Los versos de Javichu, con esquizofrenia paranoide: «Dicen que somos basura,/ lacra de la sociedad»
Leyó un conmovedor poema escrito de su puño y letra en un acto del Día de la Salud Mental
Francisco Javier Domínguez López es un usuario de la residencia comunitaria de Talavera de la Reina, destinada para personas con problemas de salud mental menores de 65 años. Sufre esquizofrenia paranoide y trastorno mixto de la personalidad. Somatiza tanto lo que él considera un problema que se cae a plomo. «Es un superviviente de la vida que lo ha pasado muy mal» , dicen en el centro, al que llegó procedente de la residencia de Camarena, que fue cerrada hace un tiempo.
Pero a Javichu, como lo conocen, le gusta la poesía. Parece que suelta todo lo que siente cuando escribe, y es capaz de crear un puñado de versos en un santiamén.
Eso le ocurrió este jueves, en el Día Mundial de la Salud Mental. La asociación Atafes organizó un acto en el punto de encuentro y cultura 'El Salvador', ubicado en la antigua iglesia de San Salvador de los Caballeros.
Como él y otros compañeros estaban invitados, Javichu dijo que iba a escribir una poesía en la residencia. Hubo que esperar un rato hasta que le llegaron las musas. Pero, cuando apareció la inspiración, en sólo diez minutos de su cabeza brotaron versos. Le salieron como la lava de un volcán en erupción, sobre un papel en blanco y con un bolígrafo negro porque el azul no pintaba. «De mi mala vida,/ o mi mala suerte,/ contraí el sida,/ me volví demente», fueron los primeros.
Desde la residencia llamaron para comunicar que Javichu había escrito unos versos y la organización le hizo un hueco para que saliera y los leyera. Pero antes tuvo que llegar hasta 'El Salvador', a dos kilómetros. Javichu y sus compañeros hicieron el trayecto a pata y en autobús, recibiendo con miradas de soslayo por sus formas de andar camino del punto de encuentro.
Javichu entró, subió al estrado y leyó: «Hoy he comprendido,/ que tengo una enfermedad,/ pienso en el suicidio,/ si me vas a etiquetar». Se describió: «Tengo una esquizofrenia,/ como quien tiene un catarro/, piensa con la cabeza,/ pues eso no es nada malo».
Contó sus miedos: «Veo sombras que me agobian,/ y escucho miles de voces,/ palabras que sé de sobra/ que salen de mis temores». No habló de futuro: «No te asustes si te digo, / que hoy no pienso en el mañana,/ comprende que yo he sufrido,/ y sufro en la madrugada». Y se preguntó: «¿Acaso no soy como tú?/ no te crees nada eso,/ puede brillar una luz,/ desde el fondo de mi pecho».
También fue reivindicativo: «Dicen que somos basura,/ lacra de la sociedad,/ con mil pastillas nos curan/ o es lo que quieren pensar». Siguió dando toques de atención: «Creen que somos distintos,/ no hay nada de realidad,/ yo sonrío, lloro y pinto,/ y brindo por la igualdad». Reclamando: «Derechos fundamentales,/ que por regla general,/ nos tratan como animales,/ queda mucho por cambiar». Y cuestionándose: «Nos atan a una cama,/ si nos ponemos nerviosos/, ¿acaso alguno mata, / o se vuelve receloso?».
Echó un paso atrás: «Temo levantar la voz,/ pues detrás sé lo que viene,/ una maldita inyección,/ que el alma vieja se tiene». Y se despidió con un deseo: «Con cariño para todos,/enfermos o sanos/ me sacudiré el polvo/ mientras todos cambiamos».
«Increíble, se quedó todo el mundo impresionado», dice Leticia, la administrativa que acompañó al grupo desde la residencia. Javichu, con esquizofrenia paranoide y trastorno mixto de la personalidad, conmovió.