«Mazapanoir»
Berna González Harbour: «¡Ya estamos a garrotazos! No hay más que ver Cataluña»
La periodista y escritora santanderina ha presentado este martes su cuarta novela, «El sueño de la razón», dentro del Festival de novela y cine negro-criminal de Toledo «Mazapanoir»

Aunque tan sólo lleva casi una década en el mundo de la literatura, la obra de la periodista Berna González Harbour (Santander, 1965) no puede ser más prolífica. Desde que en 2012 publicara su primera novela, «Verano en rojo», la primera de la serie de su comisaria María Ruiz, ya han visto la luz cinco novelas suyas. La última de ellas es «El sueño de la razón» (Destino, 2019), donde la protagonista de sus historias de género negrocriminal se embarca en su cuarta aventura para investigar los crímenes de un asesino en el Madrid decadente de la crisis, con los grabados y las pinturas negras de Francisco de Goya como trasfondo. La presentó este martes en la Biblioteca de Castilla-La Mancha, dentro del Festival de novela y cine negro-criminal de Toledo «Mazapanoir».

Repitiendo el título de su novela, ¿cree que el sueño de la razón produce monstruos?
Es más verdad que cualquier sentencia judicial: cuando la razón se apaga surge lo peor de nosotros mismos. Así fue el nazismo, las guerras y las grandes desgracias de la humanidad. Goya lo escribió, Goya lo pintó y Goya nos sentenció.
¿Que tiene Francisco de Goya y su obra que tanto le ha atraído para escribir esta novela?
Goya es el autor que, retratando nuestro pasado, supo colocarnos un espejo en el que mirar nuestro presente. Nos pintaba a nosotros mientras pintaba a los de su tiempo y ese es un don reservado solo a los genios: la vigencia eterna de su mirada.
Ese trasfondo es el que motiva al asesino de su última novela. ¿Cómo es meterse en la mente de un criminal como este, manipulador y con una gran astucia?
Meterse en la mente de ese criminal ha sido el mayor reto, tanto como salir viva de una novela que nos llevará a la historia de Goya y de España. Tenía vértigo. Pero lo hice encajando en la obsesión que puede tener un perturbado por un artista, antítesis de la que yo misma puedo tener por el mismo artista en positivo. La destrucción como espejo inverso de la creación me impulsó a crear a ese personaje.
¿Qué tienen el arte que puede llevarte a perder la cabeza?
Es la envidia ante el creador, la pequeñez propia ante la grandeza de su obra la que puede generar un azote del ego vanidoso y perverso. Destruyéndole le intentas quitar, a la vez que reconocer, su poder. Ocurre.
Leyendo su novela se puede hacer un paralelismo entre el Madrid y la España que le tocó vivir a Goya hace 200 años, con el absolutismo de Fernando VII, y la decadencia de después de la crisis. ¿En qué se parecen ambas épocas?
Exactamente. En los inicios profesionales de Goya España miraba a Francia, buscaba la ilustración, el afrancesamiento, ideales nuevos para modernizarse. Todo eso se truncó por la guerra y el regreso del absolutismo y Goya supo retratar esos contrastes. Hoy también conocemos la grandeza de forjar nuestra transición, nuestra democracia, nuestro estado de bienestar, nuestro europeísmo, pero también vemos señales alarmantes de desigualdad, de destrucción de lo conseguido y de cuestionamiento de nuestros valores. Véase Vox. Véase el neofranquismo. Véase la violencia irracional que se está empleando en Cataluña. Por momentos pareciera que la razón se está durmiendo.
¿A quién responsabiliza usted de la negritud actual?
El mayor responsable es la desigualdad y por tanto los gobiernos que no supieron luchar contra ella. Ha aumentado durante la crisis, hay montones de gente que se han quedado fuera del sistema, de las esperanzas, de las oportunidades, y eso alimenta la negritud actual.
¿Cree que todo acabará como «Duelo a garrotazos»?
¡Ya estamos a garrotazos! No hay más que ver a gente que no puede tomar un tren en Cataluña porque hay sabotajes, o empresas que se van de allí, o turistas que ya no irán. Y en la política nacional, las acusaciones entre unos y otros y la incapacidad de forjar acuerdos forma parte de lo mismo.
En la novela también aflora un debate sobre nuestra profesión y el uso abusivo de las redes sociales. ¿Cómo ve el periodismo actual?
El periodismo está vivo, es plural y dinámico, pero también se ve amenazado por la basura que corre por ahí.
Después de 10 años escribiendo novela, ¿en qué faceta se encuentra más cómoda: en la literaria o en la periodística?
¡Es como elegir entre papá y mamá! Los quiero a los dos.
¿Por qué se decantó por la novela negra?
Respeto demasiado la literatura en mayúsculas. Y el género tiene las herramientas necesarias para retratar la realidad, que es lo que intento hacer mientras entretengo y contribuyo a mi pequeña escala a un género noble, entretenido y cada vez más rico.
No sé si la protagonista de sus historias, la inspectora María Ruiz, es como su álter ego.
Ella y cada personaje lo son.
Cada vez encontramos a más mujeres inspectoras en la realidad y, sobre todo, en la ficción. ¿Cree que se ha superado ya el cliché de que sea un hombre el protagonista de la novela negra?
La novela negra tiene una deuda enorme con la mujer. La mujer normalmente ha sido la víctima a quien salvar, la diva a la que desear, el amor equivocado. Débil o mala, nunca estaba en plano de igualdad. Esa es la deuda y está empezando a ser saldada.
¿Cómo definiría el estado de salud de la novela negra?
Apoteósico. Gran calidad en muchos países, también en España. Y, como en todo, también mucha mediocridad.
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