Un concierto guay
«Un programa muy bien construido para la ocasión a base de piezas musicales de esas que te puede tararear más de la mitad de los asistentes en la oreja»

Pues sí, a la salida del Palacio de Congresos El Greco, en Toledo , tras el Concierto Extraordinario de Navidad ofrecido por la Real Orquesta Filarmónica de Kiev y tres cantantes líricos, oímos esta expresión: ha sido un concierto guay. Y la verdad es que sí, fue todo muy guay (ya sabemos que en el uso la palabra guay viene a significar estupendo). La gente flipaba con un programa muy bien construido para la ocasión a base de piezas musicales de esas que te puede tararear más de la mitad de los asistentes en la oreja (en algunos casos sin recato alguno).
Quién no ha oído cientos de veces el primer movimiento de la «Sinfonía del nuevo mundo» de Dvorak, los fragmentos más conocidos de las óperas «Tosca», «La Bohème», «Madama Butterfly», «La Fanciulla del West» de Puccini, «La Sonnambula» de Bellini, «El Barbero de Sevilla» y el «Guillermo Tell» de Rossini, «La Traviata» de Verdi, «Cavalleria rusticana» de Mascagni o «Don Giovanni» de Mozart; y si se ofrecen unos bises como la zarzuela «La Revoltosa», el archifamoso «O sole mio» y la «Marcha Radetzky», pues guay del Paraguay. Estamos de fiesta y hay que relajarse y ofrecer mazapán del bueno y cava del mejor para que todo sea alegría con chispitas. En el ritual solo faltaron al final unos cañones de confeti.
En una ciudad como Toledo , que necesitaría dos ciclos de conciertos al año, uno en otoño invierno y otro en primavera verano, para ir creando de manera sostenible sensibilidad musical, espectáculos como este extraordinario de Navidad vienen bien, entre otras cosas para darnos cuenta de que hay público que lo demanda. Las novecientas localidades del recinto estaban casi al completo y abonos para el ciclo navideño sabemos que se han vendido casi dos centenares.
La Real Orquesta Filarmónica de Kiev es una de esas agrupaciones del otro lado del antiguo «telón de acero» que se surte de buenos instrumentistas y que se especializa en conciertos de ocasión, pues, como ya se recoge en el programa, «es una de las más solicitadas en Europa para realizar cada fin de año los tradicionales conciertos de Navidad y Año Nuevo». La treintena de músicos, la verdad es que sonaban muy bien, en especial la cuerda, compacta y muy bien empastada, que mostró gran flexibilidad en la interpretación de matices. El conjunto muy serio, como todos los del Este, muy bien técnicamente, aunque siempre con esa frialdad de quien no mueve un músculo de la cara para transmitir alguna emoción de lo que toca. Sin embargo, lo que llega es el sonido intenso y eso estuvo mucho más que correcto, brillante en muchos casos.
La solvencia de la soprano, del tenor y del bajo aportaron, además de buenas interpretaciones, más cercanía y fuerza empática. Verónica Tello mantuvo el tipo, la sonrisa y la voz con unos registros y timbres muy acordes con las diferentes piezas que iba cantando, ya sola ya a dúo. Se agradeció su expresividad. El tenor, también madrileño como la soprano, Israel Lozano , lució en la interpretación de sus piezas, haciendo gala de fuerza en algunos agudos y aportando flexibilidad y dominio en las agilidades. El bajo, el italiano Vittorio de Campo, exhibió su extraordinaria musicalidad, aunque se hacía difícil entender las letras por su vocalización poco matizada. Los tres cantantes, que aportaron la calidez mediterránea en contraste con la orquesta, fueron de lo más aplaudido.
Vladimir Vrublevski , director experimentado, defendió con soltura y buen gesto el ramillete de piezas elegido al efecto y extrajo sus esencias con una lectura flexible y accesible y, cómo no, de nivel, siempre procurando enfatizar aquellos pasajes destacados que, por su experiencia, sabe que llegan al corazón del público de estos conciertos de ocasión
El resultado de ese conjunto de energías sonoras fue un sonido muy rítmico con ciertos momentos de delicadeza y otros de verdadera expansión sonora. En suma, que todos contentos, en especial el público, que disfrutó con una Real Orquesta Filarmónica de Kiev y unos cantantes líricos bien compenetrados con su director y con un repertorio tan manido como popular y bello. El concierto de Navidad mereció la pena. Los ucranianos tocan muy bien, los cantantes españoles-es muy de agradecer que fueran autóctonos- y el italiano estuvieron a muy buen nivel y fueron ganando en simpatía. Todo muy guay.
Post data: Por cierto, en las butacas del Palacio de Congresos, alcanzamos a ver a Mister Polo, el de la colección de pinturas, que ya debe de estar asentando sus reales en Toledo , donde le pagamos casa, que viene como adalid del arte contemporáneo.