«He llegado a exponer en el MoMA, aunque cuando era niño decían que no tenía talento»
Entrevista a Riiko Sakkinen, artista internacional que tiene su estudio en Cervera de los Montes
El finlandés Riiko Sakkinen (Helsinki, 1976) recibe a ABC sorprendido, ya que sospechaba que no encontraríamos su estudio en la localidad toledana de Cervera de los Montes (530 habitantes), en la residencia que hasta hace un año compartía con su mujer y sus dos hijos. Ahora vive con su familia en el cercano municipio de Pepino, un entorno algo alejado de lo que cabría esperar de un artista que ha expuesto parte de su obra en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA). Contesta a las preguntas después de haber comprobado el funcionamiento de cientos de mecanismos led que decorarán una concertina formando la palabra Europa, que será protagonista en una de sus futuras exposiciones.
-¿Cómo termina un artista finlandés viviendo en Pepino?
—Conocí a mi mujer, que es de Pepino, a finales de los 90, cuando éramos estudiantes. Después de viajar por todo el mundo, en el verano de 2003, yo estuve viviendo en Bruselas mientras que ella residía en Nueva York. Sin embargo, ella quería volver a su pueblo, a sus raíces. Así, a finales de 2003, llegamos a Cervera. Yo nunca había pensado algo semejante. Me imaginaba que acabaría en alguna capital europea relacionada con el mundo del arte. Acepté la propuesta de mi mujer, pero con la condición de tener banda ancha en casa para poder desarrollarme como artista y dar a conocer mi obra.
—¿Cree que le ha perjudicado vivir en un pueblo?
—Seguro, porque no voy a fiestas ni a inauguraciones. Pero aún así ha sido posible llegar a ser un artista.
—¿Cómo llegó a exponer en el MoMA?
—Los primeros años trabajé para una galería en Nueva York. Ellos vendieron mi obra a Judith Rothschild Foundations Contemporary Drawings Collection, una de las colecciones más importantes de dibujos contemporáneos en el mundo, desde la época de Warhol hasta mí. Desde el principio, se recopiló con la idea de donar la colección entera al MoMA, y así se hizo.
—¿Cómo vivió esa experiencia?
—Fue en 2010. Yo ni siquiera tenía dinero para viajar a Nueva York y poder ver mi obra. Sin embargo, pensaba que alguien vería mi trabajo.
—¿Cómo se siente exponiendo su obra en el MoMA o en el Kiasma, el Museo Nacional de Arte Contemporáneo de Helsinki?
—Es algo muy importante para mí. Siendo estudiante, yo trabajé de guía en el Kiasma y siempre me trataron como un obrero. Por eso fue muy especial volver a un museo donde has pasado de lo más bajo en la jerarquía a ser un artista.
—¿Qué repercusión ha tenido su obra en España?
—He tenido exposiciones individuales en Madrid, Barcelona, Málaga y Gijón. Además, participé en una muestra en el Musac de León, la única vez en un museo español.
—¿Quién le dijo que no sabía dibujar?
—Yo me acuerdo que en la universidad mis compañeros contaban que habían sido dibujantes de niños y ellos tenían mucha técnica y talento, pero yo nunca lo tuve. A mí me interesaba el arte desde el punto de vista conceptual. Resulta absurdo porque yo ahora estoy dibujando y muchos de ellos hacen obra conceptual, como vídeos o performances…
—¿Le obsesiona el McDonald y el Donner Kebap?
— Sí, son parte de mi obra. Cuando voy al supermercado o a un restaurante de comida rápida, aunque vaya a comprar o a comer, a la vez estoy trabajando, buscando material. No hago propaganda, eso está basado en la opinión que va a tener el receptor, yo intento que la crítica esté en los ojos del espectador. No quiero dar el mensaje tal y como es. Yo soy muy crítico, pero para mí es importante no hacer propaganda.
—¿De qué manera cree que afecta a la sociedad esta sobreexposición a la cultura de consumo?
—Es la realidad en la que vivimos, lo que ve todo el mundo. Yo soy un artista realista. Los mensajes se entremezclan muchas veces. Yo podría hacer una obra donde hubiera un niño pasando hambre y una salchicha. Esto puede parecer horrible. Sin embargo, abres un periódico y al lado de una noticia de hambruna hay publicidad de salchichas. Eso es la realidad que vivimos. En un periódico ves esa realidad y no te das cuenta, pero coges esa misma página, la cuelgas en la pared de una galería y la gente empieza a verlo.
—¿En qué consiste el «Turbo Realismo»?
—Soy realista, pero el prefijo Turbo implica que concentra más el poder, da más vueltas. Exponer la realidad con «extravueltas».
«Cuando voy al supermercado o a un restaurante de comida rápida, voy a comprar o a comer, y a la vez estoy trabajando, buscando material»
—¿En su web se define como «artista y revolucionario». ¿Por qué revolucionario?
—Políticamente, militaba en el Partido Comunista, pero lo dejé hace un año y medio, después de ser candidato a las Cortes Castilla-La Mancha. Nunca pensé que iba a militar en un partido político, yo quería tener la libertad total sobre mi obra, pero mis viajes a Siria me hicieron cambiar de opinión. Me decepcionó. Ahora apoyo a mi propia clase, a los intelectuales, a los filosofos y a los poetas, que son los que tienen que tomar las riendas del mundo.
—¿Qué le parece que haya una plaza en su pueblo que reciba el nombre Plaza del Generalísimo?
—Es alucinante.... (sonríe).
—¿Cuáles son sus próximos proyectos?
—Estoy colaborando con el Festival Internacional de Cine de Helsinki, y el 12 de noviembre se inaugurará mi segunda exposición individual en un museo fuera de Finlandia, en el Bury Art Museum, en Manchester, que llevará por nombre The ABC of Capitalism.
Sakkinen muestra algunas piezas que protagonizarán sus exposiciones venideras: bocetos sobre las hojas promocionales del parador de Ceuta «La Muralla», que servirán también para una exposición sobre fronteras, en febrero, en el museo Serlachius (Mänttä, Finlandia). También en la misma muestra exhibirá un vídeo en el que se verá a gente agolpada junto a la valla fronteriza de Marruecos con España. En la parte baja de la pantalla se podrá ver la letra del himno europeo a modo de karaoke.