Artes&Letras

Paz Battaner Arias: «Las Humanidades son necesarias para el género humano»

Discípula de Lázaro Carreter, ingresaba recientemente en la RAE, donde ocupa la silla «s». La lexicográfica salmantina escapa a los augurios más pesimistas sobre el uso de la lengua y ve el lado bueno de las redes sociales: «Son un nuevo canal de comunicación»

Paz Battaner, en la biblioteca de la RAE MARÍA JARA-RAE

C. MONJE

-En su discurso de ingreso en la RAE señaló que su trabajo «ha sido despertar interés, curiosidad y gusto por la lengua española en los estudiantes». ¿Se atreve a hacer un pronóstico sobre el uso del idioma dentro de unos años entre las generaciones de jóvenes que siguen unos planes de estudios que arrinconan las Humanidades?

-Estoy de acuerdo con usted en que los planes de estudio arrinconan las Humanidades. Pienso en las pocas horas que se conceden a la filosofía, la historia, la literatura y en los programas que hay para estas materias en la enseñanza secundaria y en el bachillerato; pero como las Humanidades son necesarias para el género humano, confío en que los jóvenes estudiantes encontrarán sus Humanidades, las que les interesen a ellos, aunque sea sin la orientación de los adultos. Sus ‘humanidades’ no estarán propuestas por la sociedad; ellos las encontrarán con su instinto.

¿Qué ocurrirá en el caso más grave si esta situación continúa? Que se romperá una tradición y quizá dé comienzo otra. No será la primera vez que se clausure una manera de ver el mundo, que se olviden unos autores y que se sustituyan por otros que, a los de la generación anterior, les parezcan, si no bárbaros, sí poco dignos de aprecio. No será la primera vez que ha pasado en la historia europea. Piense cuando se olvidó la tradición clásica y se dejó de poder leer el griego. Las rupturas en la tradición educativa tienen resultados nefastos, de los que se sale poco a poco y con mucho esfuerzo, pues los hombres necesitan modelos respetados y admirados y pueden tardar en formarlos de nuevo. Pero no soy tan pesimista.

-También aseguró que no concibe «enseñar lengua sin la mejor literatura». ¿Los profesores actuales pueden ganar esa batalla entre nativos digitales, acostumbrados a lecturas rápidas, de textos cortos o que se abandonan tras unos pocos párrafos?

-Yo he sido profesora de lengua y he observado que se logra más fácilmente ampliar el dominio de una lengua familiarizándose con buenos textos, argumentos interesantes, pasajes ‘estelares’ de la historia -recordando los «momentos estelares de la humanidad» de Stefan Zweig- que explicando lingüística y teoría de la comunicación a los adolescentes. Poco a poco, cuando los jóvenes tienen ya páginas leídas con gusto, se les puede introducir a ver la lengua como algo opaco, algo que conviene cuestionarse, que hay que analizar. La lengua materna nos parece transparente porque entendemos en general las conversaciones diarias; esta facilidad no ayuda a retenerla, a ampliarla, a personalizarla; la escuela tiene que proporcionar el ritmo que ofrece la buena poesía y la buena prosa, introducir alejamiento y cierta dificultad en esa aparente facilidad, tiene que despertar interés por reconocer cómo están compuestos los textos interesantes, aunque les resulten lejanos de los inmediatos intereses de los jóvenes. Cuanto mejores sean esas páginas, leerán con más provecho, adquirirán gusto lingüístico y tendrán mejor dominio de su lengua.

-Ha dirigido varios diccionarios, alguno para niños. Ahora los estudiantes de Primaria manejan con soltura internet, ¿pero consultan diccionarios?

-El diccionario de Primaria iba dirigido a escolares entre ocho y diez años y tenía varios objetivos. Uno de ellos era que los niños aprendieran a cuestionarse la complejidad del significado de las palabras; hasta de las palabras que conocen, pues es muy rara la voz monosémica. Casi todas las palabras descriptivas, sustantivos, adjetivos, verbos, tienen más de un significado; descubrirlo pronto y saber elegir el matiz adecuado que la voz toma en un texto entre los ofrecidos por el diccionario es un buen aprendizaje lingüístico. Eso va a la par de reconocer la parte de la oración con que principalmente funciona cada palabra en la oración y, tercer objetivo, consultándolo aprenden a resolver dudas y a cuestionarse de nuevo otras. Los mismos objetivos se pueden conseguir buscando por internet a condición de saber cuestionarse esos tres aspectos: matices del significado de una palabra en un uso concreto, entender la categoría gramatical que coincide con su función sintáctica, y saber encontrar esa información y valorar si es de calidad. Quizá parezca más fácil, pero conseguir esos mismos objetivos a esa edad sencillamente consultando internet tal vez no lo sea.

-El Diccionario en línea de la RAE es una herramienta de utilidad indiscutible y se anuncia que la vigesimocuarta edición estará concebida para un entorno digital. ¿No cree que con este formato se pierden cosas respecto a la consulta en papel? El hecho de ver las palabras previas o siguientes a la consultada, la posibilidad de toparse con un término por casualidad o, en el caso de los diccionarios escolares, contar con el apoyo de las ilustraciones...

-El futuro diccionario de la RAE es para adultos y no dejará de salir en papel si hay interesados; pero hoy ya los que necesitan obras de consultas prefieren la rapidez de la red, que no la consulta en volúmenes pesados, grandes, algunos en varios tomos como han sido hasta ahora los diccionarios o las enciclopedias. Las consultas actuales al diccionario académico han alcanzado la cifra de ochocientos millones en el año 2016. Nunca se hubiera podido alcanzar estas cifras con el diccionario en formato libro. Ciertamente la versión que hoy ofrece la página del diccionario académico no presenta la serie alfabética en que la palabra buscada se encuentra, como sí que la ofrece la página de papel; y ciertamente es una pérdida, pero compensada por la rapidez (se puede consultar desde un móvil), se navega dentro de él de manera que si en una definición no se termina de entender una de las voces que la componen, solo al poner el cursor sobre ella se abre su definición. Los diccionarios concebidos ya como recursos totalmente digitales, como será el futuro diccionario de las Academias, podrán tener esa lista que usted echa en falta, otra lista en el orden alfabético inverso (del final al comienzo de una voz), podrán seleccionar por tipo de características variadas la voz que buscan o que quieren sustituir, podrá tener no solo ilustraciones, sino la pronunciación grabada, muchos ejemplos reales, explicaciones pormenorizadas, mayor número de informaciones lingüísticas, y más. Todo esto seleccionado a gusto del usuario. Los diccionarios han sufrido una verdadera revolución con la informática. Pero tanto de los de papel como de los que se pueden consultar en CDRom o en internet, hay que saber extraer la mucha información que contienen.

-Los medios de comunicación, los políticos y los profesores se convierten a menudo en diana de las críticas respecto al mal uso del lenguaje. Usted conoce los tres ámbitos muy de cerca: fue asesora lingüística de TVE, ha estudiado el lenguaje en el ámbito político y ha sido profesora universitaria, ¿está la cosa tan mal como se pinta?

-Las quejas sobre el maltrato a la lengua son de todos los tiempos. En todas las épocas ha habido gente que habla bien y ha sido admirada por ello, y otros muchos que no tienen gusto por cuidar su lengua. Sabemos detectar lo insatisfactorio mejor que apreciar a quienes se preocupan, cuidan, aumentan y mejoran su expresión. Los que hablan y escriben bien tienen abiertas muchas puertas que los otros ni ven. En general los que cuidan de expresarse con precisión y con sencillez, consultan frecuentemente gramáticas y diccionarios o libros de divulgación sobre la buena expresión, se preocupan y esto mejora el uso que hacen de su lengua.

-¿Las redes sociales son el nuevo azote de una escritura correcta?

-No, las redes sociales son un nuevo canal de comunicación. Hoy se escribe muchísimo más que antes y como hay mayor ‘masa crítica’, como dicen, de ese número saldrán gentes que escriban mejor. Quizá las exigencias de lo que se entiende por corrección cambien, más abreviaturas, sintaxis más coloquial; pero habrá más gente que escriba bien porque ha tenido mucha más oportunidad de escribir. No hemos de ser pesimistas. Piense en el número de analfabetos que había en España hace unos setenta u ochenta años; piense en la gente ‘ágrafa’, que, sabiendo, no escribía nunca, ni bien ni mal; piense en la cantidad de jóvenes que compone música y letra de canciones hoy, que participa en esos concursos tan populares de relatos cortos, o que tiene un muro en Facebook cuidado con mimo.

-Ya le habrá dado tiempo a comprobar cómo funciona la RAE, ¿cuáles son sus primeras impresiones?

-Pues que se trabaja mucho y bien para poner al alcance de todo el mundo, de todos los hispanohablantes del mundo entero, recursos para conocer, analizar y amar su lengua y su literatura. Entren un rato en la página web rae.es y descubran todo lo que en ella hay, pasarán un buen rato y se darán cuenta de que es una institución que no rehúye su responsabilidad, sino que la ejercita.

-¿Ha tenido que explicar muchas veces que los académicos no son machistas o racistas por determinadas acepciones de algunos términos, porque el Diccionario no hace sino recoger el uso que los hablantes hacen de las palabras?

-Eso lo he tenido que explicar antes ya. Es la sociedad la que tiene rasgos machistas, xenófobos, racistas y lo refleja en su manera de hablar. Los diccionarios, y no solo el de la Academia, han de explicar esos usos, tales como son. Decir lo que a muchos gustaría pero no es, sería una solución poco seria, por no decir hipócrita.

-Parece inevitable pensar que la institución es machista cuando se recuerda que usted es la undécima mujer académica en trescientos años de historia. Más si se tiene en cuenta que en el alumnado de Filología dominan en número las mujeres. ¿Ese hecho es un reflejo de la sociedad o hay algo más?

-Esa institución es un reflejo más de la sociedad. El techo de cristal de las mujeres cubre todos los ambientes, ¿no ocurre eso mismo, si no mucho más, con la dirección de los medios de comunicación? Hay tópicos, como la presencia de las mujeres en la Academia y no en otros muchos espacios, que debemos analizar críticamente, no repetirlos una y otra vez sin pararse a ver el panorama que nos rodea.

-¿Cederá la Academia ante lo «políticamente correcto», que se impone con la excusa de evitar un lenguaje sexista? ¿Qué le parece la tendencia de utilizar los dos géneros a costa de la economía del lenguaje, o el uso de la arroba para representar ambos géneros, aunque sea en un lenguaje coloquial?

-La Academia no cede ni cederá en eso porque su trabajo es describir lo que se documenta; y en cuanto a la utilización sobre el reiterativo uso de los dos géneros tiene unas páginas claras y argumentadas en la edición de su Nueva gramática de la lengua española, que salió en 2009.

-Su página web está presidida por «El cielo de Salamanca», ¿mantiene contacto con la ciudad donde nació?

-Sí, claro, razones familiares y de amistad; gratitud por la universidad en la que me licencié y me doctoré, me hacen volver a Salamanca con cierta regularidad; breves días, es verdad, pues mi vida profesional se ha desarrollado en Barcelona. Cataluña me ha ofrecido marido, hijos, amigos, compañeros; he podido disfrutar del ambiente de modernidad que la caracteriza, de las posibilidades de desarrollo que ofrece. He hecho allí mi vida; pero todo el mundo que me conoce sabe que provengo de Salamanca y esta condición de salmantina integrada plenamente en Cataluña, me resulta francamente cómoda.

-Estudió en la Universidad de Salamanca con profesores como Alonso Zamora Vicente, Antonio Tovar y Fernando Lázaro Carreter. ¿Maestros así pueden decidir la vocación de los alumnos y hasta marcar toda una vida?

-Pueden marcar una manera de trabajar, de detectar líneas de investigación interesantes y formar con buena metodología, de valorar lo que está bien hecho, de mostrar una recta conducta moral en la profesión. Yo tuve la suerte de estudiar en la Universidad de Salamanca con esos maestros. Quiero recordar también a mis compañeros, de los que aprendí mucho, pues la facultad es un espacio y un tiempo de auténtico compañerismo, que hay que saber aprovechar.

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