Águedas, hijas de la libertad
El próximo miércoles, las mujeres protagonizan la celebración de una de las fiestas con más tradición y arraigo
La festividades de Las Candelas (2 de febrero) y Santa Águeda (5 de febrero) convierten el segundo mes del año en un ciclo de exaltación de lo femenino, con una inversión de roles en el que las mujeres toman el mando e incluso tratan despóticamente al varón, representado en ocasiones por un «pelele» al que mantean o un puchero que se rompe. Las cofradías de Águedas constituyen una de las tradiciones más arraigadas en Castilla y León, con especial presencia en las provincias de Zamora y Salamanca , sin olvidar las celebraciones de Segovia -con su alcaldesa de Zamarramala- pero también en municipios como Abades,
Hontanares, Huertas, Valverde, Santa García Madrona, Valsaín o La Granja, Ávila o Burgos. Santa Águeda (Ágata) es una joven mártir siciliana del siglo II cuya devoción se extiende rápidamente por todo el orbe cristiano. Al ser arrancados sus pechos con tenazas, la iconografía más tradicional de la santa la representa con sus senos en una bandeja . Es por ello que en España se la considera protectora de la lactancia y de lo femenino, como buenos partos o el cáncer de mama. Curiosamente, en su Catania natal, la joven Águeda -que finalmente muere quemada viva- es la protectora contra el fuego, los rayos y tormentas y las erupciones del volcán Etna, que cada poco alertan a los sicilianos. Se trata de una fiesta eminentemente masculina que contrasta con la exaltación femenina extendida por Castilla y León .
Existen varias teorías sobre su origen; Caro Baroja apunta a las Matriarcales romanas, en las que los esposos eran especialmente atentos con sus mujeres y las esclavas podían liberarse de sus quehaceres. Esta fiesta podría haber sido adaptada al calendario cristiano, máxime en zonas de tradición agrícola donde la mujer trabajaba el campo como un hombre.
Pese a que en la época medieval ya existe en España una amplia iconografía de la santa, no es hasta los siglos XVII y XVIII cuando proliferan las fundaciones de cofradías. Según consta en el Archivo Diocesano de Zamora, sólo en las comarcas de la Tierra del Vino, Toro y Zamora existían ya 40 cofradías, según los datos recopilados por el historiador José Andrés Casquero. Zamora capital conserva dos cofradías del siglo XVII como son la de San Frontis y la de San Lázaro, la más revoltosa de cuantas salen a la calle.
Los fines
Aunque el fin último de cada cofradía es extender el culto a la santa, organizar la fiesta del 5 de febrero y atender las exequias de las cofrades, las cofradías de Águedas (o aguederas) suponen una excepción en la Iglesia cuando a las mujeres se les negaba su condición de cofrades, pues lo eran por el hecho de que lo fueran sus maridos. El siglo XVII propicia la fundación de cofradías exclusivamente femeninas en torno a Las Candelas y Santa Águeda, así como de la Virgen del Rosario . En ellas se eligen abadesas, mayordomas y cotaneras, que ayudaban en las funciones religiosas y organizaban un convite después de la misa. También se pedía limosna para la cofradía y para caridad, posible origen de la llamada «miaja», donde las Águedas aún obsequian con dulces y vino a quienes les entregan un donativo.
Aunque se trata de asociaciones religiosas de mujeres que debían ser «honestas» a ejemplo de la santita siciliana, la memoria popular guarda de las Águedas su alegría y sus bromas en la calle. Ya desde sus inicios las cofradías contratan música y baile para los convites, que eran copiosos . El ayudar a misa y algunos «excesos» en los convites, costó la persecución y prohibición de diversas cofradías de Zamora en el siglo XVIII por parte de prelados conservadores, si bien no pudieron acabar con ellas. Benditas ellas.
Siglos después, las herederas de aquellas mujeres siguen vistiendo los días de febrero con su indumentaria tradicional, sus cánticos y el recuerdo de las que, al menos por unos días, cambiaban el poder establecido y proclamaban por las calles la alegría de ser mujeres y el derecho de gobernarlas.