Aquel juego de café pintado por Daniela
Recuerdos de la infancia que afloran al conocer que la técnica cerámica de Talavera de la Reina y de El Puente del Arzobispo ha sido declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco
Era frecuente ver a María Juana con su burro cargado por las calles de Talavera de la Reina camino del taller de Juan Ruiz de Luna , situado en la plaza del Pan. Había llenado hasta arriba los serones con la arena de la viña que tenía en una planicie de Mejorada. Era la arena que luego el ceramista de Noez utilizaría en la fabricación de su valorada cerámica . Pero, ¿qué tendría de especial esa arena?
María Juana no iba sola por aquellos caminos inhóspitos hasta recorrer los diez kilómetros que separaban su viña del taller de cerámica. A veces la acompañaba su pequeña hija Avelina, que iba asustada cuando pasaba junto a la finca donde pastó «Bailaor», el toro que mató a Joselito. «¡Tú, cállate, Avelina!», le advertía su madre para no llamar la atención de ningún ejemplar.
Con los años, María Juana se valió de la amistad que le unía a Juan Ruiz de Luna para que su nieta Daniela, hija de Avelina, entrara como aprendiz en el taller del gran ceramista. Y Daniela aprendió la técnica y trabajó al lado de Ruiz de Luna, de Tomás «el Manco» y de Pepa, entre otros. Pero la enfermedad de Parkison obligó a Daniela a dejar su trabajo.
Durante el tiempo que estuvo en el taller de Ruiz de Luna, Daniela elaboró en cerámica un precioso juego de café pintado con la decoración tradicional de azul y blanco. Un conjunto de maravillosas piezas artesanas que adornó el salón de la casa de su hermana Visi durante muchos años.
Son recuerdos de mi infancia que afloran ahora, con la ayuda de mis tíos Bienve y Mari, al conocer que la técnica cerámica de Talavera de la Reina y de El Puente del Arzobispo ha sido declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
Un escalofrío me ha recorrido el cuerpo al conocer esta magnífica noticia, que espero sirva para que Talavera, azotada gravemente por el látigo del paro, resurja. Igual que Ruiz de Luna logró que la tradición cerámica talaverana reviviera, aunque su taller, a la espalda del antiguo ambulatorio, ya es historia.
Pero seguro que hoy María Juana, Avelina y Daniela estarían muy orgullosas, como yo lo estoy, de haber contribuido a que la cerámica de su ciudad haya sido declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. ¡Va por ellas!