Joselito, en la mesa de operaciones
La labor del doctor Fernández Sanguino en relación con la cogida de Joselito en Talavera de la Reina el 16 de mayo de 1920
El 16 de mayo de 1920 se produjo en la plaza de toros de Talavera de la Reina la cogida mortal de Joselito. Los pormenores de la corrida, la intervención médica practicada, el embalsamamiento al día siguiente y el traslado del cadáver del torero a Madrid han quedado recogidos en numerosos artículos publicados en periódicos y revistas taurinas, tanto cuando se produjo el hecho como posteriormente. Asimismo, la fama del torero y su trágica muerte ha generado una abundante bibliografía a lo largo de los años .
En los textos sobre Joselito se pueden apreciar diversas referencias sobre el doctor José Fernández Sanguino, ya que, como médico forense en Talavera de la Reina cuando se produjo la cogida, tuvo una destacada labor en todo este asunto.
Mientras se celebraba la corrida, el doctor Fernández Sanguino se encontraba en el velatorio por el fallecimiento de un hijo del doctor Andrés Henche, cirujano de la plaza de toros que estaba ausente igualmente por ese luctuoso suceso. Esa tarde, estaban de guardia los doctores Luque, Ortega y Pajares que atendieron al maestro en la enfermería de la plaza con la colaboración del farmacéutico Congregado y los practicantes Morales y Cano.
No se pudo hacer nada por la vida de Joselito, dada la gravedad de una de las cornadas.
El doctor Fernández Sanguino fue avisado con urgencia y cuando llegó a la enfermería de la plaza, al ver los esfuerzos de los médicos, dijo: «Es inútil, vean ustedes el estado general» . Joselito estaba muerto, como recogió la periodista María Fernández-Sanguino Morales en un artículo publicado en ABC el 3 de junio de 1970.
La fotografía de la mortaja
Al día siguiente se practicó la autopsia de Joselito por el médico forense José Fernández Sanguino, ayudado por los doctores Antonio Fernández Sanguino y Fermín Muñoz Urra. Seguidamente, los doctores José y Antonio Fernández Sanguino se ocuparon en embalsamar el cadáver del torero. Una vez finalizado el proceso, el diestro fue amortajado con el traje negro que figura en la fotografía tomada por Luna.
Esta fotografía ha tenido una amplia difusión y se ha incluido en diversos textos, como el de Hernaiz sobre «La última corrida de Joselito». En ella, se puede apreciar al maestro, ya de cuerpo presente en la enfermería de la plaza de toros; al doctor Antonio Fernández Sanguino, el segundo por la izquierda, y al doctor Muñoz Urra, el tercero por la derecha, junto con otras personas y miembros de la cuadrilla del diestro.
Una vez embalsamado el cadáver de Joselito, a la una de la tarde se efectuó a la conducción de los restos del maestro a la estación de ferrocarril de Talavera para su traslado a Madrid. La expectación fue enorme y en el coche fúnebre se colocaron cinco hermosas coronas provenientes de las sociedades talaveranas El Bloque, Centro de Agricultura y Centro de Amigos, junto con las del Ayuntamiento y la de la cuadrilla del espada.
Por otro lado, cabe señalar que en algunas publicaciones de 1920 aparecieron referencias en las que figuraban atrocidades sobre el posible material sanitario existente en la enfermería de la plaza de Talavera, llegándose incluso a decir que solo había unas tijeras y algunos algodones, aunque no faltaron textos en los que se precisó que tales afirmaciones eran completamente falsas, como el de Hernaiz citado, que para demostrarlo detallaba el instrumental del botiquín existente en la plaza de toros que había sido servido por el farmacéutico Congregado.
Las posibles dudas acerca del material existente en la plaza de Talavera de la Reina fueron disipadas por la revista taurina «The times» el 15-11-1921, que reprodujo un estado que había confeccionado el doctor Fernández Sanguino. Se indicaba el material e instrumental quirúrgico exigido por la Real orden de 8 de septiembre de 1911 y la Asociación de Toreros y el existente en la enfermería el 16 de mayo de 1920, pudiendo comprobar los lectores que era con creces muy superior al exigido.
Esta información fue proporcionada por el doctor Fernández Sanguino al director de la publicación tras la visita que realizó a Talavera el uno de noviembre de 1921 con motivo de descubrirse en la plaza de toros una lápida para perpetuar el recuerdo del malogrado maestro de la tauromaquia Joselito.
La placa había sido sufragada por suscripción popular a iniciativa del semanario taurino «The Times» y, para este evento, se programó una excursión en tren desde Madrid.
Antes del descubrimiento de la lápida, se celebró una misa en la iglesia de Nuestra Señora del Prado y posteriormente se hizo una visita a la plaza y a la enfermería donde falleció el diestro.
Los periódicos de esos días señalaron igualmente que la mesa de operaciones del doctor Fernández Sanguino donde falleció el diestro, y se le hizo la posterior autopsia, estaba en su clínica particular y que podrían verla todos aquellos que tuvieran curiosidad.
Entre los visitantes, estuvieron donde Justo, seudónimo de Isidoro Amorós-Manso, crítico taurino y director de la revista taurina «The Times», y el también crítico taurino Eduardo Carrasco. Así se puede apreciar en la fotografía recogida por el doctor Atenza en un reciente estudio sobre las circunstancias médicas de la cogida y muerte del diestro, en la que aparecen igualmente el doctor. José Fernández Sanguino y su hijo Manuel en la parte derecha de la fotografía.
Los recelos de algunos cuando murió Joselito en relación con la plaza de toros y la actuación médica practicada al diestro, con referencias a que se hubiera salvado si la cogida hubiese sido en Madrid, se fueron incrementando con el paso del tiempo junto con otras imprecisiones fruto del bulo popular. Entre los artículos que se publicaron posteriormente y que defendieron a Talavera de la Reina, y lo que en su plaza aconteció, se pueden citar el de María Fernández-Sanguino Morales en ABC del 15 de mayo de 1955.
En ese artículo, ilustrado con la cabeza del toro «Bailaor», que hirió de muerte a Joselito en Talavera, y con el grupo escultórico de Benlliure del maestro en Sevilla, se señalaba que el equipo quirúrgico de la plaza de toros estaba al completo y era el que marcaba la legislación, defendiendo a los médicos de guardia en su actuación. Asimismo, precisó que en Talavera se atendió a «Gallito» con cariño, con decencia y con honradez profesional.
Por último, quisiera destacar de ese amplio y preciso artículo la reflexión que la periodista dirigió a «todos cuantos creyeron en el mito, en la pluma irresponsable o en la tradición errónea de que Joselito murió con escasa atención médica o con el cuerpo agarrotado por el miedo», recordando el parte de la autopsia realizada que se había transcrito con anterioridad y en el que se podía apreciar la gravedad de la cogida mortal.