Trece varas acabaron con los Baltasar Ibán en Villaseca
La novillada fue muy castigada en el caballo y se apagó en la muleta. Carballo, Grande y El Rafi no lucieron
Con más de tres cuartos de entrada se celebró este sábado la tercera novillada del Alfarero de Oro de Villaseca de la Sagra . Baltasar Ibán mandó seis ejemplares excelentemente presentados. Algunos novillos se arrancaron de largo en la suerte de varas, sin embargo los 13 puyazos que recibieron hicieron que perdieran la codicia y embestida que suelen tener. Esto perjudicó a los tres jóvenes que se vistieron de luces, que tampoco dieron ni una buena verónica, ni una chicuelina.
Juan Carlos Carballo inició su faena de muleta al primero con derechazos que remataba por alto cuando el novillo necesitaba que le mandasen por bajo, lo que provocó algún tornillazo. Naturales sin mandar, sufriendo enganchones en la franela. Una entera antes de sonar un aviso y un descabello. Este novillo recibió tres varas.
Mientras, lo más destacado del cuarto de la tarde fueron dos excelentes varas de Benedito Cedillo con el novillo arrancándose de largo. Cedillo fue obligado a desmonterarse. Con la muleta, Carballo, de Valencia de Alcántara, lo intentó, pero el burel no entraba, acusando el castigo recibido. Un mete y saca y un sartenazo acabaron con el ibán. Hubo palmitas.
El primero de Antonio Grande derribó con estrépito en la primera de las tres varas que Antonio Hernández le suministró en mal sitio, lo cual ocasionó que el novillo llegase muy quedado al último tercio. Grande anduvo desconfiado. Una entera y dos descabellos. Silencio. El quinto de la tarde, Camarito, fue recibido con una enorme ovación por su trapío. El novillo, muy castigado en varas, llegó a la muleta quedado y dando arreones. Pinchazo hondo y dos descabellos. Silencio.
El Rafi recibió a su primero con vulgares verónicas. Tras dos varas en mal sitio, inició la faena con valerosos derechazos y una serie de naturales siempre fuera de cacho. El novillo no se entregó por el castigo recibido. Pinchazo en lo alto y descabello.
El de la jota, el más pequeño de los ibanes, solo recibió una vara. El Rafi le toreó con ambas manos, de perfil, entre la indiferencia del público. Lo mejor de su actuación fue una gran estocada con la que fue aplaudido. También cabe contar que al final del paseíllo sonaron las notas del himno nacional, como viene siendo costumbre este año. Hubo una enorme ovación.
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