Antonio Piedra - No somos nadie
4 reservas
«Cataluña ya es sinónimo de mangancia, de mentira universal bien hilvanada, y de un carajal populista sin fondo»
Lo inevitable sucedió ayer sábado. Ya está en marcha el 155 que ansían independentistas y podemitas, que tanto aborrecen sanchistas y rajoyistas por razones contrarias y sin embargo coincidentes, y que tanto aconseja Rivera como dieta constitucional . El habitante de Castilla y León -sabiendo que el estropicio del niño lozano se evita no metiendo demasiados la mano- está hecho un lío, pues no sabe si del 155 se aplicará el primer periodo gramatical, o el segundo o el último. Pocos creen que se aplique en su totalidad porque sería demasiado riguroso para golpistas sostenidos como el señor Carles Puigdemont i Casamajó.
De aquí que los mesetarios tengamos la mosca detrás de oreja. Sobre todo después de haber oído al diputado por Palencia, señor Méndez de Vigo , haciendo cambalaches durante el fin de semana acerca de la inmersión lingüística y emulando con Gila en torno a la alta inspección del Ministerio de Educación . En esto, el señor ministro parecía el portavoz de la señora Elena María Bastidas i Bono. Lo digo porque la presidenta en el Congreso de la Comisión de Cooperación Internacional para el Desarrollo -o sea, la misma doña Elena María- nos deparó en directo, hace escasos días, una memorable entrevista radiofónica en la que aseguraba contra viento y marea que no: que no existe la inmersión lingüística como norma, sino casos aislados. De aquí una pregunta existencial: ¿habrá un auténtico 155 o un aguachirle? Qué sé yo.
Mientras llega la respuesta en breves días -lo veremos del 24 al 27 de los corrientes-, lo que sí se palpa en el ambiente, de Villalón a Campaspero, son cuatro tipos de reservas. Primera, la que exhalan populistas e independentistas juntos, que han decido meter la quinta y acelerar el haiga hasta que revienten las ruedas para que alguien se abra la cabeza. Segunda, la que juegan Sánchez y Rajoy en ese dúo de amor, recientemente constituido, en el que sólo se delibera sobre la intensidad del terremoto. Tercera, la que destila Albert & Rivera cuando abre la nenuquera y piensa que en seis meses lloverá tanto en Cataluña que todos seremos de Ciudadanos.
La cuarta reserva empieza a ser letal: la marcha inquietante de la economía ha saltado ya como primera preocupación en España. Esa huida masiva de empresas en Cataluña -sólo en el último jueves se contabilizaron 268- y ese trasiego o retirada de fondos a mogollón conducen directamente a la debacle. No hay quien que lo resista. Cataluña ya es sinónimo de mangancia, de mentira universal bien hilvanada, y de un carajal populista sin fondo. Como la aplicación del 155 consista en pasar el marrón entre Herodes a Pilatos, nos encontraremos con un grave problema a la vuelta de la esquina: que el dinero nos dirá adiós a los de siempre por la misma contabilidad que establecía el malvado Henry Miller: si la mierda fuera valiosa, los pobres nacerían sin culo.