David, «el Chelo», detenido en Navalcán por la muerte de su vecina María, que le daba la merienda cuando era niño

El hombre, de 35 años, vive junto a la casa de la anciana, que pudo morir asfixiada. «Trabajaba en lo que le salía en una cuadrilla de albañiles», cuentan en el pueblo

El detenido vive en la casa con la fachada de piedra que se ve a la izquierda. La fallecida residía en la parcela de la puerta de hierro Google Maps

La Guardia Civil ha detenido a David, «el Chelo», como el presunto autor de la muerte de su vecina María, una entrañable viuda de 84 años cuyo cuerpo fue encontrado el 14 de mayo por uno de sus hijos en la casa de Navalcán (Toledo) donde la anciana vivía sola. «Muchos días María le dio la merienda cuando era niño y ayudó también a su familia, como a otras muchas del pueblo», afirma una vecina.

El sospechoso tiene 35 años, divorciado, con antecedentes policiales y sin empleo fijo, según cuentan en este pueblo de 2.500 habitantes. «Trabajaba en lo que le salía en una cuadrilla de albañiles», afirma una mujer que conoce al sospechoso.

El último día que vieron con vida a María, el miércoles 13, ella había ido a la peluquería por la mañana y, por la tarde, estuvo con su hermana Joaquina, también viuda, recogiendo huevos en un huerto de la familia. Se despidieron sobre las siete de la tarde y Juan, uno de los hijos de María, halló el cadáver de su madre al día siguiente, por la mañana.

La casa, situada en la calle Guisando, estaba revuelta y se barajó, desde el primer momento, el robo como el móvil del crimen. El autor buscaba joyas y dinero que María pudiera tener. La víctima, que pudo fallecer asfixiada, fue hallada sobre la cama de un dormitorio con un armario encima, derribado probablemente por el ladrón cuando buscaba objetos de valor.

«El Chelo» vive a unas decenas de metros de la anciana, apenas 300 metros de la plaza del Ayuntamiento. La fallecida era muy querida en el pueblo y en la comarca, ya que se había dedicado a la venta de mantelería y bordados de Lagartera.

María fue enterrada el lunes por la tarde con la presencia solo de varias decenas de personas en la iglesia Nuestra Señora del Monte. Se restringió el acceso por las medidas debido a la pandemia. Luego a la inhumación solo pudieron ir los familiares más cercanos de María, una mujer que «era toda humanidad», afirma una vecina.

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