Las 200 almas del túnel 20
Se cumplen 75 años del accidente de tren de Torre del Bierzo (León), el siniestro con mayor número de víctimas mortales de la historia del ferrocarril en España
Es la historia de un hecho sobrecogedor que acabó elevado a la categoría de leyenda. El peor accidente ferroviario ocurrido nunca en España , en el municipio leonés de Torre del Bierzo , ha cumplido 75 años y está a punto de revelar «toda su verdad». Es la firme convicción que expresa Vicente Fernández Vázquez (Cacabelos, León. 1951), galardonado catedrático de Historia, que ha sido el primer investigador capaz de escudriñar entre los secretos de aquel suceso. La localización de los informes oficiales del siniestro, la recopilación de unos trescientos testimonios de aquel tiempo , el hallazgo de unas fotografías inéditas y hasta la elaboración de una completa relación con la identidad de todas las víctimas, verán la luz en cuestión de semanas, en un libro que promete abordar «la verdad definitiva».
Cuestiones fundamentales serán «el drama humano» y la cifra exacta de las personas que fallecieron en aquella catástrofe. La censura de la época impidió determinar el número real. Los datos oficiales certificaron 78 personas , pero muchos años después, expertos ferroviarios elevaron el registro hasta las 200 víctimas . Incluso, desde Inglaterra, en un afán de desprestigiar a la España de ese tiempo, hubo quien se atrevió a hablar de entre ochocientas y mil personas muertas. Basándose en ello, el accidente de Torre del Bierzo fue incluido en el Libro Guinness de los Récords. Esa circunstancia acabó de consolidar la leyenda y acrecentó el misterio que rodeó el siniestro.
Era la una y veinte minutos de la tarde de aquel 3 de enero de 1944 . El escenario fue el túnel número 20 de la línea férrea entre Madrid y Galicia, junto a la localidad de Torre del Bierzo, cuya estación no era una parada cualquiera. Era un punto fundamental antes de que los trenes de vapor afrontaran la temida «rampa del Manzanal», una subida que obligaba a salvar un desnivel de 300 metros en poco más de veinte kilómetros.
El Correo Expreso 421 había salido de Madrid en la tarde del 2 de enero, con destino a La Coruña. El convoy estaba formado por dos locomotoras y doce vagones llenos de pasajeros , que hasta colapsaban los pasillos. Eran fechas propicias para volver a casa, en una España que todavía padecía la situación de posguerra. Había muchos reclutas que estaban haciendo la «mili» y disfrutaban de permisos navideños. Pero también, numerosas familias.
Superada la meseta, el tren, que ya presentaba problemas de frenos , fue acumulando retraso. A ese contratiempo se unió el deficiente estado de las vías férreas , con poco mantenimiento durante y después de la guerra. En La Granja de San Vicente, el jefe de maquinistas de aquella estación decidió desenganchar una de las locomotoras, por sobrecalentamiento. El maquinista Julio Fernández no tuvo más remedio que seguir, después de una «fuerte discusión», según su hijo Luis, también ferroviario. «Pero, claro, en aquella época, esos jefes tenían pistola y tampoco era necesario que la utilizaran. Se cumplían las órdenes».
«A toda velocidad»
Según bajaba el puerto del Manzanal , el tren iba ganando cada vez más velocidad. No pudo efectuar una segunda parada intermedia y acabó precipitándose en su paso por Torre del Bierzo , «a toda velocidad», recuerda José Rodríguez «El Americano», un vecino del pueblo, testigo de aquel día, aunque el maquinista declaró en el juicio que fueron 50 ó 60 kilómetros por hora.
No hubo tiempo para retirar de la vía a una máquina de maniobras que operaba, con tres vagones, ajena a lo que pasaba. Y el descontrolado tren correo impactó por detrás , justo en el interior del túnel número 20 . Allí empezaron a arder los cinco primeros vagones del expreso. Pero la tragedia todavía fue mayor cuando, unos minutos más tarde, otro tren de mercancías , con 27 vagones cargados con más de 700 toneladas de carbón colisionó con el amasijo de hierros que se acumulaba junto al túnel.
Ese pasadizo se convirtió en algo muy parecido a un infierno , con fuego, humo y una temperatura irresistible que calcinó los cuerpos de las víctimas, algunas atrapadas en el interior de vagones de madera en llamas entre gritos desgarradores. Hubo quien pudo escapar, después de romper el techo de sus departamentos .
Los supervivientes de aquel averno se encontraron de inmediato con la ayuda solidaria de los vecinos de Torre, incrédulos y casi paralizados por aquel horror. « Recuerdo cómo lanzaron a un niño desde un vagón y pasó por encima de mi cabeza», rememora «El Americano», que tenía 15 años entonces. «Luego tuve que ayudar a sacar cadáveres, pero al tercero, no pude más. Lo que vi, no es para recordar», asegura.
Tras el juicio, el tribunal aceptó la justificación del fallo de los frenos de la locomotora y concluyó que fue un accidente «fortuito» . Probablemente, la explicación no sirviera a quienes vivieron aquella tragedia, que se resiste a pasar al olvido. Hoy, el túnel número 20 no existe. Fue desmontado en los ochenta, mientras han sobrevivido los mitos y la leyenda del peor siniestro ferroviario de la historia de España.
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