El Real de San Vicente se queda sin ‘Cirigüelos’ un año más

Esta fiesta, celebrada el día de San Sebastián, se enmarca en la tradición de las ‘mascaradas de invierno’ de esta zona

Los cencerros, principal elemento y símbolo de la fiesta de los 'Cirigüelos', en El Real de San Vicente (Toledo) Óscar González Moreno
Mariano Cebrián

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Los cencerros no han sonado tampoco este año en El Real de San Vicente ni en otros pueblos de esta comarca serrana de la parte occidental de la provincia de Toledo, limítrofe con Extremadura y Castilla y León. Pero no nos referimos a las esquilas que lleva colgado el ganado que abunda por estas tierras, sino al que se atan a sus espaldas y cintura los vecinos de estas localidades durante la celebración de las ‘ mascaradas de invierno ’ o ‘ Cirigüelos ’, como se llama esta tradición por estos lares.

Un año más, el coronavirus ha impedido que por las calles del Real de San Vicente, entre otros municipios, se vea por estas fechas — coincidiendo con la festividad de San Sebastián (20 de enero) y el de San Blas (3 de febrero) en otros puntos — a un buen número de paisanos ataviados con sus cencerros a los riñones, sus máscaras y ropajes de vistosos colores. El motivo de tanto jolgorio es celebrar el paso del solsticio de invierno y el inicio del año nuevo, cuando la luz del sol va ganando poco a poco terreno a las sombras a lo largo del día.

Esta ancestral tradición, quizá la más antigua de la Península Ibérica y de esta comarca toledana, fue recuperada hace una década aproximadamente por la asociación de jubilados ‘Santos Mártires’ del Real de San Vicente . Allí se debería haber celebrado el pasado jueves, día de San Sebastián, y por ese motivo el responsable de la oficina de turismo de la localidad, David Morales Díaz , ha publicado un artículo en el que explica los entresijos de esta fiesta que no se ha celebrado un año más a causa de la pandemia.

David Morales Díaz cuenta que esta tradición de las ‘mascaradas’, «montar jolgorio o mojiganga», como él lo llama, está asociada a los quintos de los pueblos. En cualquier caso, según informa, el nombre de estas fiestas tiene un nombre parecido y una raíz común en toda la zona que significa «mamarrachos u hombres necios que intentan asustar a los niños». Sin embargo, la palabra ‘Cirigüelos’ no tiene claro su origen y, por eso, este profesor de Historia en la UNED de Talavera de la Reina lleva un tiempo estudiando investigando sobre ello.

Hombre vestido de ‘Cirigüelo’ en El Real de San Vicente Óscar González Moreno

«Encontré que este término se utiliza no solo en El Real de San Vicente, sino también en Mejorada o en Cervera de los Montes», apunta este investigador, que también se ha documentado en estudios relacionados con esta temática, como Mascaradas de la Península Ibérica (2013) o Mascaradas de Castilla y León (2012) , donde se han recopilado muchas de estas tradiciones.

Orígenes y sincretismo

Este historiador destaca que esta fiesta se caracteriza por su «sincretismo». Así, señala que su origen es prerromano y está asociada a la cultura celta o celtibérica en esta zona, aunque después fue asimilada por los romanos y por el cristianismo. «Posteriormente, la tradición siguió cuando comenzaron a surgir las quintas —los jóvenes o mozos que eran reclutados por sorteo para el servicio militar a inicios de año— a finales de la Edad Media».

En el caso del Real de San Vicente, como no hay quintos, David Morales Díaz recuerda que fueron los jubilados del lugar los que decidieron revitalizar la tradición de los ‘Cirigüelos’. Aunque esta tradición no se vaya a celebrar este año por la avanzada edad de los que participan en ella, hay otros pueblos que sí lo harán, como es el caso de Malpica de Tajo , donde esta fiesta de ‘ Los Morraches de San Sebastián ’ —que así es como se llama allí— fue declarada de Interés Turístico Regional el pasado 14 de enero .

La fiesta en El Real de San Vicente, según explica el responsable de su oficina de turismo, representa un enfrentamiento entre los Cirigüelos, por un lado, y la Maravaca y la Hilandera —encargada de entretejer el hilo de la existencia humana y de su temporalidad, como el personaje mitológico de Ariadna—, por otro. Dentro de un círculo imaginario se sitúan estos dos últimos personajes, los cuales deberán defenderse de los embistes de los primeros, quienes intentan levantar la falda a la Hilandera y conseguir un beso suyo, siendo la Maravaca quien, con un horquillo y en su defensa, intenta quitar los pañuelos de la cabeza a los Cirigüelos. Por este motivo, estos singulares personajes portan dos o más pañuelos en la cabeza, lo que les permite realizar el intento varias veces. Si los Cirigüelos pierden esta indumentaria, ya no pueden intentar acosar a la Hilandera.

El acto termina cuando se vence definitivamente a la Maravaca, personaje al cual tradicionalmente se le situaba encima de una mesa y se le echaba vino por el cuello en alusión a su muerte o derrota. Llegado este momento, también se realizan los conocidos como «dichos» de San Sebastián o versos que se lanzan de manera grotesca en forma de burla sobre situaciones, acontecimientos o individuos de la sociedad local que merecen ser contados.

Lamentablemente, los vecinos del Real de San Vicente no podrán disfrutar otro año más de su fiesta por culpa del coronavirus. Ojalá que pronto por las calles del pueblo puedan volver a escuchar el famoso dicho con el que se anuncia la llegada de la fiesta: «Si estás dentro de casa y oyes los cencerros a tu puerta sonar, no te asustes, son Los Cirigüelos de San Sebastián» .

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