Temporal Filomena: «Con esta nevada he visto la cara más mala y miserable de la gente»

Alberto y Carlos, de Protección Civil de Illescas, estuvieron muy cerca de morir por hipotermia a 10 grados bajo cero

«Luego no se nos valora y, como en otras ocasiones, somos los que sacamos las castañas del fuego», dice Juan Pedro, de Protección Civil de Torrijos

De izquierda a derecha, Carlos, Alberto y Malú, en la base de la agrupación de Protección Civil en Illescas ABC

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«Todavía no he asumido lo que he pasado con el temporal. He visto mi muerte y la de un compañero cerca. Mi mujer y yo hemos estado cinco días sin ver a nuestros dos hijos, muy pequeños, rescatando a personas de una manera altruista para luego tener que recibir llamadas insultando a los voluntarios». Alberto , jefe de la agrupación de Protección Civil de Illescas, ha tenido que escuchar, durante la borrasca Filomena, frases como ésta: «¡Tu obligación es quitarme la nieve de la puerta de mi casa!» .

En la sede han recibido unas 60 llamadas telefónicas de ese calibre entre las cerca de 300 que la decena de voluntarios han atendido desde el jueves. Incluso han sido amenazados por no retirar nieve a los particulares: «¡Qué sepáis que os voy a poner una denuncia...!».

En esas llamadas «he visto la cara más mala y miserable de la gente», asegura Alberto. Técnico de emergencias, sin embargo trabaja en el centro logístico que Amazon tiene en Illescas (30.000 habitantes) y está preparando las oposiciones para guardia civil. Desde que comenzó el temporal, él y su mujer, Malú, estuvieron al pie del cañón junto con ocho compañeros de la agrupación.

Traslado de una parturienta

Con uno de ellos, Carlos, estuvo cerca de la muerte por hipotermia. Aunque pudo ser peor. El viernes por la noche trasladaban a un hospital de Toledo a una mujer a punto de parir, pero el todoterreno de Protección Civil empezó a no ir bien en la autovía A-42. Alberto, que conducía, se bajó y revisó las cadenas y otros elementos de seguridad. No le dio buena espina. Detuvieron un 4x4 de la Guardia Civil, que trasladó hasta el hospital a la parturienta y a Malú, que iba en calidad de técnico en emergencias de Cruz Roja, además de miembro de Protección Civil.

Alberto y Carlos siguieron en su todoterreno al de la Guardia Civil por si había algún percance. Y ocurrió unos kilómetros más adelante. El vehículo de los dos voluntarios, matriculado en 1998, se salió de la carretera. Se averió la caja de cambios y se paró en una cuneta a las once y media de la noche. Se les acabó el gasoil y la batería. A menos diez grados bajo cero durante cuatro horas. «Carlos entró en hipotermia y yo, casi. Le eché encima todas las mantas que había porque yo soy el jefe y no quiero que ninguno de mis voluntarios quede en riesgo». Una compañera llamó llorando porque no podían ir a recogerlos, ya que la agrupación no tiene más todoterrenos. Finalmente, un coche de la Guardia Civil de Tráfico los rescató cuando estaban al límite.

Se recompusieron, fueron al hospital Virgen de la Salud de Toledo, donde recogieron a Malú, y los guardias civiles los devolvieron a Illescas. El panorama nevado y con ventisca era tal que los tres, abrazados y mal abrigados con una manta , anduvieron los últimos dos kilómetros y medio hasta llegar a la base, donde las lágrimas brotaron.

Antes de que Alberto y Carlos se quedaran tirados en la autovía, y después de ser rescatados, los voluntarios no pararon de sacar a gente atrapada en sus vehículos y telefoneaban cada media hora a sus ocupantes para decirles que no los iban a abandonar.

Y así han seguido con la ayuda desinteresada de la empresa Urban y su maquinaria, incluido un automóvil «pickup» cedido a la agrupación estos días. De esta manera han limpiado calles, han echado sal para evitar heladas, han trasladado a sanitarios y han abierto camino a las ambulancias hasta pueblos vecinos como Carranque, Ugena, Cedillo, Yeles o Numancia. Pero la nieve no les permitió llegar a Palomeque para salvar la vida a un hombre que murió de un infarto el domingo. También necesitaron tres días para rescatar el cadáver de un anciano que falleció en su casa , aislada por la nieve.

«¡Las hemos pasado putas!», exclama Alberto, cuyos voluntarios también han contado con la ambulancia de la Cruz Roja y han podido usar otro vehículo cedido por la empresa Peugeot Viñarás. «Hasta este lunes dormíamos en el coche de camino a los avisos» , asegura Alberto, quien agradece a tres concejales del equipo de Gobierno su preocupación por facilitarles comida, bebida y calefactores para la sede.

Un voluntario de Protección Civil echa sal en Torrijos el 8 de enero Ayuntamiento

Menos lengua y más palas

«Luego no se nos valora y, como en otras ocasiones, al final es el voluntario el que saca las castañas del fuego», afirma Juan Pedro , jefe de la agrupación de Protección Civil de Torrijos, que tiene de segunda a su mujer, Ana Belén.

Sus voluntarios tenían acumulados más de cuatro toneladas de sal cuando empezaron a caer los primeros copos. Luego el Ayuntamiento y la Diputación les proporcionaron 15.000 kilos, aunque tuvieron que ir a por ellos porque los vehículos pesados no circulaban.

Con todo, una docena de voluntarios ha podido atender los requerimientos de las más de 250 llamadas telefónicas que han recibido en una población de 13.000 habitantes. También habilitaron un segundo teléfono para las emergencias y se han coordinado durante el temporal con la Policía local y empleados del Ayuntamiento. Además, se actualizaron periódicamente sobre el estado de las carreteras para informar a los ciudadanos, limpiaron calles y echaron sal. Igualmente, han atendido heridas leves por caídas y han transportado cuatro baúles de medicación para una residencia de mayores de Valmojado.

«Fueron cuatro días agotadores» , asegura Juan Pedro, quien durmió en la base desde el jueves porque ha compaginado la agrupación con su trabajo como técnico de emergencias en una UVI móvil. «Notamos al principio del temporal muy poca colaboración ciudadana; querían que todo lo hiciésemos nosotros», lamenta Juan Pedro.

Repite: «Nuestra labor era restablecer las vías principales de comunicación». «Si moviésemos menos la lengua y más las palas, no tendríamos en Torrijos ni una gota de nieve», asegura el jefe de Protección Civil de Torrijos,. Juan Pedro no ha recibido improperios tan desagradables como su compañero Alberto en Illescas por una labor humanitaria que realizan gratuitamente. Altruismo puro y duro.

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