José Rojo abre la puerta grande en la primera del Alfarero de Villaseca

Rojo y Zazo entraron por la vía de la sustitución y firmaron las mejores faenas de la tarde

Dos orejas abrieron a José Rojo la puerta grande de Villaseca MARIO GÓMEZ

Mario Gómez Gutiérrez

La tarde empezó con la extrañeza de una doble sustitución. José Rojo y Miguel Zazo se presentaron en el coso toledano para estoquear un armónico y potable encierro de Cebada Gago. Emilio Silvera fue el único que llegó por la mañana y toreó por la tarde. Sorteó en primer lugar un bonito castaño, que tuvo mucha calidad por el izquierdo y con el que el novillero de Huelva supo aprovechar las virtudes. Se atascó con la espada y todo quedó en silencio .

De salida no tuvo mucho el cuarto. Solo quedó para la memoria la torería en el tercio de banderillas de Corruco de Algeciras. Con la muleta se lo hizo muy bien a Silvera por el derecho. Faena sin tomar vuelo ante un novillo que tuvo buena condición, pero que no se le sacó todo lo posible. La espada viajó a la segunda y de nuevo fue silenciada la labor de Silvera.

El saludo al segundo fue soso por parte de José Rojo . Destacó el picador toledano «Pastelito», que lo agarró en buen sitio en primer momento y se lo dejó llegar en el segundo encuentro siendo jaleado. Templó el toro y Rojo comenzó con exquisita torería doblándose por bajo. Toreó con gusto y trazo largo con un animal de notable fondo. Faena de medio vuelo que rubricó con una estocada hasta la bola de la que quedó feamente prendido, viviéndose angustiosos momentos. Vuelta al ruedo al novillo y oreja al novillero.

En el quinto instrumentó un trasteo de mano baja, en el que a base de correr la mano y dejársela muerta en la cara brilló el extremeño. Una labor maciza que fue tomando vuelo, y en la que mezcló inspiración y destellos. Rojo se vació y devolvió con dignidad y triunfo la oportunidad de estar en Villaseca . Se volcó a matar con mucha rectitud y verdad, lo que le valió otro trofeo más.

El tercero se dejó poco de salida y en banderillas no lo puso fácil. Con la muleta Zazo se puso muy de verdad desde el principio, como si el animal fuera bueno. Sorprendió Zazo con un toreo templado y suave. Cargó la suerte y vació el muletazo ante un animal que embistió protestando entre mugidos. Zazo hizo una faena fresca y maciza, cargada de voluntad y ganas que solo una estocada un tanto desprendida, y la insensibilidad del presidente, privaron de oreja. Quizá sería conveniente recordar muchas cosas, pero es fácil ser martillo y el haber sido yunque se olvida en apenas horas.

Ante el sexto dejó Zazo esbozos con el capote y el toledano Raúl Cebadera realizó un brillante tercio de banderillas, con dos pares, además de uno en el quinto, ante los que hubo de desmonterarse con justicia. Con la muleta, Zazo se mostró seguro y a base de cites firmes realizó una faena inteligente ante un animal que se vencía por dentro y reponía. No tuvo trofeo, pero se ganó volver el año próximo.

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