Todo preparado para la procesión del Corpus
Declarada fiesta de Interés Turístico Internacional, recibe a miles de visitantes que abarrotan un casco histórico engalanado de forma especial
El jueves del Corpus es una de las celebraciones más importantes y destacadas en el calendario de Toledo y que nadie quiere perderse. Semanas antes del Día Grande, la ciudad se transforma y se prepara para acoger un acontecimiento que reúne en torno al Señor a miles y miles de personas, que desde primeras horas, ocupan las estrechas calles y plazas por donde desfila la Custodia de Arfe en su única salida al año.
Declarado de Interés Turístico Internacional, el Corpus de Toledo deslumbra por el tapizado de sus calles, los aromas a tomillo y cantueso, los adornos y pendones y las entoldadas calles del Casco Histórico, que trasladan al visitante a épocas antiguas que se viven otra vez cuando el Santísimo desfila por las empedradas calles ante el aplauso, la alegría de miles de personas y los pétalos de rosa.
Comienza la procesión
Pasados unos minutos de las once de la mañana, la custodia de Arfe sale a la calle, anunciada por el repique de campanas, por la Puerta Llana de la catedral. Desde ese instante, los toledanos y los miles de visitantes que abarrotan las calles comienzan a vivir el Día Grande de Toledo, a pesar del sol abrasador que suele acompañar todos los años a esta celebración. La celebración más antigua se volverá a dejar envolver por los sonidos de la música, los aromas, la devoción y el silencio de quienes contemplan esta solemne procesión.
Bajo el frontón neoclásico de la Puerta Llana y con los acordes del himno nacional y el repique de las bayonetas, el Señor inicia su ya clásico recorrido para plasmar un pasado tan vigente como el propio presente.
Acabada la misa de Pontifical en la catedral primada, al filo de las once de la mañana, una nube de niños y mayores, de estandartes, mantillas, hábitos y capas multicolores se ordenan rigurosamente para ser la escolta del Santísimo Sacramento en su única salida anual. El desfile vuelve a formarse bajo un riguroso protocolo, establecido desde tiempos antiguos.
Este año, el Corpus —fiesta de Interés Turístico Internacional— volverá a lucir sus mejores galas gracias al trabajo que realiza en su decoración la Junta Pro-Corpus. Las calles se visten con pendones, piezas recuperadas para la celebración, las guirnaldas, faroles y cestos de flores. A cada lado de los toldos que cubren todo el recorrido procesional se cuelgan los más de 2.500 metros de boj.
El magno cortejo
Encabeza la magna procesión la Guardia Civil, que con sus timbales y clarines anuncian este instante mágico y religioso. Les sigue el Pertiguero, cuya peluca y manto blancos son el primer indicio de la barroca aparatosidad del magno cortejo.
A ese concepto responde también la Cruz Catedralicia, regalo del desterrado Alfonso V de Portugal en agradecimiento a la hospitalidad de los castellanos, que se adivina siempre a lo lejos, elevada sobre la bordadísima Manga de Cisneros, como la primera de las muchas joyas de incalculable valor que se contemplan en el desfile.
Con paso lento, la procesión se abre camino, como lo ha hecho desde sus inicios y año tras año, por las estrechas calles del Casco Histórico.
Desciende a los Cuatro Tiempos, cruce viario de los antiguos barrios gremiales, y asciende por Sixto Ramón Parro, mientras la avanzadilla ya está cerca de la plaza de Zocodover.
La Custodia es recibida bajo vítores y pétalos de flores . El público que espera desde tempranas horas en las escalinatas del Teatro de Rojas, irrumpe en aplausos. Lentamente, el desfile tuerce a la izquierda y entra en la calle de Martín Gamero, en cuyo número 4 nació y vivió este famoso historiador toledano. Allí también convivieron sastres y guarnicioneros.
Este desfile mantiene la vigencia año tras año, y se encuentra recogido en numerosos libros, como los que escribió el desaparecido cronista oficial de Toledo, historiador y periodista Luis Moreno Nieto. Explica cómo tras llegar a la calle Martín Gamero la procesión continúa ascendiendo para asomar a un ensanche donde concluyen cinco calles, aunque su nombre sea el de las Cuatro Calles, lugar preferido de Benito Pérez Galdós para contemplar el paso del espléndido cortejo.
Siguiendo el trazado de los toldos —1.700 metros—, el desfile avanza por la calle de Comercio, conocida entre los toledanos como la calle Ancha, que se convierte diariamente en la arteria principal y eje comercial de Toledo.
La bendición, en Zocodover
Ya están muy cerca de la plaza de Zocodover , testigo mudo de los acontecimientos más importantes de la capital regional, lugar de referencia para los toledanos y los miles de visitantes que llegan hasta la Ciudad Patrimonio de la Humanidad. Al llegar a la plaza, las salvas, las bombas reales y cohetes anuncian que el Santo Sacramento hace su entrada en Zocodover.
El arzobispo de Toledo y primado de España, Braulio Rodríguez, dirigirá unas palabras a los asistentes subido sobre una tribuna instalada bajo el Arco de la Sangre que soporta el Crucificado de la extinguida Cofradía de la Sangre de Cristo —fundada por Sancho IV—.
Tras una alocución en la que monseñor Braulio Rodríguez invitará a los cientos de fieles a participar de esta liturgia, procede a la bendición con el Santísimo, mientras la multitud escucha en silencio sus palabras.
A continuación, y tras un breve descanso, el cortejo procesional continúa por la calle de Sillería, conocida así por haber sido el lugar donde se hacían y vendían las sillas de montar.
El sol ilumina en todo su esplendor a la Custodia, que aparece en el ensanche de la plaza de San Nicolás , adentrándose lentamente en Alfileritos. Allí le recibe una Virgen, que da el nombre a esta calle y a cuya piedad acuden los fieles para pedir que les ayude a abandonar su soltería.
Al fondo de esta estrecha calle que ha sido adornada con bellos mantones de Manila, reposteros, flores y guirnaldas, la torre mudéjar de San Vicente recibe el magno cortejo. En este punto confluyen las calles de la Plata, la de Alfileritos y la de Jardines.
Mientras la Custodia se encuentra aún por la calle de Alfileritos, la manga catedralicia ya asoma por la calle Trinidad después de haber recorrido las de Alfonso X El Sabio y la de Rojas, bordeando el convento de la Madre de Dios y el edificio del antiguo convento de Jesús y María, sede actualmente del Archivo Histórico Provincial, por cuyo estrecho callejón pasaba la procesión hace años.
Avanza el desfile ante la iglesia barroca de San Ildefonso, llegando a la plaza de Juan de Mariana, donde, según recoge el historiador Juan Estanislao López en su espléndido libro «El Corpus de Toledo», nació el obispo San Ildefonso.
Comienza a descender por la calle de Alfonso XII y sigue por la calle de Rojas, una de las más cortas y que está presidida por el mayor escudo barroco de Toledo, dedicado a Antonio Bardón, uno de los mayores pedagogos que ejerció su labor docente en el antiguo colegio Sadel.
El magno cortejo se encuentra en la calle Trinidad, una de las más amplias y menos zigzagueante del recorrido, para desembocar ante los tapices de la calle del Arco de Palacio. La Custodia de Enrique de Arfe está cruzando la Puerta Llana y los acordes del himno nacional flotan en los cielos perfumados de tomillo y cantueso, a la vez que veintiuna salvas de ordenanza anuncian que, un año más, Dios ha vuelto a su casa entre las exclamaciones de alegría de los miles de espectadores.
Vuelta a la catedral
Ya en la catedral, la multitud espera dentro apiñada y puesta en pie. Esperan ver pasar ante sí a la Custodia que ha recorrido triunfal las estrechas calles y plazas del Casco Histórico, acompañada por un pueblo que entre rezos, cánticos y aplausos la saludan.
Es ahora cuando le reciben los aromas de incienso y las luces refulgentes que, desde sus lámparas, inundan el templo primado. El Señor se encamina hacia el Altar Mayor del templo, mientras los sonidos del órgano de Berdalonga traspasan las paredes con sus suaves acordes.
Un año más, la Custodia de Arfe ha vuelto a la catedral, acompañada por los capítulos, las hermandades, sacerdotes y seminaristas. Después de la procesión se celebran tres misas: en la capilla del Sagrario, en la de San Ildefonso y en la de San Pedro, cerrando con estas homilías las celebraciones del Corpus Christi, la fiesta más importante de Toledo. Un año más, las miles y miles de personas han podido contemplar la salida del Señor y ese momento será vivido con la intensidad y devoción que se merece por todos aquellos que han sido testigo.