Una macrofiesta para 2.000 personas, en su mayoría menores, sin medidas de seguridad
El empresario Víctor Manzano, denunciado por la Guardia Civil, cobró 15 euros por entrada en una finca de Palomeque
Víctor Manzano , un empresario de Madrid, puede pagar muy caro haber organizado una macrofiesta en una finca de Palomeque sin ninguna medida de seguridad, y a la que acudieron alrededor de 2.000 personas, la mayoría menores.
La Guardia Civil le atribuye dos infracciones administrativas muy graves que se recogen en la Ley de Espectáculos Públicos, Actividades Recreativas y Establecimientos Públicos de Castilla-La Mancha. Según esta norma, cada falta administrativa considerada muy grave puede ser sancionada con una multa de 30.001 a 600.000 euros.
Manzano ha sido denunciado por la Guardia Civil ante la Delegación de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha en la provincia de Toledo, el Ayuntamiento de Palomeque y la Dirección Provincial de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social. «Generó un grave riesgo para las personas», concluyen los investigadores en su informe.
Nada de nada
Según la Guardia Civil, la macrofiesta que Manzano organizó no tenía un plan de autoprotección y de actuación ante emergencias; tampoco de asistencia sanitaria, ni de medios para la extinción de incendios ni de personal habilitado como seguridad privada. El empresario tampoco solicitó las pertinentes autorizaciones y licencias administrativas, ni contrató ningún seguro que cubriera el acontecimiento festivo. Sin embargo, el precio oficial de la entrada era 15 euros.
¿Cómo se enteró la Guardia Civil? La llamada telefónica de una mujer al cuartel de Villaluenga de la Sagra, el 23 de junio, puso en alerta a los agentes de ese puesto . A las tres la tarde, la denunciante informó de que su hija de 15 años le había contado que esa misma tarde se iba a celebrar una capea con discoteca en la finca «Los Praillos», presumiblemente con centenares de personas, muchas de ellas menores de edad.
Según la mujer, un número indeterminado de personas había publicitado la fiesta a la salida de colegios de la comunidad autónoma de Madrid, si bien luego se supo que también se vendieron entradas a las puertas de centros universitarios. Dada la edad de los posibles participantes, el organizador había previsto que el desplazamiento desde Madrid se realizaría en autobuses desde distintos puntos.
Primer alquiler a Manzano
La Guardia Civil comprobó que, en efecto, la información era veraz. La finca «Los Praillos», situada a menos de cuatro kilómetros del casco urbano de Palomeque, dispone de licencia como explotación ganadera con reses bravas. También cuenta con permiso para organizar suelta de vaquillas. Así lo confirmó ayer a ABC Miguel Fernández , representante de la sociedad Capeas Madrid, que arrienda esta finca desde hace más de una década para la celebración de estos espectáculos taurinos en el pequeño coso de la finca, entre otros eventos. «Era la primera vez que se la alquilábamos a Víctor Manzano», aseguró.
En su inspección, los agentes constataron, además, que se había instalado una discoteca móvil con un escenario y una plaza de toros portátil para la fiesta de ese día.
A media tarde, comenzaron a aparcar los primeros autobuses, que luego fueron decenas, aunque muchas personas llegaron también en vehículos particulares. Los agentes calcularon entre 1.800 y 2.000 participantes, el doble de la población censada de Palomeque (1.050 vecinos). Tanta gente acudió a la cita que la Guardia Civil optó por no desalojar la zona para evitar así problemas de seguridad.
No obstante, prohibió la capea programada y estableció también un dispositivo formado por agentes de Seguridad Ciudadana y de la Agrupación de Tráfico de Toledo. Estos se encargaron de regular el tráfico rodado, además de evitar que se colapsara la autovía CM-41, principal vía de acceso de los vehículos que acudieron a la fiesta. También dejaron libre el camino de entrada y salida a la finca para los servicios de emergencias, que finalmente no fueron necesarios.
« Hablé con un capitán de la Guardia Civil y le dije que mejor era no desalojar. La fiesta, que incluía vaquillas, comenzó a las ocho de la tarde. Además de suspender la capea por la presencia de tantos menores de edad, también se retiraron las bebidas alcohólicas para las personas que no pudieran demostrar mayoría de edad. ¿Qué peligro había si ya no había vaquillas ni alcohol para los menores?», manifestó Fernández.
Él sí estuvo en la fiesta, no así Víctor Manzano. «Ni acudió ni ha cogido el teléfono desde entonces», aseguró el responsable de Capeas Madrid. «A Víctor Manzano no lo conozco personalmente, sólo hablé una vez con él. Como referencia de Víctor Manzano, solamente tenemos la dirección que aparece en su documento nacional de identidad», añadió.
«En este arrendamiento hubo intermediarios, que sí estuvieron en la finca antes de firmar el contrato. En él se recoge una cláusula por la que se prohíbe la entrada a menores. No sabíamos que iban a venir menores», aclaró. «Al recinto pueden entrar menores, pero no a las vaquillas. En una fiesta pequeña, los padres controlan a sus hijos. Pero cuando vienen 2.000 personas, la mayoría menores de edad, no puedes hacer nada, y menos con el poco personal de la finca», se justificó Fernández.
Reproches del alcalde
El alcalde de Palomeque, Fernando Ledesma , explicó a ABC que él no sabía nada sobre esta fiesta, de la que siempre se acordará porque ese día una hija suya cumplió años. A Ledesma también le llamó esa misma tarde el capitán de la Guardia Civil al frente del operativo para comprobar algunos datos. «Unos días más tarde telefoneé a Miguel (Fernández) y le reproché que no hubiera comunicado al Ayuntamiento el día de la fiesta, ni llevara al Consistorio el seguro de responsabilidad civil ni el aforo», explicó el alcalde, cuyo municipio no dispone de Policía Local. Ledesma confirmó que la finca tiene permiso para criar ganado bravo y organizar tentaderos y capeas.
«No pensé que esto llegara tan lejos. Es la primera vez que ocurre algo así en la finca», aseguró el representante de Capeas Madrid.
Los invitados a la fiesta comenzaron a regresar a sus casas sobre las dos de la madrugada, después de siete horas de fiesta, sin que hubiera que lamentar desgracias personales.