Antonio Illán Illán

El Teatro Negro de Praga, un éxito en el Rojas

La flauta mágica, una adaptación espectacular para público infantil

El Teatro de Rojas viene manteniendo una programación para público familiar e infantil muy notable, muy razonable y muy plausible. Y así debe ser en una institución que está al servicio de la cultura y la educación de la sociedad. A los niños hay que darles lo mejor del buen teatro .

Ya sabemos que el teatro para público infantil suele ser multidisciplinar, donde se mezcla lo visual con lo hablado, la representación con la canción y la danza y todo ello con la narración. Este híbrido de disciplinas artísticas en modo alguno desmerece el consabido teatro puro de texto al que se irá llegando poco a poco. Lo importante es que la semilla teatral prenda en el corazón de los pequeños y se vaya convirtiendo en árbol frondoso en la medida que van creciendo.

Se suele hacer mucha creación colectiva, pero ello no quiere decir que el teatro para niños no haya sido trabajado por los clásicos: ahí está Valle-Inclán o García Lorca o, luego, Luis Matilla o autores del presente, como Juan Mayorga o Itziar Pascual .

El teatro para niños no tiene por qué ser algo edulcorado y con finales rosas. Tampoco puede ser algo exclusivamente basado en la fantasía sin argumentos y razones de por medio. El teatro es simplemente malo o bueno. Un niño no es ajeno a un problema de la sociedad que le rodea, lo mismo que no es ajeno a la carga de sexismo diferenciado que aún se suele dar con demasía en estas obras, en las que algo debieran cambiar los autores para crear personajes femeninos con más sentido de la igualdad en la diversidad.

El teatro para niños no tiene por qué ser algo edulcorado y con finales rosas

Esbozada esta opinión, hay que afirmar que el Teatro de Rojas tiene muy en cuenta a los más jóvenes y programa para ellos. Lo mismo debiera descentralizarse y que, al menos una vez al mes, la representación se hiciera en escenarios de los barrios alejados del centro. Es preciso acercar el teatro a la gente para que luego la gente se acerque al teatro.

Un buen reclamo, por su estética, su dinámica y los componentes culturales que conlleva es la adaptación sobre La flauta mágica que ha presentado este 2 de abril el Teatro Negro Nacional de Praga . Un espectáculo atractivo, bien narrado y, en esta ocasión, conjugando sus habituales técnicas de escenario negro y la luz ultravioleta y los elementos coloridos que vuelan, con el ballet; pues tanto la Reina de la noche, como Tamino y Pamina y Papageno y Papagena se han expresado con el baile.

El teatro lleno de niños ha podido seguir la historia, pues la narración dejaba claro lo que pasaba, había magia visual y fantasía. Había texto, había contexto y había cultura. Y desde, luego, al menos esta compañía no cae en la fácil tentación de contentarse con una orgía de colores, un cuenta cuentos o una facilona acumulación de muñecos. En el teatro infantil no se puede contentar a los espectadores con lo fácil, para eso ya está las chuches o las bolsas de doritos.

Hay autores, hay medios (o debiera haberlos) y hay creatividad para combinar textos, música, danza, expresión corporal, títeres, nuevas tecnologías y todo lo que se vaya ocurriendo y sea razonable, así que un aplauso al Rojas por seguir programando cositas buenas para los niños y niñas que, si se entusiasman hoy, también podrán seguir haciéndolo mañana.

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