«Temimos por la vida de la niña»

ABC reconstruye con un guardia civil y un policía local la liberación de una menor de 2 años en Madridejos

Un coche de la Guardia Civil y otro de la Policía local, este jueves, delante del cuartel del instituto armado en Madridejos

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«Fueron tres horas a pico y pala». Así describe Roberto Muñoz Espinosa, sargento de la Guardia Civil, las tensas negociaciones con el rumano que amenazó con matar a su hija de 2 años en Madridejos la madrugada del sábado.

«Temimos por la vida de la niña y siempre se actuó con ese riesgo presente. Ya liberada la pequeña, acabamos agotados por la tensión que vivimos». Roberto habla en plural porque en esta actuación participaron cuatro agentes de la Guardia Civil y tres policías locales. Pero hasta rescatar a la cría, los siete efectivos tuvieron que trabajar duro para conseguir que el padre, un rumano de 33 años, no le hiciera daño.

ABC reconstruye esta impactante historia con los testimonios del sargento (46 años) y del jefe de la Policía local, Santiago Borox (36). El relato arranca después de la medianoche del sábado 20 de julio. Pasan diez minutos cuando una mujer rumana alterada llega a las dependencias de la Policía local. Cinco agentes, entre guardias civiles y policías locales, están listos para comenzar un dispositivo de seguridad ciudadana. Pero esa mujer les cambia los planes. Ella pide ayuda. Cuenta que su expareja amenaza con matar a su hija con un cuchillo en el piso de él. El arma tiene una hoja de 19 centímetros.

«¡Voy a matar a mi hija!»

Siete minutos más tarde, los agentes ya están delante del edificio de viviendas donde el individuo, borracho, retiene a la pequeña. Las inmediaciones del inmueble, en la avenida de Juan Carlos I, son acordonadas y esos primeros efectivos en llegar comienzan a hablar con el progenitor, muy nervioso y agresivo, que no para de exhibir el cuchillo.

Como vive de alquiler en una planta baja, esto permite a los agentes tener siempre vigilado el interior del piso desde la calle y también dialogar con él a través de una ventana a un metro de altura del nivel de la acera. Pero el hombre no para de proferir insultos a los agentes y amenazas: «¡Voy a matar a mi hija y luego me voy a matar yo!».

Cuchillo con el que el agresor amenazó con matar a su hija Guardia Civil

Media hora después llegan otros dos agentes más, entre ellos el sargento Roberto Muñoz, desde abril de 2018 comandante del puesto de la Guardia Civil en este pueblo manchego de unos 11.000 habitantes. Se pone al frente del operativo y también de la negociación, que comparte con otros agentes. El sargento Muñoz, que ingresó en el cuerpo a los 18 años, tiene experiencia en situaciones similares por su trayectoria profesional. Por eso tratan de cansar al individuo y de despistarlo en medio de un estado de agitación tremendo. Porque el reloj juega en contra de la niña, y su vida es lo más importante.

Los agentes estudian a la vez alternativas para entrar en la vivienda porque la puerta del portal está cerrada. Cuentan para ello con la colaboración de los vecinos, que les ofrecen la solución: «Hay varias cuevas colindantes que se unen y por ellas se puede acceder a las zonas comunes del edificio» donde está el agresor. ¿Y la niña? Está dormida sobre un sofá del salón, como alejada de la escena dramática, aunque de vez en cuando abre los ojos, pero sin saber lo que sucede a su alrededor.

En la calle, su madre deambula y los agentes trazan la forma de llegar al portal por esas cuevas y liberar a la pequeña. Fuera de Madridejos, se trabaja ya en un plan b por si es indispensable la presencia de negociadores expertos o fuerzas especiales para resolver el caso.

Pero no será necesario. Los siete agentes se las apañan muy bien. Cinco (tres guardias y dos policías) acceden por las cuevas al portal. Uno de ellos es Santiago Borox, 11 años y medio como agente y jefe de la Policía local desde enero. Por fortuna, el agresor no ha cerrado la puerta de entrada al piso y los agentes esperan una señal desde fuera para entrar en tromba.

Llega el golpe de suerte que tanto han buscado. Cuando el hombre se aleja de la niña, los cinco efectivos abren la puerta del piso y se echan en tromba sobre el individuo, que ofrece mucha resistencia hasta que lo esposan. Sana y salva, la niña es entregada a su madre. Son las 3:25 de la madrugada.

«Actuamos con la cabeza muy fría y manteniendo los nervios templados, aunque acabamos agotados por la tensión», recuerda el sargento a ABC cinco días después.

«Una pena de cárcel dura»

El agresor ha sido condenado a 8 meses de prisión, que no cumplirá si no delinque en 2 años. Ni el sargento ni el jefe de la Policía local conocían la sentencia. ¿Alguna valoración? «Eso ya es cosa de la Justicia», responde lacónicamente el guardia. «Es una condena dura; se dice pronto 8 meses y la gente cree que es poco tiempo», dice Borox.

Los cuatro guardias y los tres policías locales que liberaron a la niña han recibido felicitaciones verbales desde el sábado. Pero Santiago Borox va a dar un paso más y propondrá al alcalde alguna distinción para sus dos compañeros por una actuación memorable.

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