Ignacio Miranda - Por mi vereda

El ahínco de Ascensión

«De momento, no hay constancia de que el Ministerio de Trabajo vaya a premiar a esta hostelera infatigable, ni tampoco la patronal de las Pymes por su carácter emprendedor»

Ascensión Ramón, tras la barra del bar que ha regentado durante un siglo ABC

El vino que tiene Asunción no es blanco, ni es tinto ni tiene color», dice la canción popular. El bar que regenta Ascensión ha cerrado sus puertas por jubilación. Un titular banal si no fuera por la personalidad y trayectoria de la dueña, Ascensión Ramón, de ¡104 años de edad!, quien hasta hace escasas fechas atendía el único establecimiento hostelero de la pequeña localidad berciana de Bárcena de la Abadía. Todavía posa sonriente detrás de la barra, bufanda al cuello, entre la máquina del café y botellas de güisqui, ginebra, orujo y ron. Una imagen que ilustra el cierre de un modesto local en nuestro medio rural, cada vez más vacío.

Para Ascensión, el trato con el público ha sido consustancial a su existencia. Con solo cuatro años empezó a ayudar detrás del mostrador en distintos negocios de la familias: carnicería, tienda de ultramarinos y fonda. «Entonces había movimiento de obreros y minas», explica, a diferencia del «desierto» que se contempla ahora. Critica los altos impuestos que debe pagar una actividad en localidades pequeñas, «porque no estamos en la Puerta del Sol», y lamenta el ocaso de la minería que ha terminado por llevarse la juventud a otros lugares.

Ella enviudó joven, con siete hijos, pero le echó redaños a la adversidad para salir adelante. Un ejemplo de coraje y tenacidad cada vez más en desuso, en una sociedad pusilánime. De momento, no hay constancia de que el Ministerio de Trabajo vaya a premiar a esta hostelera infatigable, ni tampoco la patronal de las pymes por su carácter emprendedor. De las feminazis enfrascadas en la batalla contra VOX tampoco cabe esperar ningún reconocimiento.

Ahora, se despide con la humildad de las grandes, tras agradecer a Dios haber tenido salud para llevar el bar tantos lustros, en épocas boyantes y difíciles, «de las que he salido con dedicación, sacrificio y ahínco». Toda una receta para los pontífices del marketing.

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