Música
Disco-Bisbi en Toledo
El artista almeriense ofreció este viernes un concierto en la plaza de toros ante más de 5.000 fieles que bailaron, cantaron y disfrutaron con sus temas de ayer y hoy
A David Bisbal Ferre (Almería, 1979) le llevamos conociendo más de quince años. Cuando llegó a nuestras vidas apenas habíamos hecho la comunión y ahora somos padres. O no, pero estamos en edad de serlo. Y su mérito es indudable, porque en todo este tiempo se ha mantenido en la primerísima línea de la música española. Con un añadido: su público es heterógeneo . Un respeto.
Quizás por ello este viernes, en la plaza de toros de Toledo, se veía a gente de variado perfil. Había groupies , por supuesto, que llevaban haciendo cola desde el domingo para tener más cerca a su ídolo. Pero también había treintañeras y cuarentonas, y señores que decían que solo habían venido a acompañar a la señora (yaaa, eso dicen todos).
En total, más de 5.000 fieles apretujados en la grada y algo más sueltos en el ruedo (no se vendieron unas 500 entradas) que bailaron, cantaron, rieron y se emocionaron para hacer un éxito del concierto por el XXX Aniversario de Toledo como ciudad Patrimonio de la Humanidad. El Ayuntamiento apostó a lo seguro y ganó.
A las diez y cuarto de la noche, con un retraso digno de un cuarto de hora, que para eso uno es artista, Bisbal apareció en el ruedo. Lo hizo con americana azul marino, camisa blanca abotonada hasta la nuez y pantalón negro petadísimo. En Toledo, a 14 de julio, casi 40 grados en el ambiente. Un ventilador en pleno escenario intentaba aplacar tanto fuego . El almeriense cantó tres temas del tirón («Mi norte es tu sur», «Antes que no» y «Esclavo de sus besos») y luego se presentó: «Bienvenida mi gente de Toledo, bienvenidos a Hijos del Mar Tour».
En esta etapa de ¿madurez artística? los conciertos de Bisbal se dividen en dos partes. El yin y el yang. Hay momentos en los que todo son baladas. El viernes enganchó cuatro, combinando temas de su último disco con otras más clásicos: «Quiero perderme en tu cuerpo», «Culpable», «Lo tenga o no» y «Tú y yo». Hubo espacio también para el acústico con «Duele demasiado», «Amar es lo que quiero» o «24 horas».
Aunque la parte más intensa de este tramo llegó «con una canción que me escribió Vega» en una época en la que «trataba de buscar al amor de vida». Ahora «he tenido la suerte de encontrarlo, y estoy muy feliz», dijo Bisbal. A su novia Rosanna Zanetti , venezolana de 29 años y presente en la grada de la plaza toledana, dedicó «El ruido» para luego enlazar con sus dos canciones probablemente más románticas: «Dígale» y «Mi princesa».
Acabada esta parte, pongamos que melosa, apareció el otro Bisbal. El maestro de ceremonias que puso a bailar a Toledo con un sonido de fondo más propio de una discoteca. Sorprendió y gustó. Así cayeron temazos de ayer, hoy y siempre como «Lloraré las penas», «Torre de Babel» o el perenne «Ave María». Aquí vimos al Bisbal que estira los brazos y hace el avión como si fuera a despegar o al del movimiento pélvico tan suyo. Inimitable.
Se despidió después de hora y tres cuartos en los que apenas había parado para cambiarse de ropa. Pero volvió. Lo hizo para el rush final, que duró un cuarto de hora y fue una sucesión de temas de su último disco que ya había cantado («Fiebre», «Antes que no» y «Diez mil maneras»), enlazados, otra vez, con «Esclavo de sus besos» y «Ave María». Un artista con un repertorio tan amplio puede permitirse el lujo de no repetir canciones. Creo. Aún así, disfrutamos, sudamos y lo recordaremos.
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