'Palomo, el de rayos' se jubila después de 38 años: la historia de un celador singular que salvó la vida a una neonata

Este lunes es el último día de este trabajador, una 'institución' en el hospital de Talavera de la Reina según sus compañeros

Javier Palomo / En el vídeo, el celador es recibido por sus compañeros el último día de trabajo Fotografía cedida

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Dicen sus compañeros en el hospital de Talavera de la Reina que Javier Palomo Gómez no ha sido un trabajador cualquiera. « Se nos va nuestro celador, nuestro amigo; esa pata del servicio de rayos, que ya no será lo mismo; si es que hasta siendo gruñón te queríamos, te queremos». Son palabras sentidas que María Auxiliadora, la doctora Herrero, ha plasmado sobre un papel en nombre de los cerca de 70 profesionales que componen el servicio de Radiología del hospital Nuestra Señora del Prado.

'Palomo, el de rayos' se jubila este lunes después de 38 años en este sanatorio y casi 43 cotizados a la Seguridad Social. Este talaverano corpulento, seguidor del Atlético de Madrid, cumplió 63 primaveras el 27 de enero y ahora pasa página aprovechando que Carmen, su mujer y compañera en el mismo departamento, ha logrado el traslado a su Sevilla.

«Lo que diga ‘el duque’»

« Palomo era el que hacía todo fácil y sencillo allá donde iba. Además de tener un físico que impone, tiene una labia que te concentra», escribe en un correo electrónico su compañero sordo José Luis Campos, con el que Javier ya no compartirá tortillas de patatas ni tabletas de chocolate en el turno de noche.

Antes de ser celador, Palomo estuvo a punto de reengancharse al Ejército como artificiero después de terminar el servicio militar obligatorio. Pero prefirió trabajar como encofrador y tener dinero en el bolsillo. Así hasta que se enroló como celador en el hospital talaverano y también en el Hospital Nacional de Parapléjicos, en Toledo. Enlazando contratos llegó a 1988, cuando aprobó unas oposiciones. Fue destinado a la lavandería del sanatorio de su ciudad y en 1990 recaló en el servicio de rayos X, de donde ya no se movió hasta este lunes.

En la comunidad gitana, numerosa en Talavera, un patriarca lo apodó 'el duque' y sentenció: «Lo que diga 'el duque', va a misa y vuelve» . Es un ejemplo que puede constatar algo que repiten en el hospital: Javi Palomo es una 'institución'. «Todo el mundo lo quiere y echa mano de él», aseguran.

Video. Con algunos de los compañeros al final de su último día/ En el vídeo, el paseíllo al terminar la jornada de este lunes ABC

Y Javiera conoció a Javier

Entre las cientos de personas agradecidas, una parturienta. Sucedió en el hospital hace tres décadas. El celador estaba en la puerta de Urgencias cuando una mujer llegó en un coche alumbrando a su niña, que se asfixiaba con su cordón umbilical mientras asomaba su cabecita. Palomo salvó la vida a la bebé y, como agradecimiento, la madre prometió a Javier que su hija se llamaría Javiera, aunque él intentó quitarle la idea.

Un día, Palomo vio en una lista que una paciente se llamaba Javiera y se acercó a ella. Era una mujer de veintitantos años que le contó la historia de su nombre. Él se descubrió y la muchacha, entre lágrimas, lo abrazó.

Desde este lunes, un día de muchas emociones, su familia del servicio de Radiología añorará a un tipo muy llorón que «nos ha enseñado a todos», agradecen en su departamento, donde siempre ha tenido la fama de ir muy bien perfumado. «Te vamos a echar de menos, de corazón, porque lo sembraste a lo largo de toda una vida (...) Aquí nos quedamos sin ti, pero contigo... siempre », escribe la doctora Herrero.

Después de esto, quizá 'Palomo, el de rayos' o 'el duque', como lo conoce la comunidad gitana, necesite un orfidal.

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