Salud&Sociedad

Autismo Valladolid: atención para toda la vida

Los programas que promueve la asociación vallisoletana, que da servicio a 170 personas con TEA y sus familias, responden al ciclo vital del individuo

Varios jóvenes con trastorno del espectro autista trabajan en un taller de encuadernación en el Centro de Día «Alfahar» de Valladolid F. HERAS

DIANA G. ARRANZ

Rubén es un joven que forma parte de la «familia» de Autismo Valladolid. Además, es el claro ejemplo de cómo haciendo bien las cosas estas personas pueden llevar una vida con calidad. Rubén nos sorprende al reconocer, casi 25 años después, a nuestro compañero gráfico. Le llama por su nombre, le choca los cinco (como hacían cuando Paco realizó sus prácticas de magisterio en la Asociación) y los técnicos de la entidad se sorprenden por sus manifestaciones de emoción y alegría.

Hay mucho trabajo detrás de esta asociación que actualmente da servicio a 170 personas con autismo y sus familias, de la mano de un equipo de recursos humanos integrado por 88 profesionales.

Su programa de atención atiende al propio ciclo vital de una persona. «Contamos con el programa de atención temprana que está dirigido a los menores de entre 0 y 6 años y donde damos los primeros pasos en la resolución de cuestiones como habilidades comunicativas, socioemocionales, de juego e imitación», explica Olga Peña, orientadora escolar y responsable del programa, «pero también implicamos al entorno cuidador en todo este proceso de intervención global».

Este servicio representa la toma de contacto de la mayoría de las familias que acceden «por iniciativa propia o bien derivados por los servicios sanitarios» a la entidad, cuyo objetivo último es hacer efectivo los derechos de estas personas, así como favorecer su calidad de vida y conseguir la igualdad de oportunidades para ellas. A pesar de que los 18 meses es la edad media en la que se da un diagnóstico para el Trastorno del Espectro del Autismo (TEA), «lo cierto es que esta edad es muy variable y cada vez se están adelantando y esperamos mejorar aún más porque esto se traduce en una atención más temprana y una mejor evolución de estas personas», afirma Peña.

El centro de educación especial «El corro» es el único que atiende a menores con TEA en Valladolid

La atención a la educación es otra de las áreas que desde Autismo Valladolid se cubre, concretamente desde el Centro de Educación Especial «El Corro», el único de estas características en la provincia y que a pesar de ser privado, sus plazas son concertadas. Allí un equipo integrado por educadores y auxiliares de apoyo diseñan los itinerarios curriculares de sus alumnos. «Afrontamos cada caso desde la individualidad, conscientes del potencial de cada uno de ellos, pudiendo apostar por la educación combinada en centros escolares ordinarios», comenta su responsable, Jorge Román. Tres ciclos educativos que se corresponden con los grupos de edades de entre 3 y 6 años; de 6 a 16; y de 16 a 21 años, dan forma a esta etapa vital de sus usuarios. El objetivo de este centro: «dar la mayor utonomía posible a cada persona dentro de sus posibilidades».

Para María Concepción Galván, madre de Daniel y actual presidenta de la entidad, El Corro supuso la tabla de salvación para su familia. «Después de un periplo donde nadie nos identificaba qué le pasaba a nuestro hijo, viajamos hasta Madrid donde finalmente diagnosticaron a Daniel con este tipo de trastorno y nos recomendaron acudir a esta asociación», relata «Conchi», como la gusta que la llamen. Recuerda la emoción de comprobar cómo desde el inicio en el que Daniel comenzó a recibir esta atención «los cambios fueron increíbles, como por ejemplo empezar a comer sólidos cuando era algo imposible para nosotros».

De forma trasversal a estos servicios iniciales y básicos, desde esta entidad también centran su atención en el apoyo a las familias «quienes representan una parte indispensable donde prolongar y dar continuidad al trabajo que se realiza en los diferentes programas del centro», explica otra de las técnicos, Laura Palmero, quien también se ocupa del servicio de atención especializada. «Se trata de un trabajo que complementa el que estos menores reciben en sus centros educativos, con sesiones tan variadas como logopedia, musicoterapia, estimulación e integración sensorial y asistente personal».

Sesiones individuales a las que pueden acceder tanto usuarios o socios de la entidad como aquellos que no pertenezcan a la misma pero que quieran hacer uso de algunos de los servicios específicos. Por otra parte, existe lo que se denomina intervención directa, a partir de los 6 años, cuando ya existe un diagnóstico exacto y a cuyo frente se encuentra la psicopedagoga, Lorena Centenero. «Lo que aquí trabajamos, en pequeños grupos de personas diagnosticadas con autismo de alto funcionamiento con capacidades y necesidades afines, son las habilidades comunicativas y sociales, la gestión de emociones y la inflexibilidad que es un rasgo muy característico en este colectivo», explica esta profesional.

El trabajo en este área se realiza de forma coordinada con otros ámbitos en losse esté actuando, como en el educativo o si forman parte de atención temparana «y también trabajamos la escuela de padres». Todo ello con el objetivo de conocer todos los entornos y cuáles son las dificultades «a las que se deben enfrentar en su día a día y suponen una exigencia social para ellos».

Autismo de alto funcionamiento

Por las características más específicas de estas personas, cuyo diagnóstico se denomina como autismo de alto funcionamiento «la mayoría suelen recibir formación en centros educativos ordinarios donde, cumplida esta etapa, hay que trabajar la orientación vocacional y determinar qué tipo de empleo pueden desarrollar».

La llegada a una edad más adulta, o las circunstacias personales de cada uno de ellos, requiere de otros servicios complementarios como puede ser el residencial o el ocupacional. Para ello , Autismo Valladolid cuenta con el Hogar Residencial «Hamelín» y el Centro de Día «Alfahar».

En el primero de los recursos se ofrece la posibilidad de estancia, «aunque aún no podemos los 365 días del año» de forma que las personas cuyas familias no residan en la capital o que precisen de un respiro familiar, cuente con esta posibilidad. «Lo cierto es que muchos ya nos consideran como su primera casa», explica su directora, María Ángeles Álvarez, «y aquí somos capaces de acercarnos lo máximo posible a su persona, a sus emociones, sus necesidades y sus problemas», añade esta profesional para quien tratar de ponerse en su lugar «es la única forma de conseguir que mejore su calidad de vida».

En cuanto al Centro de Día, aquí las personas con TEA encuentran los servicios de atención diurna con carácter educativo y laboral. «Actualmente atendemos a 32 personas con edades desde 21 años hasta 49», comenta su responsable María Paz Pérez, «con quienes desarrollamos diferentes talleres». Desde potenciar la autonomía de estas personas, hasta elaborar productos que luego venden, sin olvidarse del ocio y el deporte, «cuyo objetivo es estructurar y ayudarles a planificar su tiempo y generar ocupaciones, y que esto les aleje de sus malos hábitos y consigan su estabilidad emocional».

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