Víctor García Blanco: un hombre leal

Querido Víctor: Te escribo estas líneas con el corazón agitado y el pulso tembloroso recibiendo hace unas horas la triste noticia de que te has ido. Lo has hecho a modo y semejanza de como has vivido. Discreto, en silencio, sin ruidos, pero siempre siendo una figura esencial para el conjunto del Consejo y de la red cameral. Te has ido sereno, tranquilo y de la mano de tu esposa, Rocío, a quien, junto a vuestros hijos Pablo y Gonzalo y a tu madre Manuela, les has ido concienciando del fatal desenlace.

Nosotros, tu otra familia, la cameral, estamos consternados, revolviéndonos ante la vida porque ha sido injusta contigo y te has ido muy pronto, con muchas cosas aún por disfrutar. Tu talante conciliador con todo el mundo, siempre en un lugar secundario, apartado de los focos -ya sabemos que no te gustaban mucho, pero de vez en cuando te exponías a ellos- ha sido clave en la andadura del Consejo. Nos queda a todos el consuelo de que sabes lo que te queremos, te respetamos y te admiramos y que desde la tranquilidad que expresabas con tus ojos, a través de sus destellos, ya sabía lo que querías trasladar. Me quedo con nuestra última conversación, en la que lejos de arrugarte, seguías peleando, haciendo planes con la lealtad que siempre has demostrado. Dejas un vacío inmenso entre nosotros y qué te voy a decir de los compañeros con los que has compartido trece años de tu vida, trece años intensos donde habéis conformado una pequeña familia laboral, un equipo compacto y fuerte. Querido amigo, te mereces esta despedida desde mi profundo agradecimiento por cómo has sido y lo que nos has dado. Buen camino Víctor. Seguiremos honrando tu memoria y cerca de los tuyos, que también son los nuestros, Tú, desde el cielo, nos guiarás. D.E.P