Antonio Piedra - No somos nadie

Los 3 mosqueteros

«La peineta del votante a los 3 mosqueteros –Iglesias, Rivera y Sánchez: uno para todos y todos para uno– ha sido florida»

ANTONIO PIEDRA

Descojonante. Ni Patro de la Escosura imaginó tal regodeo cuando respondió así en unas elecciones del XIX: «Pues ya ve usted, íbamos ganando los liberales, pero al final ganamos los conservadores». Podemos, el partido de la sonrisa y corazoncitos en colores, ha tenido que retirar con Ikea las cómodas Malm por un defecto de forma que aplasta niños por falta de anclaje. Ciudadanos, el partido del nenuco discotequero, no encuentra una toalla con la que tapar «la chorra» de Felisuco a las 5 de la mañana. Y del PSOE no digo nada, pero es que ni pío: soy militante consorte y quiero tener en casa un fin de semana en paz.

La peineta del votante a los 3 mosqueteros –Iglesias, Rivera y Sánchez: uno para todos y todos para uno– ha sido florida. En vez de dimitir con dignidad, por ahí andan relamiéndose las heridas e intercambiando cromos como hacen los niños todos los domingos en la plaza España de Valladolid. Desde que son emergentes, los 3 mosqueteros han tenido una misma y única ideología: acabar con Rajoy, con el PP de Rajoy, y con los votantes del PP. Lo cual, formalmente, es legítimo pero suena a planteamiento fascista. Lo cual, prácticamente, también es posible pero recuerda los procedimientos del nazismo. Así que batacazo democrático y soberano.

Los 3 mosqueteros –jóvenes, chulos, guapos, folladores, frívolos, pedantes, cursis y presuntuosos a porfía– han contado su versión de la hecatombe. El más sincero de los 3 –Iglesias–, y en nombre de los otros 2, lo atribuye al miedo. Pavor más bien, pues hablamos de un recurso básico del hombre ante un gran peligro. Mis vecinas, que son unas santas, oyen el nombre de Iglesias y se santiguan. Los socialdemócratas, muy numerosos en España, escuchan la perorata de Sánchez y cambian de canal para complacerse en Corcuera. Y los catadores de esencias políticas, que son la exhalación primorosa de las camelias, ya no se extasían con Rivera II porque, ay, parece el desmayo de un gigoló acunado por Juan Carlos Girauta, que ya son ganas.

Viendo este panorama desde la Sexta –a quien Del Bosque augura que «le quedan dos duchas»–, el voto a Rajoy se disparó por cuajo y porque los idus de junio son como el resto de calendas que se pasan con ofrendas. A los 8 millones de votantes del PP les han llamado viejos, inmorales, casposos y otras jaculatorias progresistas antes de ejecutarlos al alba. Inmenso error. Antaño a las mujeres se les negó el voto porque eran tontas, y Engels advirtió a los marxistas que las opiniones radicales que se derivan de una ideología deben silenciarse porque se ponen en su contra. Que preparen el segundo catálogo de Ikea con una rebaja ideológica del 20% para ver si cuela. Y nada de terceras elecciones u obstrucciones sistemáticas, porque se ha roto el espejito mágico que repetía quién era el más guapo de los 3 mosqueteros.

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