Antonio Piedra - No somos nadie
Barra libre
La democracia no es más que la aplicación de la teoría del gusto
Cuando el disparate se adueña de las urnas con un resultado tan ingobernable, de nada sirve quejarse en Castilla y León o en el acantilado de Gibraltar. La democracia no es más que la aplicación de la teoría del gusto. Si hay cuatro películas importantes en cartel -PP, PSOE, Podemos, y Ciudadanos-, y otras cuantas de menor relieve, uno elige lo que quiere. Cada película cuenta la historia a su modo, y a la medida exacta del zoo en el que pretende recluirnos. Ya, pero en la vida real la paloma no suele hacer migas con el gavilán por razones obvias: por instinto acabará en sus garras. Sin embargo, al águila le encantan las bandadas de palomas. En esta terrible incongruencia estamos desde 20-D. ¿Pactarán los gavilanes con las palomas y viceversa?
Nadie lo sabe en esta película. Lo normal es que alguien, visto que los números dicen una cosa y la razón la contraria, anuncie que son incompatibles y que el ciudadano vuelva a votar con cierta lógica: que bambis y leones, normalmente, no duermen en la misma cama. Aunque claro, no es la primera vez que un renacuajo y un canguro anuncian su matrimonio por amor: porque, ay, son compatibles hasta en el pienso compuesto. Y claro, en este caso España sería el paraíso terrenal que auguró el profeta Isaías: Podemos pastaría con el PSOE, Ciudadanos se fusionaría con el PP, y el resto de partidos -nacionalistas, separatistas y antiespañoles- nos harían a los castellano y leones tan adictos a los milagros que nos daría igual santo o diablo.
Pero ninguna de estas situaciones idílicas las verán nuestros ojos porque en política las necedades irresistibles duran lo que una chocolatina en la puerta de un colegio. Hitler soñaba en el XX con dos mil años de nazismo, y Chávez en el XXI, con la eternidad bolivariana. Más pronto que tarde, los votos de los españoles tendrán que elegir drásticamente entre el estado de bienestar y Venezuela, entre tiranía y democracia, entre libertad y sumisión, entre realidad y cantos de sirena. Puesto que los políticos no lo hacen, habrá que poner coto a esta barra libre, incluso en tiempo de carnaval. El veneno ponzoñoso que la señora Carmena inoculó antier en los niños madrileños, con titiriteros corruptos y de quinta categoría, ya no es tolerable.
Hace unos días en Madrid, a un grupito de castellano y leoneses, cierto economista de renombre respondía a nuestras preguntas con las afirmaciones del gallego en una escalera: «Bueno, ustedes no se quejen, ¿tienen dinero en el banco?». Y señalando a Grecia y al mar Egeo, que Alexis Tsipras, el hermano de Iglesias, ha convertido en un coladero de miseria y de huelgas permanentes, añadió esta cita del Canto I de la Ilíada como como si fuera un corralito: «No les demos ocasión para saquear la ciudad de Príamo». Desde estas cuadrigas de asalto, diez mil hecatombes nos contemplan.