Ignacio Miranda - Por mi vereda
Un Álamo blanco por Alcalá
«Muy emocionado, el diestro de Ciudad Rodrigo afirmaba que había cumplido su sueño, que vivía un cúmulo de sensaciones difíciles de explicar»
![Un Álamo blanco por Alcalá](https://s2.abcstatics.com/media/espana/2017/06/10/Miranda-kFOH--160x110@abc.jpg)
Por fin Juan del Álamo abrió la puerta grande de la plaza de Las Ventas, la que une el corredor que llega del ruedo con la acera de la calle de Alcalá, la que lleva de la dureza del oficio a la ansiada gloria . Vestido de blanco y plata, puro envés de las hojas de su árbol, salió a hombros entre el gentío que le aclamaba. Era un héroe bajo los selfies. A veces ni podía mantener erguido el tronco, zarandeado como las andas del Rocío tras el salto de la reja, perdida la verticalidad para contemplar el encapotado cielo madrileño del postrero jueves de San Isidro .
Muy emocionado, el diestro de Ciudad Rodrigo afirmaba que había cumplido su sueño, que vivía un cúmulo de sensaciones difíciles de explicar, y que en su memoria estaba presente Víctor Barrio. Porque, de alguna manera, en una profesión tan arriesgada sobre el albero como injusta en los despachos , un triunfo de ley es tuyo, y también de los compañeros que ya no están. Un gesto de grandeza que le honra.
De la quinta 1991 -el toro de cinco y el torero de veinticinco, reza el dicho-, tiene cara de niño , pero es un tío hecho que va por derecho. En su DNI es Jonathan Sánchez Peix, que suena a nombre de alumno de la ESO. Sin embargo, el hábito no hace al monje, por eso se crece al anunciarse en los carteles.
Y al ejecutar las suertes con hondura y verdad, en un compendio de mando, temple, lidia inteligente y quietud, fiel al corte clásico de los matadores de nuestra tierra. Cortó una oreja a cada uno de sus astados de la encastada corrida de Alcurrucén. Curiosamente, su primero se llamaba «Licenciado», que ya iba predestinado a caer en las manos de un diestro de Salamanca. Todo llega, maestro . Enhorabuena.