8 de Marzo: Día Internacional de la Mujer
La atención sociosanitaria firma con nombre de mujer
El Hospital Benito Menni de Valladolid, con más del 80% de personal femenino, es un ejemplo del papel clave que está jugando en estos centros en este último año marcado por el Covid

Hace justo un año, un día como hoy, 8 de Marzo, y pese a que las noticias de la crisis sanitaria que se avecinaba eran cada vez más cercanas, pocos vislumbraban el vuelco que iban a dar nuestras vidas en algo más de una semana ... con el confinamiento. Tampoco en hospitales, residencias de mayores y centros de atención sociosanitaria, que en escasos días se convertirían en los principales focos de la lucha activa frente al Covid.
Nada tiene que ver su forma de trabajar con la de hace un año. Bien lo saben en el Centro Hospitalario Benito Menni de Valladolid, que a su atención en salud mental, psicogeriatría, cuidados paliativos y convalecencia física y neurológica sumaba en 2020 una unidad pionera en rehabilitación de personas con secuelas del virus. Las «barreras físicas» y medidas de seguridad que se ven obligados a adoptar para evitar contagios y la necesidad de mantener alejadas físicamente a las familias de sus pacientes, antes pilar esencial para su recuperación, han hecho aún más si cabe necesario el vuelco de sus profesionales.
Más de un 80 por ciento de la plantilla de este centro perteneciente a las Hermanas Hospitalarias es personal femenino y es un claro ejemplo de que en España la atención sociosanitaria en el año del Covid ha llevado nombre de mujer. Stephanie Escobar, doctora; Isabel de la Cuenta, farmacéutica; Yolanda Martínez, recepcionista, y Ariadna Zurro, fisioterapeuta, son cuatro de sus trabajadoras. A ellas le preguntamos por las razones del peso «femenino» en ese ámbito ¿es cuestión de aptitudes o pesan otros factores? «De manera clásica la mujer siempre ha tenido un papel esencial en la atención sanitaria. Primero en la Enfermería y luego fue ganando presencia en la Medicina», recuerda en este sentido Yolanda. Para Ariadna, es más una cuestión «coyuntural», mientras que la doctora Escobar cree que sí hay ciertos factores «psicológicos y emocionales» que predisponen a la mujer a inclinarse por este tipo de empleo.
Pese a la disparidad de opiniones son conscientes que en el centro en el que trabajan es una «rara avis», entre otras cosas, porque tampoco en su campo «hay tanta presencia femenina en cargos directivos» como sí ocurre en el Benito Menni. También por el reconocimiento de su trabajo, ya que consideran que en ciertos perfiles no siempre es así.
Estos últimos doce meses han sido muy difíciles en el hospital, pero Zurro opina que con el paso del tiempo han sabido reconducir satisfactoriamente esa «presión» inicial y transformarla en «responsabilidad y precaución». Se ha reforzado el trabajo en equipo: «Hemos aprendido a hablarnos con la mirada en momentos de crisis», añade Isabel de la Cuenta, que recuerda que hubo momentos en que «todos necesitábamos de todos». De aquellos caóticos meses de primavera, durante la primera ola del virus, Yolanda recuerda que «éramos unas máquinas de la limpieza».
No obstante, y pese a intentar con bromas quitar hierro al asunto, confiesan que llegaban todos los días con miedo a casa. Ha pasado el tiempo y la perspectiva no es la misma. Ahora se reconocen «afortunadas» por estar participando desde el principio en «la lucha activa contra la pandemia». «Volvías con los tuyos y te sentías desarrollada, con la satisfacción de que habías hecho un buen trabajo», añade De la Cuenta.
Pese a su papel esencial en el Benito Menni, las cuatro coinciden en cuestionar que la pandemia tenga el impacto de género del que ha alertado la ONU. Al menos no lo ven en su caso, «porque sí que es verdad que ha habido una sobrecarga laboral, pero para todos». Especialmente, porque por mucho que lo intentan, «es difícil no crear un vínculo emocional con los pacientes y sus familias», reconoce Stephanie, y más en las situaciones «dramáticas» que han vivido, con enfermos en «absoluta soledad». Momentos del que creen que se han repuesto gracias al apoyo de su entorno familiar.
Esta doctora considera que en su campo todavía hay escollos que salvar aunque en los últimos años la progresiva feminización de la Medicina ha ido en aumento -un 70% de las nuevas matrículas este curso corresponde a mujeres-. Lo opina también su compañera fisioterapeuta, que ve discriminación en ámbitos como la investigación y la dirección, de la que también adolecen a veces estos centros aunque no sea su caso.
Por eso ven importante la fecha de hoy, Día Internacional de la Mujer, pero en clave «simbólica» porque ese «subir peldaños» se debe trabajar día a día: «Hay diferencias biológicas insalvables -como la maternidad- que la sociedad no debería percibir como una desventaja de la mujer sino como un enriquecimiento». Para ello, añade Ariadna, «hay que insistir en el tema educativo». Ellas por el momento continuarán enfrascadas en su «lucha activa» contra el virus. Ahora, con la llegada de la vacuna ven el futuro con más «esperanza». «¿Mi mayor deseo?», confiesa Isabel, «poder sentarme a comer con mis padres. No lo puedo hacer desde hace un año».
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