Los autorretratos de Vivian Maier, de Nueva York a Valladolid

El Museo Patio Herreriano acoge la exposición «El autorretrato y su doble», que reúne ocho vídeos y más de 80 fotos de la «niñera fotógrafa»

Fotos: F. HERAS

IVÁN TOMÉ

Con una cámara siempre colgada del cuello, la fotógrafa Vivian Maier no dejaba de mirar, analizar y hacer resonar el «click» constante de su cámara cada vez que tenía oportunidad, sobre todo cuando estaba a pie de calle. Una tarea que compaginaba con su oficio, el de niñera, lo que le daba una excusa para estar en constante movimiento tomando fotografías que nunca mostró a nadie. Un trabajo totalmente silencioso y anónimo.

Resulta muy paradójico que, a pesar de tener una vida inmersa en el más completo anonimato, una de las principales modelos de la fotografía de Vivian Maier era ella misma. Cualquier espejo o reflejo era el medio perfecto para retratarse, incluso su sombra proyectada en el suelo o en una pared. Y si no encontraba el medio, directamente desde su cámara, un «selfie» a la vieja usanza que la autora estadounidense sabía realizar mejor que nadie. Porque más allá del autorretrato, la «niñera fotógrafa» trataba también de mostrar la realidad de su tiempo y de la sociedad.

Ahora, estas autofotos que Vivian Maier realizó durante su vida llegan por primera vez a España y, más concretamente, a Valladolid, de la mano del Museo Patio Herreriano. La exposición, titulada «El autorretrato y su doble» muestra 8 vídeos y más de 80 fotos en las que la captadora de imágenes muestra su interés por esta técnica, que se asemeja «a una búsqueda frenética y desesperada de su propia identidad», como apuntó la comisaria de la exhibición, Anne Morin. Una identidad que durante toda la vida de Maier tuvo «de prestado» debido a su principal oficio de niñera y a su afán por pasar desapercibida en todo momento, cualidad que le permitía mostrar el mundo a través de su Rolleiflex sin que nadie notase su presencia.

Un sinfín de variantes

La obra que se muestra en el Museo Patio Herreriano no se trata de autorretratos al uso en los que el autor posa para la cámara, sino de un sinfín de variantes en las que Maier aparece de manera sutil, reflejando perfectamente la compleja personalidad de la autora. Para Morin, los reflejos de su rostro en un espejo, su «obra en la obra» y después su sombra que se expande en el suelo o el contorno de su figura, cada autorretrato de Vivian Maier es «una reafirmación de su presencia en ese lugar, en ese instante». Una suerte de «autofotos» que no podrían estar más alejadas de la moda actual de los llamados «selfies».

Tras haber pasado únicamente por la ciudad que la vio nacer a la autora, Nueva York, esta pequeña parte de la obra de Maier, que al completo la integran más de 120.000 negativos y muchas películas de súper 8, se mostrará en la capital vallisoletana hasta el 23 de abril, para que viaje seguidamente a Trieste (Italia) y, ya en época estival, en Japón.

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