El mensaje de José Luis por WhatsApp que desata una riada de solidaridad con Ucrania
Este empresario de Nambroca, una localidad toledana azotada por una DANA en septiembre, ha movilizado en menos de cinco días un convoy con ayuda humanitaria: «Da mucha felicidad ayudar a los demás»
La magia de las redes sociales. Un puñado de palabras escritas en un mensaje de WhatsApp puede provocar un aluvión de solidaridad. Esto es lo que ha conseguido José Luis, un empresario de Nambroca, que en cinco días ha desatado una riada de ayuda humanitaria para Ucrania, precisamente desde una población toledana que fue azotada por una DANA en septiembre.
Será un pequeño convoy formado por cinco vehículos -un gran camión y cuatro furgonetas de 9 plazas- , que irán cargados a tope hasta el lugar donde les indiquen las organizaciones con las que están en contacto. Pero no regresarán a España vacíos. Una vez que dejen la mercancía, volverán con cerca de 28 seres humanos que huyen de la invasión rusa.
José Luis, el promotor de esta iniciativa altruista, ya lo había hablado con su hijo José viendo el sufrimiento ucraniano en la televisión. «Papa, tenemos que hacer algo con esta gente. Hay que dar un paso al frente», le decía su vástago. Dos o tres días después, el 9 de marzo, el bombardeo de Rusia a un hospital de maternidad en Mariúpol conmovió definitivamente a José Luis, empresario de obras públicas: «Me pareció tan brutal, asqueroso y vomitivo que cogí el teléfono y mandé un mensaje de WhatsApp a un grupo de amigos de mi urbanización, Las Nieves».
«Buenas noches vecinos, soy José Luis...», comenzaba esa nota, que ha desencadenado una tromba de auxilio humanitario: desde instituciones públicas -como es el caso de pequeños ayuntamientos- a un ejército de ciudadanos solidarios, o los feligreses de una iglesia de Aranjuez (Madrid). «Fue enviar el mensaje y la gente se puso firme; dio un paso al frente. ¡Es impresionante! ¡La gente te abraza por la calle, es la hostia, es la hostia! Da mucha felicidad ayudar a los demás. Lo que estoy sintiendo en estos momentos..., eso es para mí», relataba José Luis a ABC este martes.
Hablaba así mientras cargaban cuatro palés con víveres en el camión que el empresario conducirá junto con un compañero hasta la frontera de Ucrania -unos 3.000 kilómetros al volante-, con unas 20 toneladas de ayuda filantrópica dentro de una caja cerrada de 60 metros cúbicos. En el interior irá la mercancía recogida por los ayuntamientos de Nambroca, Sonseca, Manzaneque, Albarreal de Tajo, Consuegra, Las Ventas con Peña Aguilera, Rielves, La Mata, Almonacid...
«Yo me iba con él»
Luis es una de las personas que recibió el mensaje de José Luis. «No respondí en el momento -recuerda-. Me pareció una idea tan estupenda que necesité un poquito de tiempo de reflexión para decidir que iba. Quedé con él al día siguiente, por la tarde, para tomar un café. Me dijo que se iba solo con el camión y le respondí que no, que yo me iba con él, aunque yo no sé conducir camiones».
Apoyado «codo con codo» por Carmen, su esposa, José Luis contactó con Sonrisas. Es la asociación de Yuncler que le puso en el carril correcto para que la iniciativa que promueve llegue por una ruta organizada hasta la frontera de Ucrania. «Contactamos con una plataforma que está coordinando estas pequeñas organizaciones y que tiene personas desplazadas allí, que son las que están recepcionando la mercancía», explica Luis, consultor en una empresa de maquinaria de obra pública. «Incluso a la hora de traer refugiados te coordinan sobre qué personas son las que tienes que recoger y a dónde las tienes que llevar. Porque no se trata de malograr el viaje, sino aprovecharlo todo lo posible», añade.
Luis se va a tomar unos días de vacaciones en su empresa para vivir esta aventura benéfica. Será uno de los ocho conductores de las cuatro furgonetas que participan en esta proeza, para la que no han aceptado dinero . «Cada uno está aportando su furgón, su camión; cada uno está pagando sus gastos -aclara Luis-. Nos hemos negado a recoger dinero porque entendemos que es algo que queremos hacer y, como la apuesta es nuestra, tenemos que sufragar también nuestros gastos».
La pequeña caravana iba a partir este jueves, pero su marcha se retrasa al viernes, a la espera del destino que le asignen. Llevarán comida, mantas, medicamentos y también los juguetes que una mujer ha ofrecido a José Luis este martes: «Me decía que iba a traer un montón de muñecos de sus niños . No es lo importante pero, bien pensado, si vamos a una zona donde puede haber un campo de refugiados, pues tampoco les vendrá mal a los niños. Con unos muñecos podemos hacerles muy felices», considera el impulsor de una hazaña caritativa que brotó de un puñado de palabras en un mensaje de WhatsApp.
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