Fernando Conde - Al pairo
Aquí empieza todo
«Susana Díaz no despierta simpatías en provincias como Valladolid o Burgos, pero todos sabemos que, si hay un lugar en el que 'donde dije digo, digo Diego' vale, es en el de la política»
El peso específico de la federación regional socialista en el concierto nacional y, cuando toca, en la elección de candidatos a hacerse con el timón de la nave suele ser inversamente proporcional a su valor simbólico. Esto, que puede sonar a chusco principio de Arquímedes , es un hecho evidente que, por ejemplo, ha venido constatando tradicionalmente la famosa fiesta de Rodiezmo de la Tercia , desde que el PSOE se sumara a esta iniciativa sindical, allá por el año 1979. Por ello, no parece casual -ni mucho menos- que Susana Díaz , la líder socialista con ansias de extender su califato andaluz al resto de la piel de toro, haya elegido dos provincias castellano y leonesas --tres, si tenemos en cuenta la parada y fonda salmantina, más de compromiso que de necesidad-, para empezar a tantear simpatías de cara a sus inminentes aspiraciones políticas.
La primera relevante será Palencia , el sábado próximo, una provincia aparentemente «tranquila», pero cuya elección no puede dejar de entenderse como una auténtica bofetada a mano abierta en la cara del actual auriga del socialismo mesetario, por cuanto el «villarrubismo» , perdedor hace apenas un par de años en la pugna regional y anhelante de un vendetta que podrá servir fría, cuando toque, es oriundo de la zona. Y después, el domingo, León , el plato fuerte de este primer sondeo y que pasa por ser, además de una de las provincias más extensas de España y con mayor diversidad, también por lo que se refiere a filias y fobias políticas, un territorio de largo arraigo y tradición izquierdista.
No cabe duda de que, de esta prueba iniciática, la actual presidente del gobierno andaluz deberá sacar muchas conclusiones y sopesar hasta qué punto ese socialismo en proceso de desintegración que dejó Zapatero y que acabó de apuntillar un insustancial Pedro Sánchez , que amenaza aún con volver a lo MacArthur , puede despertar ilusión en la militancia, haciéndose carne en la figura de una mujer que en su Andalucía cotidiana simplemente ha dejado que el pasado continúe su rutina, pero que en el resto de España tendrá que hacer un enorme esfuerzo para tornar la melancolía en esperanza. Susana Díaz no despierta simpatías en provincias como Valladolid o Burgos, cuyos adalides se han mostrado partidarios de otras opciones, pero todos sabemos que, si hay un lugar en el que «donde dije digo, digo Diego» vale, es en el de la política. Pronto veremos si Susana Díaz tiene tanto predicamento y valía como para enderezar el rumbo de un partido casi sesquicentenario y también si en Castilla y León, como tantas veces, habrá de empezar todo.