Antonio Piedra - No somos nadie

13 años

«Muchos se preguntan precisamente hoy, y yo entre ellos: ¿para qué tanta demostración de duelo si las víctimas siguen aún sin justicia?»

Mucho se sufrió en Castilla y León hace 13 años. En aquel terrible atentado del 11-M murieron varios ciudadanos de nuestra Comunidad. Unos porque vivían en Madrid y otros porque, oh fatal casualidad, ese día pasaron por allí. Todos ellos inocentes en sus afanes. Hoy, después de tanto tiempo transcurrido, su eliminación y olvido sigue clamando al cielo porque crecen los interrogantes. Otros muchos, también de Castilla y León -conozco a alguno-, quedaron en la trastienda de la política marcados en vida por las secuelas físicas, psicológicas y morales de aquella vil masacre. Qué gran decepción. Por toda la geografía hispana nos lanzamos a la calle una muchedumbre ávida de solidaridad y de justicia.

Muchos se preguntan precisamente hoy, y yo entre ellos: ¿para qué tanta demostración de duelo si las víctimas siguen aún sin justicia? Por no saber, ignoramos a ciencia cierta quiénes fueron los autores materiales de aquel brutal asesinato en masa, qué dinamita explotó en los trenes, qué fuerzas ocultas planificaron una matanza tan calculada y precisa, por qué se destruyeron pruebas sustanciales con tanta inquina, y por qué se mintió en todos los órdenes y tan a destajo. Realidad desoladora donde las haya. No, no nos sirve para este caso, y mucho menos para hacer memoria con las víctimas inocentes, lo que escribía a Milton en su Paraíso perdido: que «a veces, la soledad es la mejor compañía» . No.

La incuria y dejadez están llegando a límites de miseria antojadiza y vengativa. Parece increíble, pero cierto. Ayer mismo periódicos nacionales, y también las redes sociales, señalaban con fotografías esta humillante negligencia por parte de algunas administraciones públicas: «El Ayuntamiento ‘maquilla’ el bosque del 11-M y pinta de verde los árboles por su mal estado para el homenaje de hoy» . Textual. Qué ratas, qué hipócritas, qué desalmados, qué blanqueadores de tumbas, qué degeneración social y ética. Tristísimo que tengan que venir reportajes con firma extrajera, como el reciente y magnífico documental del cineasta francés Cyrille Martin, para decirnos a los españoles que no cuela: que algo huele a podrido en los andurriales que conducen directamente a la clarificación de los atentados del 11-M.

Por esto mismo, cuando algunos políticos concretos, concretísimos, se citan con antelación y se dan codazos poniendo flores y coronas como homenaje a las víctimas tan maltratadas por ellos mismos, parece que asistimos a un sainete de los hermanos Marx . Son tan cuidadosos en sus concreciones y condolencias, que piden perdón antes de poner la corona de flores, y ¡zas!: salen corriendo para ducharse en menos que se santigua un cura loco. Y bueno, leer algunos de sus tuits nos lleva directamente a la necedad del odio como despilfarro de inhumanidad y complejo de inferioridad incurable . Más justicia y menos pose.

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