Cinco leyendas para pasar un Halloween de miedo en Toledo

Amores imposibles, embrujos diabólicos y casas, castillos y palacios encantados, además de la catedral, son algunos de los escenarios de este fin de semana terrorífico

Cobertizo de la calle de Santa Clara en Toledo Ana Pérez Herrera

M. Cebrián

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Vista de la calle de Aljibes, donde se sitúa la leyenda Ana Pérez Herrera

La dama de los ojos sin brillo

Las leyendas que narran visiones de personas ya fallecidas son una constante en Toledo. La ciudad inspira apariciones y misterios narrados en la noche de los tiempos, en versiones diferentes de un mismo mito que todas las culturas que aquí han morado repiten una y otra vez. Ahora aquí reproducimos, en su versión caballeresca, una de las leyendas toledanas más repetidas.

La infanta Catalina de Austria recibió una gran fiesta en Toledo. Sobre la media noche, cuando aún resonaban las campanadas en el reloj del monasterio de Santo Domingo el Real , cercano a donde se realizaba el acto, un noble que asistía a la fiesta, vio como una dama se acercaba. Como era de gran belleza, le pidió que fuese su acompañante y extrañamente, sin mediar palabra, aceptó su invitación.

Cuando acabo el baile, el noble acompañó a la dama a su casa, que se situaría en la calle de Aljibes, y le prestó su capa roja porque hacía frío. Al día siguiente, el caballero fue a la casa donde la joven dijo que vivía para recuperar su capa y quedó sorprendido cuando le explicaron que aquella dama había muerto hacía dos meses. A los dos días un hombre llevó al noble su capa roja que misteriosamente la encontró en el camposanto , encima de la tumba de la condesita de Orsino, «la misteriosa dama de los ojos sin brillo».

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Entrada al Callejón del Infierno Ana Pérez Herrera

El Callejón del Infierno

Los amores y relaciones entre judíos y cristianos o musulmanes y viceversa son el leitmotiv de muchas leyendas toledanas . La influencia de siglos en la relación de estas comunidades ha dejado un rico rastro de historia y su reflejo en las leyendas de la ciudad es notable. En esta ocasión, la narración se ambienta en el Callejón del Infierno que aún hoy día se puede visitar en Toledo.

Cuenta la leyenda, que un joven cristiano llamado Felipe se enamoró de una hermosa judía . Pero Rebeca, ese era su nombre, tenía otro pretendiente llamado Samuel. Al enterarse, Felipe buscó la ayuda de una diablesa para que embrujara a la judía y se enamorara de él.

Al principio pensaban que el embrujo no servía, pero el joven cristiano y la Diablesa fueron a la sinagoga para comprobarlo. Allí mismo en la puerta de la sinagoga, Samuel se murió. Entonces Rebeca accedió a casarse con Felipe.

En la boda, Rebeca murió fulminada a los pies de Felipe. Al mismo tiempo, la Diablesa ardía en su casa cercana a la catedral de Toledo en una llama gigante azul. Y dicen que la prendió fuego el mismísimo Diablo y desde ese momento llaman el Callejón del Infierno adonde estaba la vivienda.

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Placa en honor a Gustavo Adolfo Bécquer en la plaza de Santo Domingo el Real Ana Pérez Herrera

La voz del silencio

Esta es una breve pero intensa leyenda toledana desde hace años atribuida al escritor Gustavo Adolfo Bécquer , que refleja magníficamente bien el ambiente de las calles de Toledo. Sin embargo, en un artículo publicado por Mariano Calvo en ABC en 2010, la autoría de la leyenda se atribuye a Fernando Iglesias Figueroa, que en 1923 publicó un libro titulado «Páginas desconocidas de Gustavo Adolfo Bécquer» en el que se permitió incluir alguna historia suya.

La leyenda cuenta que Bécquer, andando por las calles de Toledo oyó la voz de una mujer , pero no sabía de donde provenía, ya que se encontraba solo en aquel lugar. Llegó a su posada; una vez allí comenzó a dibujar y pintó la silueta de una mujer. Dos días más tarde volvió a pasar por la misma calle y volvió a escuchar lo mismo, esta vez decidió seguir la voz y ésta le condujo hacia una ventana de una vieja casa que se encontraría en el entorno de Santo Domingo el Real.

Al día siguiente, preguntó qué había pasado en esa casa a un judío amigo suyo, quien le contó que hace bastantes años vivía una mujer allí, pero que en esos momentos la vivienda estaba deshabitada. Era una mujer casada a la que su marido abandonó y desde entonces su blanco fantasma vaga por la casa haciendo su dulce voz sonar.

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Castillo de San Servando, fortaleza llena de historias y leyendas Ana Pérez Herrera

Fantasma del castillo de San Servando

Este emblemático monumento ha dado pie a muchas leyendas , pero llama especialmente la atención esa que habla de un fantasma que aún hoy dicen que aparece en algunas noches de luna. El destacamento alojado en el castillo de San Servando veía cómo cada pocos días, alguno de sus miembros aparecía muerto de una única estocada en el corazón . Nadie sabía a qué o a quién se debían estas muertes, pero pronto empezaron a sospechar de la presencia de un fantasma.

La sospecha se corroboró cuando una noche vieron desde el Puente de Alcántara , una figura fantasmal en una de las torres de la fortaleza, paseando con espada en mano y una capa que despedía destellos de luz verdosa. Fue entonces cuando el capitán de la guardia, Don Lorenzo de Cañada, se decidió a intervenir en el asunto y acudió resuelto al castillo de San Servando.

Durante una semana Don Lorenzo estuvo desaparecido y cuando regresó se negó a hablar de lo que había sucedido. Pero lo cierto es que después de esa semana, no se produjo ninguna muerte más en el castill o , aunque el fantasma permaneció allí.

Aún hoy son muchos los que afirman haberlo visto. Quién sabe si será el mismo que impide dormir a todos aquellos que se alojan en este albergue en la habitación número 4 del torreón. Si te alojas allí, pues ahora es un albergue, pide la habitación T4 y lo sabrás.

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La Virgen del Sagrario, protagonsita de la leyenda Luna Revenga

La ajorca de oro

La ajorca de oro es el título de una leyenda escrita por Gustavo Adolfo Bécquer publicada en 1861 en el diario «El Contemporáneo» . Es el cuarto capítulo del libro «Leyendas», que toca los temas propios del romanticismo.

Cuenta la leyenda que Pedro Alfonso de Orellana amaba sin límites a María Antunez . Un día en que la sorprende llorando, logra, tras mucha insistencia, enterarse de que la mujer ansía obsesivamente hacer suya la joya de oro que lleva en uno de sus brazos la imagen de la Virgen del Sagrario , patrona de la ciudad de Toledo.

Venciendo sus anteriores resistencias, esa misma noche el enamorado arranca sigilosamente, en la catedral de Toledo, la preciada ajorca a la Virgen; pero no puede llevarla consigo, pues en el templo el ha visto seres sobrenaturales, cadáveres resucitados y horrorosas alimañas . Ante tales visiones, enloquece y cae desvanecido. A la mañana siguiente, es encontrado delirando en la iglesia, mientras retiene la ajorca en sus manos.

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