Torrijos

Lección de humanidad

La madre que dio positivo en alcohol y drogas entierra a su bebé, y la Guardia Civil retrasa la detención por compasión

MANUEL MORENO

Fátima, la madre que dio positivo en alcohol y drogas este viernes después de provocar un accidente de tráfico en Gerindote (Toledo) en el que murió su bebé de 10 meses, enterró este sábado a su pequeño, Carlos Omar, en el cementerio del vecino pueblo de Torrijos.

Luego se marchó con algunos familiares sin que nadie la detuviera, pese a que la Guardia Civil había anunciado el viernes que la madre sería arrestada después del sepelio. Pero no lo hizo por compasión.

A la espera de los contranálisis que confirmen los primeros tests, la probable acusación contra la mujer sería un delito de homicidio imprudente conduciendo bajo la influencia de bebidas alcohólicas y de drogas.

Fátima conducía el turismo que chocó contra una farola en Gerindote en la medianoche del jueves al viernes. Su bebé, que viajaba en los asientos traseros, en una silla mal anclada al vehículo, murió tras el accidente. Su hijo mayor, de 7 años, resultó herido, ya que iba sentado en la parte delantera, sin el cinturón de seguridad abrochado, al igual que su madre. Luego Fátima duplicó el máximo permitido de 0,25 miligramos por litro en aire expirado en el test de alcoholemia al que fue sometida por la Guardia Civil de Tráfico. Además, dio también positivo en consumo de cocaína.

Este sábado, el arresto de Fátima no se produjo después del sepelio, como estaba previsto. El Grupo de Informes y Apoyo de Tráfico del Sector de Tráfico de la Guardia Civil de Toledo (GIAT), el responsable de llevar a cabo la detención, lo hará en otro momento más adecuado. Por humanidad.

La madre, marroquí de 32 años, se marchó del cementerio como había llegado: en un coche, rodeada de familiares, pero sin la compañía de Carlos, el padre del bebé. La madre y el progenitor, dos personas conflictivas, habían llegado por separado al camposanto. En distintos turismos y con un intervalo de minutos, la madre del pequeño fue la primera en atravesar la puerta del cementerio. Luego llegó el padre. Aunque hay en vigor una orden de alejamiento entre ellos, la Guardia Civil permitió que ambos acudieran juntos al entierro. Por humanidad y por compasión.

Ni televisión ni fotógrafos

Durante el sepelio, solo dos agentes de la Guardia Civil, provistos de un chaleco antibalas cada uno, custodiaron la zona, a distancia y desde fuera del camposanto. Momentos antes del entierro, un hermano del padre se acercó a los agentes para advertir de que la familia no quería la presencia de cámaras de televisión ni de fotógrafos. «Por respeto a la familia», dijo. Cuando se marchaba, espetó a los dos guardias: «Por respeto, que ayer (por el viernes) no respetasteis». Los agentes se mantuvieron callados.

No hubo oficio católico porque la madre es musulmana. Después de enterrar a su hijo, Fátima se marchó en un coche y el padre de su hijo, entre lágrimas, en otro. La madre, que tiene antecedentes por delitos contra el patrimonio pero no por tráfico ni sanciones, será detenida en las próximas horas o días.

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