese a la evolución del servicio, Roberto Soto señala que aún son muchos los «retos» pendientes, entre ellos, conseguir que el 100% de la población tenga acceso a los servicios bibliotecarios : «El acceso a la cultura es un derecho fundamental recogido en la Constitución y como tal los poderes públicos tienen que velar por ello». Para cubrir a toda la población, «necesitaríamos duplicar ahora mismo la flota en España».
Para hacer oír sus reivindicaciones los profesionales de Bibliotecas Móviles se unieron como asociación en Castilla y León en 1998, pero pronto se convirtió en una entidad de ámbito nacional. En 2013 la entrega de estos bibliotecarios fue reconocida por el Ministerio de Cultura con el Premio Nacional de Fomento de la Lectura y dos años más tarde, a instancias de Aclebim, el Gobierno aprobaba la celebración del Día del Bibliobús en España el 28 de enero .