Residencia Vivens: reciben la vacuna después de diez meses sin covid y una estafa con supuestas pruebas pcr
«Han sido meses duros, sin bajar la guardia; ahora la segunda dosis y, en diez días, inmunizados si Dios quiere», desea su directora
El anhelado día de la vacunación contra la covid-19 en la residencia Vivens de Añover de Tajo (Toledo) , el 4 de enero, se vio ensombrecido por una estafa. La que sufrió cinco días antes, el 30 de diciembre, una de sus trabajadores por una supuesta compra de pruebas pcr para realizarlas a los residentes y empleados al día siguiente. «Queremos hacerles los tests para saber cómo terminan el año», se excusó el timador.
El 4 de enero fue, en cualquier caso, una jornada de fiesta y alegría en esta residencia. Un regalo de los Reyes Magos. «Por lo menos para mí», dice su directora, Pilar Serrano.
Sus 45 residentes y 20 trabajadores han conseguido mantener a raya el virus, que no ha logrado entrar en este centro desde marzo. «Diez meses sin bajar la guardia, el estrés por que nadie se ponga malo, cumplir los protocolos a rajatabla...», cuenta Pilar.
Ella no era partidaria de vacunarse hace tres meses. «No quería ser conejillo de indias, pero en septiembre pensé que iba a ser la primera de la residencia en ponérmela», desvela. En realidad, Adoración, una de las usuarias, tuvo el honor de ser la primera inoculada el pasado lunes siguiendo un orden alfabético. «Han sido meses duros, sin bajar la guardia; ahora la segunda dosis y, en diez días, inmunizados si Dios quiere», desea Pilar.
«Mentalmente y emocionalmente, estoy muy machacada -relata-. No me he ido de vacaciones, a ningún sitio. Del trabajo a casa por miedo y por responsabilidad; por ser coherente porque trabajo con personal sanitario y con personas mayores. Me han invitado a comer pero, si sumamos siete, no voy».
«Pero me ha dado coraje que ese día bonito de la vacunación, después de diez meses sin ningún positivo por covid, se viera oscurecido por la estafa», lamenta.
El delito ocurrió el 30 de diciembre. A las ocho de la mañana, una trabajadora contestó una llamada telefónica. A esa hora no había nadie de la gerencia en el centro y un timador lo aprovechó para contar a la empleada que llamaba desde la Consejería de Bienestar Social de Castilla-La Mancha. Se hacía pasar por un funcionario que ya no trabaja en ese departamento. «Dijo que nos iban a hacer pruebas pcr a todos y que teníamos que realizar un ingreso de 3.000 euros porque, si no, no nos llegarían», recuerda Pilar.
«La empleada respondió que hablara con conmigo, pero el estafador le dijo que yo no cogía el teléfono y que el asunto era urgente». A la empleada le apremió. «Hay que hacerlo raudo y veloz. Y, si no hacen el pago, van a tener sanciones económicas», amenazó el farsante. «Llegó a inventarse luego que yo les estaba diciendo por teléfono que la empleada hiciera la transferencia porque ella era mi chica de confianza».
Transferencias abortadas
Para dar verosimilitud al engaño, el estafador facilitó también a la empleada un número de teléfono, -«para dejar libre el de la residencia», añadió-, y la trabajadora llamó. «Ella le dijo que no tenía 3.000 euros y el hombre le respondió que ingresara lo que tuviera». Al final, la capacidad de persuasión del delincuente consiguió que la víctima realizase dos transferencias, una de 202,99 y otra de 297,99 euros, a un número de una cuenta bancaria en México. «Lo hizo por ayudar, por colaborar y no entorpecer. Pensó: 'Hago el ingreso y Pilar ya me lo pagará'», relata la directora, quien se dio cuenta del engaño un par de horas más tarde, cuando se lo contó la víctima.
Pilar apuró a la trabajadora para presentar una denuncia ante la Guardia Civil y anular las dos transferencias bancarias, con lo que la estafa no llegó a materializarse.
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