El águila imperial ibérica retoma el vuelo

Esta ave rapaz en peligro de extinción ocupa más de un centenar de territorios en Castilla y León, cinco veces más que a principios de siglo

Miguel Gonzalez Perea

M. G.

Catalogada en peligro de extinción, es una de las grandes rapaces más amenazadas a nivel mundial . Pese a que su situación sigue siendo delicada, su evolución en Castilla y León ha mostrado cómo en cuestión de 16 años los territorios ocupados se han multiplicado por cinco y el águila imperial ibérica se asienta ya en 103 áreas de esta comunidad, frente a las 19 en la que era localizada cuando se puso en marcha en 2003 en plan de recuperación de la especie.

Su majestuoso vuelo es uno de los placeres de los amantes de la ornitorlogía. En los noventa avistarlas sólo era posible en las zonas montañosas del sureste en Castilla y León , en las provincias de Ávila y Segovia, donde estaban recluidas, pero su área de distribuición se ha ido ampliando al ritmo de su crecimiento poblacional y expandiéndose hacia el noroeste. Ya en 2010 habían colonizado Valladolid, un lustro después llegarían a Salamanca, en 2018 a Zamora y el año pasado aterrizaron ejemplares en Zamora.

La destrucción de su hábitat o el descenso de ejemplares de sus presas principales, así como la muerte en tendidos eléctricos supuso casi la extinción en la década de los años setenta y ochenta del pasado siglo. La recuperación de las poblaciones de conejo y las actuaciones de conservación y minimización de sus principales amenazas -entre las que se incluyen también el uso ilegal de venenos y, en menor medida, disparos- han permitido su consolidación, explican desde la Junta de Castilla y León.

El águila perdicera (Hieraaetus fasciatus) se distribuye por la práctica totalidad de la Península Ibérica, aunque sus poblaciones reproductoras se concentran en el arco mediterráneo . En Castilla y León las actuaciones para su protección comenzaron en los noventa y se intensificaron en 2003 con la aprobación del Plan de Recuperación, que cumplió en un año con los objetivos poblacionales que se habían marcado para un total de seis.

Además, del seguimiento de 93 parejas reproductoras de esta especie endémica de la Península Ibérica (a comienzos de siglo eran 16) se ha obtenido como resultado un índice 1,51 pollos por pareja, lo que da un mínimo seguro de 140 pollos volados en 2019.

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