Una afectada por la estafa funeraria de Valladolid dice que incineraban varios cuerpos a la vez «en hilera»
La mujer pide «que paguen todos los que han consentido esto a lo largo de estos años»
Con apenas 32 años, su marido sufrió un derrame cerebral mientras conducía. Su muerte le golpeó a ella y a sus dos hijos. Fueron sus tíos y un cuñado quienes eligieron en el Tanatorio El Salvador de Valladolid la caja con la que incinerarían a su esposo. «Nosotros quisimos ver la incineración, y gracias a eso un familiar nos dijo que habían cambiado la caja , que no era la que habíamos elegido. En ese momento no le hicimos caso, pero por desgracia tenía razón. Ahora nos damos cuenta de que lo que vimos fue que metían la caja en algún lugar». Es el testimonio de una de las víctimas de la presunta estafa cometida por la funeraria durante 20 años y por el que se han detenidos a 16 personas, de las que tres -el dueño y dos de los hijos- permanecen en prisión. Todos ellos habrían participado en una estafa consistente en cambiar los ataúdes por otros más viejos antes de la cremación o directamente utilizar palés o tablas para la quema.
«Yo creí ver fuego en ese momento, pero lo que había era un cañón de aire que asemejaba todo, porque lo tenían todo muy bien preparado, y han sido capaces de aguantar el dolor de una familia detrás de un cristal, sufriendo en esos momentos, sabiendo que todo era una pamema y que lo que se estaba haciendo no era real», señaló entre lágrimas.
Según informa Ical, tras reunirse ayer con los abogados que presentaron este lunes las denuncias a los juzgados, Rebeca tiene claro que en El Salvador incineraban «en hilera» varios cuerpos a la vez. «Tengo una amiga que ha abierto la urna de su padre y lo que hay dentro son piedras. Según nos han explicado, en una urna lo único que debe haber son cenizas y algunos huesos triturados, no piedras. Hay otros casos en los que se han encontrado grapas y puntas, lo cual quiere decir que no siguieron el protocolo de imantado, por el cual se quitan las grapas y las puntas de las cajas. Con todo lo que se está oyendo parece que lo hacían para rellenar las urnas, para que pesasen», señala.
«No me atrevo a ver las cenizas porque yo decidí que mi marido estuviera en su casa, con sus hijos, y si abro eso y veo que no es… Terminaría de destrozarnos. Nos han tratado peor que a perros; ya no era cuestión de una caja más barata, es que ni tan siquiera les ponían una caja.. Lo único que me queda es pensar que lo que han hecho es cambiarme la caja por una más barata, pero que el que yo tengo en mi casa es mi marido, y el padre de mis hijos...», apunta antes de deshacerse en lágrimas.
Sobreponiéndose al dolor, señala que ha decidido exponer su testimonio ante los medios con la esperanza de «que paguen todos los que han consentido esto a lo largo de estos años, no solo los que están detenidos, sino todos los que han participado en ello. Se han querido lucrar del dolor de la gente y ahora nos obligan a revivir todo y de esta manera», concluye.
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