Antonio Illán Illán
«Invencible»: risa asegurada
Lleno a rebosar en el auditorio del Palacio de Congresos de Toledo
Título: Invencible . Autor: Torben Betss . Traducción: Jordi Galcerán . Dirección y dramaturgia: Daniel Veronese . Intérpretes: Maribel Verdú, Pilar Castro, Jorge Bosch y Jorge Calvo . Escenografía y vestuario: Elisa Sanz . Iluminación: Juan Gómez Cornejo y Jon Aníbal . Producción: Nicolás Belmo nte y Carlos Larrañaga .
Invencible es la cuarta obra de teatro que ha estrenado el dramaturgo inglés Torben Betts (1968). Su estreno en 2014 tuvo excelentes críticas en la prensa británica. Es una comedia inteligente para hacer reír, que gira en torno al juego, más que el enfrentamiento, entre dos parejas de estatus diferente, una culta y con posibles y otra popular, tirando a zafia. Si en el texto original del inglés se pudiera vislumbrar una cierta crítica social que podría llegar a la sátira en la versión de Jordi Galcerán y la dramaturgia de Daniel Veronese no se atisba crítica y menos sátira, y todo queda en una comedia basada en el recurso del equívoco, para provocar diálogos que resultan graciosos, y en la pintura caricaturesca de cuatro tipos muy bien dibujados que llevan a la exageración los tópicos que sirven para hacer reír a la masa acrítica de espectadores que se complace con ello. Lo que sí es evidente es el impacto perturbador de la pareja burguesa sobre sus vecinos obreros, quedando bastante ridiculizados los últimos.
Invencible se plantea en el contexto de una pareja con un estatus social y cultural elevado que se ve obligada, por la crisis, a trasladarse a un pueblo (en la versión española, de Madrid a un pueblo de la periferia). Y allí deciden relacionarse con sus vecinos para adaptarse a su nuevo entorno. En la relación en el interior de cada pareja y la de una pareja con la otra provoca un entretenido juego de tensiones, un contraste de modales, llegando a veces a una sorprendente crudeza. El autor nos propone una cierta diversión con los personajes estereotipados, que, sin embargo, los va desmontando en su evolución a lo largo del proceso y la acción se convierte en un juego perceptiblemente perspicaz para nuestro mundo actual. Los personajes están bien descritos y se nos presentan en evolución, de forma que de los estereotipos iniciales, comienzan a surgir almas creíbles. Otra cuestión es que la moral social que traslucen unos y otros sea un ejemplo que podamos considerar de educación social. Digamos que la acción avanza sin solución de continuidad de la “alta farsa” al “pathos”. De hecho, si no nos quedamos en el juicio fácil y la visión superficial, la obra de Betss comienza como una comedia social robusta y luego se convierte en algo más oscuro y perturbador.
Invencible , la palabra que da título a la obra, además de ser el nombre del animal que va a producir el equívoco sobre el que gira la acción, también tiene algo de valor metafórico, pues Emilia, la protagonista, parecía invencible pero resulta no serlo, pues sus principios terminan por desmoronarse.
No sería ni justo ni correcto que nos quedásemos con que Invencible sea un enfrentamiento escénico entre "ricos" y "pobres"; es algo más sutil. Seguro que si analizamos con un poco de perspectiva encontramos cómo las políticas afectan a personas de diferentes estatus o de diversos orígenes socioeconómicos, o cómo se ponen en cuestión conceptos como la bondad, la guerra, la sinceridad, la institución del matrimonio o la manera que tienen las personas de mentirse a sí mismas.
Jordi Galcerán ha trasladado la acción a nuestra propia sociedad y Daniel Veronese, en esa adaptación a la sociedad española de una obra en ocasiones hilarante y que hace reír a carcajadas, ha ideado una dramaturgia quizá con demasiado acercamiento al recurso fácil como la manida imitación del lenguaje y los gestos de Chiquito de la Calzada o la caricaturización con un poco de brocha gorda de la familia humilde. Buscar la risa es importante pero también es el precio teatral que se paga si hay que lograr que el público se ría con las groserías del tipo gordo, futbolero y bebedor de latas de cerveza o de su mujer provocativa y ordinaria, o con chistes facilones como el de confundir a Carlos Marx con los hermanos Marx. Incluso el único personaje que tiene un criterio propio razonable y conciencia moral, Emilia (Maribel Verdú), es una caricatura desangelada de la progresía.
Buscar la risa es importante pero también el precio que se paga
La verdad es que el director tenía mucho que cocinar y los actores han puesto su compromiso y su profesionalidad para lograr un guiso con cierta exquisitez. La interpretación de los cuatro: Maribel Verdú (Emilia), Pilar Castro (Laura), Jorge Bosch (Julio) y Jorge Calvo (Pablo) logra hacer creíble la inverosímil propuesta de Galcerán/Veronese y son ellos quienes aportan el realismo necesario para que los espectadores nos creamos la historia de la vida cotidiana de las dos familias, con la serie de giros que posibilitan pasar de la risa a las lágrimas. Excelentes los cuatro actores, dibujando cada uno su papel con el instrumento que la dirección les ha proporcionado: con pincel Maribel Verdú, con brocha Pilar Castro (en especial en la primera parte), con paleta multicolor Jorge Calvo y con temple Jorge Bosch.
Con una puesta en escena sencilla: una simple habitación interior con ventanas y salida a un jardín, un vestuario para caracterizar a los diferentes tipos y una iluminación correcta ha sido suficiente para contextualizar un buen texto.
El éxito de este teatro está asegurado y así lo pudimos confirmar en el auditorio del Palacio de Congresos El Greco, que agotó sus más de 900 localidades. Y lo mejor es que el público en general, el que tiene ganas de reír y divertirse, aplaudió en pie y con ganas.