Toledo

Rafael Canogar: «Que haya una pieza en un espacio de Toledo, mi Toledo, me parece muy bello»

A punto de cumplir 86 años y, tras superar un infarto, el pintor habla de la escultura que donó a Toledo como homenaje a las víctimas del Covid-19

El artista toledano en su estudio de Madrid, al que acude todos los días para trabajar en sus nuevos proyectos CARLOS LUJÁN
Francisca Ramírez

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Estaba Rafael Canogar (Toledo, 1935) inmerso en dar forma al matiz de colores que desde joven le ha acompañado y que son un reflejo de sus indagaciones para seguir acrecentando su legado pictórico. Los lienzos —confiesa— inundan el estudio que tiene en la Ronda de Embajadores, en Madrid, ciudad desde la que vivió con «sorpresa y estupor» la llegada del virus que le cambió su vida .

«Mi mujer, Pura, y yo nos escapamos a Marbella buscando el espacio y el tiempo para sentirnos libres. Allí me confiné y he estado trabajando e investigando nuevas formas que me interesan resolver», señala el que fue uno de los fundadores del mítico grupo El Paso y uno de los pioneros de la pintura abstracta española, que está a punto de cumplir 86 años y sigue pintando como el primer día. Con la misma ilusión, incluso ahora, durante este tiempo de incertidumbre y desasosiego.

En ese espacio madrileño —que describe como bonito e idóneo— mantiene su oficina, su estudio y desde allí atiende, con voz pausada, la llamada de ABC. Lo primero, hablar de su salud. Ha perdido diez kilos y está vacunado, pero necesita tiempo para crear anticuerpos. «El infarto llegó, pero luego todo se cura. Me encuentro muy bien y con ganas de trabajar. Vengo todos los días a mi estudio porque siempre hay temas por resolver», asegura.

Hijo predilecto de Toledo, Medalla al Mérito Cultural extraordinario de Castilla-La Mancha , la excusa permite conocer que, tras el infarto que sufrió en julio del año pasado , Rafael Canogar ha renacido y sigue pintando cada día, como lo ha hecho desde los 14 años, cuando siendo un joven de provincias, partió de su ciudad natal para conquistar el mundo. Y lo ha conseguido.

El pintor y escultor se muestra dispuesto a hablar de la escultura que ha donado a Toledo —que ya terminada, a la espera de ser transportada—, como homenaje a todas las víctimas que ha dejado el coronavirus. Una obra que estará ubicada en la plaza Safont de la capital regional. Antes, habrá que construir una base donde se colocará el monumento.

Escultura abstracta

La fecha de inauguración está previsto que se realice en este mes de mayo (quizá coincidiendo con su cumpleaños, el día 17), aunque — matiza— que está pendiente de la llamada de la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, para acometer este proyecto que le «emociona» y que ha sido un punto de inflexión en su relación con esta ciudad. «Que haya una pieza en un espacio de Toledo, mi Toledo, me parece muy bello», remarca el artista.

La plaza de Safont, donde se va a ubicar la escultura que ha donado a Toledo el pintor y escultor H. FRAILE

Aunque hubiera preferido que su monumento se instalará en el paseo de Recaredo, cerca del acceso a las escaleras mecánicas que suben a la diputación provincial, insiste en que la pieza se quedará en la plaza de Safont, donde hace un par de años aparcaban los autobuses. «Me parece bien porque es un lugar de paso para muchos ciudadanos y turistas, aunque había otros sitios que me gustaban más. Pero es lo que me han ofrecido y a mí no me parece mal», matiza.

En esta conversación telefónica, Rafael explica cómo es la escultura. Mide tres metros por tres, ha sido elaborada en acero corten, oxidada y con unos rojizos marrones que son «muy interesantes y que cambian con el tiempo», puntualiza. «Es una obra pensada para estar en el exterior y los materiales utilizados son los más idóneos. Estoy muy satisfecho con el resultado. Pero bueno, será el público quien lo juzgue».

Quiere dejar claro que no es una obra esencialmente abstracta. «Es una escultura abstracta pero tiene elementos figurativos. Es una representación del hombre, de forma totémica. Una figura que está como caída. Muy sintética, con planos muy abstractos, pero con elementos definitorios que marcan lo que es un rostro. Un rostro de una figura caída», explica.

El escultor no duda en reiterar que es una obra muy especial porque se va a quedar como recuerdo en su ciudad natal. «Me siento muy cercano a Toledo. Siempre he estado en mi ciudad, con mi familia y mis amigos. Paseaba y pintaba sus calles, sus rincones y sus vistas... La tengo mucho cariño y nunca he podido dejar de ir, aunque ahora por las circunstancias actuales es más difícil», afirma para realizar una pequeña critica. «La verdad es que mi obra brilla un poco por su ausencia, especialmente en lugares institucionales de Castilla-La Mancha», se queja.

Tallerón de Victorio Macho

Y tras esta confesión, recuerda que uno de sus cuadros cuelga en el Museo Roberto Polo de Arte Contemporáneo. Y aprovecha para hablar de otro de los proyectos que permitirá que su obra sea más reconocida por los ciudadanos y se pueda hacer un recorrido por los momentos más significativos del arte español en la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días, a través del ingenio de Rafael Canogar.

Se trata de un proyecto con la Real Fundación de Toledo para instalar en el Tallerón de Victorio Macho, algunos de sus cuadros para crear un espacio Rafael Canogar. Una propuesta que tiene unos condicionantes que hay que resolver.

«No sé si el Ayuntamiento y la Junta, como patronos de la Real Fundación, pueden colaborar. Me hace mucha ilusión, pero hace falta un comisario y hay una serie de gastos que hay que asumir», afirma. «Si sale adelante el proyecto, eso me permitiría, me obligaría a ir con más frecuencia a Toledo, a mi ciudad...».

Visitantes en la muestra que el pintor toledano exhibe hasta finales de mayo en Tomelloso ABC

Y ante la pregunta ¿qué le queda por hacer?, Rafael Canogar no tiene duda. Dice que siempre está en la búsqueda de esas obras, las últimas, las mejores, las perfectas, «las que más le representen a uno y siempre estén a corta distancia», indica. Y reconoce que esa es una visión «un poco romántica», pero le sirve de motor y le mueve a seguir trabajando. «Todavía me quedan esas obras perfectas y que pueda decir que eso es lo que he estando buscando toda mi vida. Tengo casi 86 años y todavía tengo muchas ganas de seguir indagando y trabajando».

«Gracias a la dedicación que tengo por mi trabajo, consigo que me envuelva y me distraiga totalmente. Consigo evadirme de la situación tan disparatada en la que estamos. Por suerte tengo esa salida», afirma uno de los pintores españoles más destacados y cuya obra puede admirarse en los más importantes museos del mundo.

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