Toledo
Isabel Morera, la pintora realista que recrea los 'toledos' en sus lienzos
La pintora repasa su trayectoria y no descarta volver a mostrar sus lienzos, siempre que el Covid-19 lo permita
Al adentrarse en el amplio piso de la calle del Cristo de la Luz donde reside la pintora Isabel Morera Álvarez (Galicia, 1942), lo primero que te sorprende son la cantidad de pinturas y lienzos que cuelgan en cada una de las paredes y rincones de su casa, en la que también conserva obras de su padre, el reconocido académico, pintor y escultor, Juan José Morera Garrido, que supo transmitir a sus hijos su amor por la pintura. Y sin llegar a imaginárselo dejó una huella indeleble en el carácter y los trazos pictóricos de su hija Isabel.
La artista nos recibe con una tímida sonrisa, ya que tras el largo año de pandemia de Covid-19 nadie, aparte de sus hijos y nietos, ha entrado en su hogar donde ha estado confinada, imaginando nuevos trazos y objetos para continuar en este oficio que le ha permitido mantenerse y sacar adelante a sus cinco hijos (tres mujeres y dos hombres), no excepto de esfuerzo y muchas horas frente al lienzo.
Mientras dirige sus pasos por el pasillo hasta llegar al cuarto, que ha establecido como su taller, lo primero que sorprende es contemplar el legado pictórico que Isabel Morera ha creado a lo largo de su trayectoria.
Hoy, a sus 79 años, un caos pacífico y feliz habita en este piso , al que llegué de la mano de su hija Maribel, testigo mudo de esta entrevista que permite conocer y acercarse a la figura de Isabel Morera, artista autodidacta y un referente de la pintura en Toledo. Su obra ha sido expuesta en numerosas salas de la capital regional. Así que aprovecha para rememorar que el viejo taller que tuvo abierto hasta hace un par de años en el número 15 de la calle del Cristo de la Luz, era una parada obligada para sus numerosos clientes.
El flamenco, lo primero
Recuerda que se dedicó a la pintura viendo a su padre, Juan José Garrido, en la buhardilla de la casa que tenían en Madrid. Allí, ella también fue una de sus musas de los lienzos que el genial pintor realizaba.
Luego, Isabel empezaría a dibujar en un bloc que le habían regalado. Y así hasta los 19 años, cuando llegó a Toledo y empezó con el óleo. En esos primeros años toledanos, su padre abrió un estudio, en el que trabajaba parte de la familia. Uno se dedicaba a hacer copias de El Greco, Mientras Isabel pintaba cuadros de «flamenco» para los turistas que llegaban cada día a la ciudad.
En esa etapa de pintura realista y autodidacta, Isabel Morera empezó a pintar a reconocidos artistas de Hollywood, entre ellos a Sofía Loren, Elisabeth Taylor. Pero también fue un período de contradicciones, ya que no quería estar en Toledo, al haber vivido en Madrid, Palma de Mallorca y Barcelona. «No quería estar en esta ciudad. Me quería ir. Pero mi padre siempre nos decía que él quería estar en esta ciudad. Y no desistió de esa idea hasta que lo consiguió», remarca.
Luego encontró su propio estilo. Empezó a pintar las calles, las puertas, las plazas y los «toledos» que veía. Esos cuadros los vendía muy bien y esa circunstancia provocaba «algo de celos en mi padre. Lo llevaba un poco mal», responde con una leve sonrisa.
Recuerda que sus referentes en la pintura han sido varios artistas. Pero, sin duda, quién más le ha influido ha sido su padre. Reconoce que Guerrero Malagón era un pintor que admiraba —fue amigo personal de la familia— y aunque sus cuadros eran muy oscuros, «me gustaba mucho», puntualiza.
Una paleta de colores
En todos sus lienzos los tonos que predominan son los ocres, grises, azules y los verdes. Además, en ese proceso creativo son sus ojos inquietos los que buscan el objeto que quiere plasmar. Prefiere la pintura naturalista que encuentra en esos paseos que da cada día por esta ciudad, a la que ha convertido en referente de todo su arte.
Actualmente se está dedicando a pintar bodegones, uno de los más difíciles y que menos acogida tiene entre el público. Por eso sigue pintando lo que a la gente le gusta, esos toledos que describen a una ciudad que se ha detenido en el tiempo en los cuadros de Isabel Morera.
El cuadro que la catapultó a la fama fue el transparente de la Catedral, que ha sido uno de los más solicitados. Pero también las vistas y los retratos. Ahora está feliz porque su hijo Tito, y su nieto Miguel, se dedican a seguir con el arte de esta saga familiar que, tras recorrer otras ciudades, se quedó en Toledo para recuperar su esencia y dejarla plasmada en muchas pinturas.