Detenido un joven de 17 años por la muerte a tiros de su padre y su madrastra en Villarejo de Montalbán
Los fallecidos, brasileños, son una mujer de 25 años y un hombre de 38
Emanuel, «afable y educado», era el encargado de la finca de caza donde ocurrió el doble homicidio
Una finca de caza en el pequeño municipio toledano de Villarejo de Montalbán, de menos de 100 habitantes, ha sido el escenario de un doble homicidio ocurrido este miércoles. Un menor de 17 años está detenido por matar con una escopeta, presuntamente, a su padre y a su madrastra. Los tres eran brasileños. En su entorno más cercano, no se explican qué pudo desencadenar este horrible suceso, que investigan la Guardia Civil y un juzgado de Talavera de la Reina.
Sucedió con las últimas luces del día en la finca Los curas de Zangameño, donde su caza se basa en el palomo, la perdiz y el conejo, además de la siembra de cereales. Según los primeros datos, el joven habría descerrajado al menos dos disparos (espalda y costado derecho) a su padre, Emanuel, de 38 años; y uno o dos tiros a su esposa, Micarla, de 25, que estaba con los últimos trámites para legalizar su situación en España.
«Se han escuchado disparos», alertó una llamada telefónica al servicio de emergencias 112 a las 21:12. El crimen ocurrió dentro de una pequeña casa de campo de la finca, a la que se llega en coche después de abandonar la carretera TO-3845, a un par de kilómetros de Villarejo, y circular muy despacio por un tortuoso camino durante diez minutos.
Custodiado dentro de un coche
Tras el aviso, a los primeros agentes de la Guardia Civil les costó encontrar la finca porque ya había caído la noche. Para que los servicios sanitarios y el juez de guardia no se perdieran, los rotativos de un vehículo indicaron en la carretera el desvío correcto y se señalizó también el camino que conduce al escenario del doble crimen.
La finca es propiedad de un abogado madrileño y de un cuñado de Emanuel, que cuidaba la propiedad. También sembraba y compraba los palomos y perdices para luego soltarlos en las jornadas de caza que se organizaban y a las que asistían empresarios importantes.
Los cadáveres estaban en la casa en la que residían el matrimonio y el menor, alejada un kilómetro de la vivienda principal de la finca. Emmanuel tenía varias armas (escopetas y rifles), por lo que pudo ser una de ellas la que el joven empleó para matar a su padre y a Micarla.
Allí el menor esperó dentro de un coche de la Guardia Civil, custodiado por agentes, hasta que los investigadores de la Policía Judicial llegaron para hacerse cargo de las pesquisas. El menor fue detenido y los cadáveres de Emanuel y de su pareja, trasladados a un tanatorio de Talavera de la Reina.
«A su lado no había pobres»
Emanuel era el encargado de cuidar la propiedad desde hace años. Su hijo, que se instaló en la finca siendo un adolescente, estudió en el instituto de Educación Secundaria de Los Navalmorales, a unos diez kilómetros, al que iba y venía en un taxi.
A pesar de vivir en el campo, rodeados de otras fincas, Emanuel, Micarla y el menor hacían vida en los pueblos vecinos. «Emanuel era de trato afable y educado; a ella no la conocía. El chico venía a comprar el material y los libros para el instituto», recuerda la dueña de una tienda en Los Navalmorales.
El matrimonio, que colaboraba con una asociación local, era muy querido en Villarejo, donde el crimen ha consternado a los habitantes. Su alcalde, Salvador Aguilar, dice que Emanuel llamaba a todo el pueblo para celebrar su cumpleaños. «Se le quería mucho porque se dejaba querer», afirma.
«Él hacía un amigo rápidamente y Micarla, que no salía mucho, era majísima. En su casa cualquiera tenía un plato de comida; a su lado no había pobres», asegura un amigo, que se cruzó unos mensajes de WhatsApp con él unas horas antes de fallecer. Emanuel le contó que estaba preocupado por la muerte de conejos pequeños en el campo, pero no se deslizó ningún comentario que pudiera hacer pensar en el trágico desenlace que ocurrió después.
Un sueño truncado
La relación de Emanuel con su hijo era buena, según este amigo, quien recuerda conversaciones en las que el menor decía a su padre que iba a dejar de estudiar y su padre le animaba entre bromas a seguir con los libros. «No sé qué habrá podido suceder», se cuestiona.
Según este amigo, el dinero que Emanuel ahorraba lo enviaba a Brasil, donde lo invertía en la compra de propiedades y tenía también una finca que cuidaba su suegro. Pero el sueño de volver a su país junto con Micarla se lo truncó, presuntamente, su propio hijo. El juzgado de Talavera que instruye el caso, el número 3, ha decretado el secreto de las diligencias.