Ignacio Miranda - Por mi vereda

Arquitectura con sabor

«El Museo Etnográfico de Castilla y León exhibe una muestra sobre este patrimonio inmueble que es parte de nuestro acervo como pueblo, de nuestra idiosincrasia más profunda, de nuestra memoria sentimental»

Ignacio Miranda

Si naces en Cuenca , es lógico quedar fascinado para siempre por la belleza de sus casas colgadas, ese conjunto de edificios singulares encaramados sobre la hoz del río Huécar que destacan por sus balconadas en madera. Si eres arquitecto, todavía más. Algo similar debió ocurrirle a Carlos Flores , una eminencia en la materia que, a punto de cumplir los noventa años, ha dedicado buena parte de su vida a recopilar y rescatar del olvido la rica arquitectura popular española, de la que publicó en 1973 un tratado en cinco tomos con un amplio fondo gráfico fruto de sus viajes por todas la regiones.

Desde el pasado mes de mayo y hasta mediados de octubre, el Museo Etnográfico de Castilla y León exhibe una interesantísima muestra sobre este patrimonio inmueble que es parte de nuestro acervo como pueblo, de nuestra idiosincrasia más profunda, de nuestra memoria sentimental. En la sede de Zamora pueden contemplarse trescientas imágenes en blanco y negro de las cerca de 7.000 que realizó el arquitecto allá por las décadas de los sesenta y setenta, cuando por caminos embarrados, carreteras con baches y aceras de morrillo, se entregó al estudio de las construcciones tradicionales, igual que antes había escudriñado la personalidad mística de Antonio Gaudí o el concepto de urbanismo lineal de Arturo Soria.

Así, con la humildad de los grandes, inmortalizó palomares de adobe y modestas tenadas, silos de cereal y bodegas, albercas y lagares, diversas tipologías de viviendas y detalles decorativos en puertas y ventanas, henchidos de encanto, sabor y sentido práctico frente al avance del fibrocemento. Un reflejo de cómo el hombre crea un espacio a su medida para resguardarse y salir fuera, con materiales del terreno e integrado armónicamente en el paisaje, lejos del confort urbano. Y con una enseñanza de fondo: no hay que conquistar la naturaleza, sino adaptarse a ella. Amén.

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