«Queremos que a la Fundación vengan alumnos de Asia, África y América Latina»

ABC entrevista a Rafik Loulidi Mortada, director de la Fundación Ortega y Gasset

El director quiere abrir la fundación a las instituciones locales ANA PÉREZ HERRERA

F. RAMÍREZ

Emigró de Casablanca (Marruecos) hace 54 años para descubrir mundo. Rafik Loulidi Mortada dirige desde hace más de dos meses la Fundación Ortega y Gasset de Toledo , un centro de estudios internacionales en el que afirma ha encontrado su sitio, ya que siendo un investigador descubrió que esta institución poseía el mejor fondo sobre lingüística de España. Así que no se lo pensó dos veces y volvió, una y otra vez, a la fundación de la calle Fortuny de Madrid, para culminar su tesis doctoral. Sin embargo, reconoce en esta entrevista con ABC que no podía imaginar que su destino estaría ligado a esta institución, que admira por su carácter internacional.

Doctor en Bilingüismo y Política Lingüística y Máster por la University of Ulster en el Reino Unido, su experiencia profesional abarca tanto el campo de la docencia como la investigación en España y en países como Reino Unido, Francia, Irlanda y Estados Unidos. Rafik Loulidi, que habla cuatro idiomas: francés, inglés, árabe, español y un poquito de alemán, reconoce que su objetivo prioritario es «abrir las puertas de la fundación para que tengamos más visibilidad».

-Su nombramiento, ¿es un sueño hecho realidad?

Sí. Cuando me lo ofrecieron no lo pude rechazar. Había escrito, en los años 90, dos capítulos de mi tesis doctoral gracias a que encontré en este centro la mejor biblioteca y con un fondo muy completo. Lo que no imaginé es que un día llegaría a ser director de la Fundación Ortega y Gasset.

-¿Tiene claro qué cambios va a realizar en la fundación?

-La fundación lleva tres décadas con estos programas. La experiencia del personal que trabaja en esta institución, no se puede discutir. Además, hay una atención muy personalizada al alumnado y una relación muy cercana con las familias. Pero quizás lo más precioso, es que la fundación presta un servicio a la comunidad. Estamos trabajando desde hace muchos años con familias de Toledo. Es decir, algunos de los alumnos viven con ellos e intercambian sus experiencias. Eso es precioso. Tenemos también programas de voluntariado y los alumnos trabajan con Cruz Roja, en centros educativos, en el hospital. Me atrevo a decir que es una experiencia única que no se da en sitios como Madrid, Barcelona y Granada y que no pueden competir con Toledo. Somos una comunidad pequeña, en una ciudad bonita y con una mezcla de culturas. Esto es algo fantástico.

-¿Qué programas desarrollan?

-La Fundación tiene tres líneas de trabajo. Están los programas generales, que es el aprendizaje del español que se imparte en otoño, primavera y verano. Luego están los de prácticas, que permite a los alumnos trabajar en institutos, hospitales o la oficina de Turismo. Finalmente, tenemos un programa que nos piden directamente las universidades y que abordan, por ejemplo, el arte, la religión, la convivencia, Toledo y la cultura mediterránea. Incluso tenemos la Escuela de Derecho, que tiene mucho éxito.

-¿Cuáles son sus prioridades?

-Uno de los grandes retos es darnos más visibilidad. Me sorprende mucho que no exista una relación institucional con las entidades locales. Me interesa muchísimo acercarme al Ayuntamiento, a la Escuela de Traductores, al Sefardí, a las Mezquitas. Tenemos una oportunidad para poder ofrecer nuestro servicio a la comunidad. La fundación tiene mucho que ofrecer. Podemos abrir nuestras instalaciones para acoger conferencias, congresos y exposiciones. Debemos abrir las puertas para que nos vean. Y si los organismos locales vienen a nosotros, tendremos más visibilidad y el conocerán el trabajo que desarrollamos.

-¿Esa visibilidad que reclama ya la tienen con las universidades que trabajan?

-Sí. son muchos años de colaboración, por ejemplo, con la Universidad de Minnesota, un centro hermano con el que tenemos una relación bastante estrecha, aunque tenemos otras universidades como la de George Mason -que tiene como rector a un español, Princeton, una de las mejores del mundo-, Arcadia, Ohio, Chicago, Portland y Colorado. En total, unas 13 universidades trabajan con nosotros. La idea es convertir a la fundación en un centro internacional donde converjan las culturas, las lenguas y las nacionalidades. No queremos ser exclusivamente americanos.

-¿Qué proyectos tienen en su agenda para los próximos meses?

-Una de las primeras acciones es acercarnos a las instituciones locales y establecer relaciones con todas las instituciones, incluso con la Universidad de Castilla-La Mancha. Es curioso que tengamos una relación de 20 años con diversas universidades, pero no se han establecido vínculos en Toledo. Además, queremos ampliar nuestros servicios a universidades de Asia, África y América Latina. Tenemos todos los ingredientes para hacer algo exclusivo; tenemos una ciudad preciosa, así como unas instalaciones fantásticas. Tenemos que andar con cuidado porque no queremos morirnos de éxito.

-¿Qué papel tiene la biblioteca?

-Es un proyecto a medio plazo. Tenemos que cuidar los fondos que tenemos y por eso queremos remodelar la biblioteca para poder tener más fondos y prestar un mejor servicio. Y de cara al futuro, que la biblioteca se pueda abrir a todo el público.

-Finalmente, ¿hacen evolución de los programas?

-Es un pilar de nuestros cursos porque es la única manera de conocer si lo estamos haciendo bien. ¿Cómo se hace? Después de cada curso, los coordinadores entregan unas hojas de evaluación a los alumnos, al profesorado y, en algunos casos, a los padres. La evaluación es clave para nosotros porque nos sirve para mejorar y corregir los errores.

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