José Gabriel Antuñano - El callejón del gato
Arte efímero
«El desarraigo artístico se contagia hoy por la Ley de Memoria Histórica y se desmonta el monumento a Onésimo Redondo»
Las artes del espectáculo, ópera, ballet, teatro, se califican de efímeras, por los cambios en cada representación y por no fijarse sobre un soporte. Pero son también efímeras porque muchos de los elementos, destinados a la creación artística (escenografía, vestuario) desaparecen, sin estudio, catalogación o inventarios. De este modo, un ejemplo entre miles, se han perdido cientos de vestidos, telones o diseños de Dalí, de incalculable valor y cuya conservación ayudaría a preservar la memoria histórica y el aprecio por lo nuestro. La experiencia no basta y en la actualidad atrezo y escenografías del Teatro Real esperan en unas naves su venta o destrucción.
El desarraigo artístico se contagia hoy por la Ley de Memoria Histórica y se desmonta el monumento a Onésimo Redondo. Con la promesa de exhibirse en el Centro destinado a la recuperación de la memoria en Salamanca, cuya realización no es prioritaria, el conjunto escultórico se arrumbará en un almacén. Estas esculturas y otras realizadas durante la dictadura representan un tipo de arte, donde ideología totalitaria y expresión artística convergen, produciendo creaciones pautadas por un mismo patrón. Da igual que las esculturas las hayan promovido fascismos de derechas (Mussolini o Franco) o totalitarismos de izquierdas (Stalin y compañeros del Este), porque el resultado es idéntico, reflejar con monumentalidad y cuerpos bien proporcionados y realistas, y movimientos y actitudes imperativos, la capacidad de imponer por la fuerza las ideas. La contemplación de este arte produce escalofríos, pero la solución no es la eliminación y el olvido (el peor antídoto contra la memoria) o la exhibición en parques temáticos (Hungría), sino la contextualización.