Guillermo Garabito - Anotaciones al margen

Aguinaldo de enmiendas

«A diferencia de otras ocasiones no había alusiones a lo nacional. Los números no dan juego»

CRÓNICA PARLAMENTARIA

Lunes. Pleno prenavideño en las Cortes de Castilla y León. Sin mazapanes ni villancicos. Si fuese por algunos, en este país, debería suspenderse incluso la vida misma hasta que se forme un nuevo gobierno nacional o se anuncien unas nuevas elecciones: allá para el mes de marzo. Pero hay vida e incluso pleno.

No vi a ninguno de los procuradores con cara de resaca postelectoral porque vistos los resultados de las elecciones generales del domingo no había mucho que celebrar en los distintos partidos. Alguno lo agradecía secretamente, a las cuatro de la tarde, por no quedarse dormido durante la sesión. Decían estos días atrás los analistas que a quién se le había ocurrido poner unas elecciones en estas fechas navideñas en las que nos encontramos. Y eso digo yo del pleno. Era una sesión para debatir las enmiendas a los presupuestos del próximo año. Las enmiendas, unas dos mil cuarenta y una. Pero a este paso vamos a tener año antes que presupuestos aprobados. O no. Con la reunión mañanera de ayer entre Herrera y Fuentes se alcanzó un acuerdo entre el PP y Ciudadanos para aprobar los presupuestos de 2016. Un acuerdo el día después de las elecciones. Siempre los intereses electorales primero. Un acuerdo en el que Ciudadanos se dejó su gratuidad de los libros de texto para escolares por el camino. Pasó de eso a un compromiso de la Junta a avanzar de una manera «progresiva» hacia un modelo que permita alcanzar la gratuidad total «en el futuro». Que es lo mismo que no decir nada.

A diferencia de otras ocasiones no había alusiones a lo nacional. Los números no dan juego. Y eso que siempre hay referencias durante los plenos, de unos o de otros. Pero esta vez nada. Quizá sea que la cosa está realmente mal.

El señor Chávez Muñoz, procurador por Podemos, tuvo la tentación de arrancarse por lo nacional mientras defendía una parte de las enmiendas presentadas por su grupo. Lo fue bordear en su discurso hasta el final, cuando la presidenta de las Cortes le decía que tenía que concluir su intervención por haberse excedido del tiempo.

El socialista Javier Izquierdo: «Yo les voy a pedir el voto a favor ya sólo para tres de las enmiendas que he explicado». Y si hubiese habido un turno más, después de la réplica y la dúplica, en el PSOE se hubiesen conformado con que se aprobaran dos.

Votar, el acto físico de pulsar un botón en la Cámara, se ve que tiene su propio proceder. No se hace con un dedo elegido al azar frente a lo que pueda pensar el lector. El procurador socialista pidió a la bancada popular, antes de terminar su turno, que en vez de votar con el dedo índice las enmiendas presentadas por su partido «lo hagan con el dedo corazón, con sentimiento, que seguro los ciudadanos se lo agradecerán». Y al volver a tomar la palabra el portavoz del PP, Fernández Carriedo, dijo que incluso con el dedo corazón votarían que no.

No me digan por qué. A mí entre tanto dedo corazón para arriba y para abajo se me vino la imagen de la famosa peineta de Bárcenas a los periodistas. Y los libros de texto gratis que habían prometido los de Ciudadanos. Llámenme malpensado.

Mañana más.

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