Un «ambicioso proyecto» analiza en el Herreriano la relación del hombre con la Tierra

Eva Lootz y Carmen Laffon, protagonistas de la nueva temporada, que incluye una revisión crítica de la Colección

Carmen Laffon, en el Museo de Arte Contemporáneo Patio Herreriano de Valladolid HERAS

H. DÍAZ

La relación del hombre con la Tierra y la responsabilidad que debe asumir respecto a la defensa de ese patrimonio natural, pero también cultural, que va desapareciendo es el trasfondo que hila la nueva temporada del Museo de Arte Contemporáneo Patio Herreriano de Valladolid , con dos artistas como protagonistas, Eva Lootz y Carmen Laffón , así como una revisión crítica y arriesgada en clave futurista que el poeta y profesor José María Parreño ha hecho de la propia colección.

Propone este último al espectador un «ejercicio de imaginación» y le lleva a través de un túnel del tiempo hasta el próximo siglo para que «vea el presente como si fuera el pasado». «2120. La Colección después del Acontecimiento» es el nombre elegido para presentar las obras del Patio Herreriano «desde otra luz», tomando precisamente este nombre del término eufemístico con el que se están refiriendo a lo que queda del siglo XXI, «que sabemos que será trascendental para la Historia de la Humanidad», señaló ayer durante su presentación su comisario: «Queremos que los espectadores vean la exposición con los ojos que tendrían nuestros nietos, a los que les extrañará cómo utilizábamos la energía, tirábamos las botellas de plástico a la basura, cómo los artistas realizaban obras con materias primas extraordinariamente valiosas como la madera o cómo los animales todavía seguían en libertad».

HERAS

Las salas 3, 4 , 5, 6 y 7 del museo, cuyas paredes han abandonado su blanco impoluto para teñirse algunas de ellas de color rojo, verde o amarillo, albergan esta «suerte de ficción» agrupadas en cinco capítulos –«La llamaron Humanidad», «Souvenirs de la Tierra», «Vieja cultura moderna», «Antes del Acontecimiento y «La era del carbono»–, acompañándose algunos de estos espacios de textos de la época, muchos poemas, «para contextualizar esta forma de ver el mundo». No quieren ser, sin embargo, significó Parreño, «imágenes que ilustran un discurso», pues para él «las obras hablan por sí mismas, son elocuentes y esa es su milagrosa fuerza» .

Una llamada de atención sobre la Tierra es también lo que propone la artista Eva Lootz en dos de las salas más emblemáticas del museo, –la 9 y la Capilla–. Una exposición con la que además se cumple uno de los propósitos que el director de este espacio, Javier Hontoria, se propuso a su llegada:trabajar en red junto al Museo Nacional de Escultura.

Museo Nacional de Escultura

Precisamente el entusiasmo que la artista de origen austriaco tiene por este centro, y en concreto, por los artesanados que alberga, le sirve de inspiración para la «minimalista» pero a la vez «interesante» intervención que hace en una de las salas del Colegio de San Gregorio, detalló su directora María Bolaños, para quien la artista «hace una grandísima pregunta a nuestro siglo XXI respecto a la desaparición de nuestras herencias y la responsabilidad que debemos asumir en la defensa de ese patrimonio que desaparece» Es ésta una pequeña extensión de «El reverso de los monumentos», el proyecto que alberga el espacio de arte contemporáneo y que ha supuesto para la artista, confesó, «una experiencia maravillosa».

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Lootz se interesa por la materia de los monumentos, «algo que queda en la sombra» y reivindica la tierra en su literalidad. Para ello propone en la Capilla tres conos, dos de óxido de hierro y uno de caolín, y unta el suelo de la sala 9 con una enorme lengua de betún, un elemento cuya producción era muy importante en el siglo XVIII «y ayudaba a una gestión ejemplar de los recursos forestales». A través de esta intervención, que rodea de sus más características lenguas, hace una llamada de atención sobre los 800 idiomas en peligro de extinción en América Latina. Esta proyecto le ha supuesto a la artista un ejercicio de investigación y su propósito es que sea conocido el problema porque «ni yo mismo lo sabía», admitió recordando que precisamente ayer, 21 de febrero, se celebraba el Día de las Lenguas Maternas en Peligro de Extinción .

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